En Europa, emerge España, que tendrá 12 cardenales electores, más del doble que en 2013 Francisco mantiene su apuesta por un Colegio Cardenalicio cada vez más global
Lejos de visiones electoralistas, los 21 purpurados anunciados por el Papa para fines de septiembre enriquecerán las visiones al interno de la Iglesia. Un mix entre reconocimientos personales y la búsqueda de purpurados que formen un verdadero poliedro
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
Con los 21 nuevos cardenales anunciados este domingo, el papa Francisco llegará al 30 de septiembre con 142 purpurados creados en nueve consistorios en lo que va del pontificado. El “clima de cónclave” que muchos sectores buscan imponer dentro de los Muros vaticanos hace algunos años fuerza así las lecturas sobre el significado cuanti y cualitativo de las creaciones del Papa.
Son entonces los mismos sectores que acusan a Jorge Bergoglio de desgobierno en la Iglesia los que afirman que está diseñando a gusto propio el fermento para su sucesor; son también los que lo acusan de despreciar a Europa los que omiten el creciente porcentaje de algunos países del Viejo Continente en el Colegio Cardenalicio, como el ya analizado en estas páginas del caso español.
Ante este panorama, y especialmente porque no sabemos aún ni tenemos indicios de cuándo (importante) o cómo (aún más importante) terminará su pontificado Francisco, proponemos una lectura que desmitifique los postulados centrales de las lecturas originadas a partir del anuncio del próximo consistorio. De hecho, ¿no puede ser que el Papa esté solo haciendo más global el Colegio Cardenalicio?
“El Papa está eligiendo a su sucesor”
La fuerza del número de cardenales creados por el Papa en sus diez años como pontífice está fuera de discusión. Son 142 los religiosos que accedieron a su birrete por nómina de Jorge Bergoglio. Para fines de este año, sobre los 132 electores totales que tendrá el Colegio Cardenalicio en caso de cónclave, 96 habrán sido creados por el actual Papa.
Ese 73% de los purpurados con derecho a voto no significa de todos modos, bajo ningún modo, que exista un bloque “bergogliano” de esa magnitud que vaya a votar en masa a un candidato avalado por el Papa argentino. Las creaciones cardenalicias no pueden ser vistas como movidas electoralistas para dar vigor a un supuesto bloque progresista en detrimento de uno conservador. El Papa se ha cansado de pedir que se eviten estas lógicas dicotómicas y polarizantes.
Por otro lado, si bien es cierto que más de 7 de cada 10 cardenales que podrían votar si el cónclave fuese de inmediato (de lo que no hay ni cerca indicios), es igual de cierto que en ese grupo de 96 purpurados coexisten algunos a los que a priori es difícil imaginar siguiendo un supuesto diktat de Francisco, como Gerhard Müller (quien tiene derecho a voto hasta el 31 de diciembre de 2027) o Angelo Becciu (quien, situación procesal mediante, podría entrar al cónclave hasta junio de 2028).
Entre los creados por el Papa hay además algunos cardenales que pueden tener, por trayectoria y peso específico acumulado, aspiraciones legítimas a salir vestidos de blanco de la Capilla Sixtina, como Pietro Parolin o Matteo Zuppi. Es, a priori, pensar que estos cuatro nombres formen un grupo homogéneo en caso de cónclave, y eso sin meternos de lleno en los subgrupos geográficos como pueden ser los 19 purpurados africanos que a fines de 2023 tendrán derecho a voto.
Al mirar de cerca la proveniencia tanto de los nuevos cardenales como de la composición del Colegio para este año y el próximo, emerge también una visible baja en la proporción europea en su conjunto, arrastrada casi exclusivamente por la baja de italianos, que fueron 28 de 115 votantes en 2013 y, en caso de cónclave a fines de 2024 serán solo 13 de 119. Porque si bien es cierto que los representantes del Viejo Continente fueron 60 de 115 en la elección de Bergoglio, eso no garantizó un bloque férreo, como demostró la elección del primer pontífice sudamericano.
Por otro lado, si bien Francisco ha de forma objetiva “desitalianizado” el Colegio, buena parte de esa merma la han tomado otros países europeos, en particular España: el país ibérico tendrá a partir de fines de septiembre 12 cardenales electores, más del doble que los cinco que votaron en 2013.
Una Iglesia cada vez más global
La composición que tomará el Colegio a partir del 30 de septiembre ofrece entonces una sola conclusión inobjetable: el Papa ha buscado hacer cada vez más global a la Iglesia y a su colegio, sumando no solo nuevas sedes cardenalicias a nivel país (como Sudán del Sur y Malasia), sino también dando el birrete rojo por primera vez a ciudades en naciones que ya tenían tradición purpúrea, como Tabora, en Tanzania, o Lodz en Polonia. Tampoco pueden tomarse como preceptos para analizar un supuesto "bloque bergogliano" al ver los números totales creaciones como las del capuchino Luis Dri, de 96 años, en lo que parece más un fuerte reconocimiento personal a un modo de vivir el Evangelio que una intención por moldear el futuro cónclave.
En esa dirección, y sin hacer electoralismo futurista, se leen las creaciones anunciadas ayer y las de los últimos años, con un Papa que pone también “en salida” al Colegio Cardenalicio para que las discusiones entre purpurados se parezcan cada vez más a un poliedro de voces armónicas que, solo así, podrá cumplir aquello de verdaderamente anunciar el Evangelio en los confines de la Tierra.
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