Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" (Ed. PPC) "Carlos y el Papa...cavando y animando" III Domingo de Cuaresma

El amor primero se va enfriando y uno se ve débil, cansado, desanimado – acedia le llaman- y se pregunta si merece la pena lo que está haciendo, sobre todo si ves a compañeros que andan por las mismas preguntas y con mucho cansancio, cuando nos falta la ilusión y se quiebra la esperanza. Uno no ve los frutos esperados, y año tras año se pregunta si no tendría que cortar la higuera porque estar por estar no merece la pena. No se debe gastar la vida en un ministerio que acaba siendo pura profesión sin espíritu y sin visión del Evangelio.
| Jose Moreno Losada
DOMINGO III DE CUARESMA
Lucas 13,1-9
En una ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera». Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces el viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”».
Yo cavaré alrededor y le echaré estiércol
La determinación salvífica de Dios en la historia nunca ha tenido fisuras. El tiempo va marcando la relación de Dios con su pueblo, siempre desde la alianza que carga el compromiso fundamentalmente en Él que promete y cumple. La infidelidad de los israelitas le llevará a una pedagogía constante para recuperarlos en libertad, con exigencias que siempre vienen dadas por una amor desmesurado y constante; el amor que cava y hace riquezas incluso de lo que podría ser considerado fracaso, desobediencia o infidelidad. La templanza y la paciencia creativa de Dios queda manifiesta en todo el Antiguo Testamento. Jesús, marcado por los sentimientos y la bondad del padre, será un maestro infatigable con una pedagogía de fidelidad y misericordia total con los que ha elegido y le siguen.
Carlos y el Papa: cavando y animando.

La ordenación de Carlos fue hace casi veinte años. Su historia de vida y de formación tuvo su singularidad y creatividad, al final venció el Señor con su paciencia y con sus destrezas. Él se fio y se dejó llevar, sin dejar de ser cabezón. Se ordenó con su compañero Luis. Después comenzó el trabajo pastoral en medio de una realidad que no es fácil, con circunstancias muy cambiantes y ambientes eclesiales, sociales y mundanos que van desgastando.
El amor primero se va enfriando y uno se ve débil, cansado, desanimado – acedia le llaman- y se pregunta si merece la pena lo que está haciendo, sobre todo si ves a compañeros que andan por las mismas preguntas y con mucho cansancio, cuando nos falta la ilusión y se quiebra la esperanza. Uno no ve los frutos esperados, y año tras año se pregunta si no tendría que cortar la higuera porque estar por estar no merece la pena. No se debe gastar la vida en un ministerio que acaba siendo pura profesión sin espíritu y sin visión del Evangelio. Eso te puede llevar a un estado anímico de indiferencia y en algunos momentos de desánimo personal y psicológico. Ni que decir tiene que la pandemia se volvió en contexto de discernimiento radical para muchas de estas situaciones, poniéndolas muy al descubierto, más allá de distracciones varias que podían estar en la calle y en el mundo.
La decisión de tomar el toro por los cuernos y enfrentarse a ese momento para dirimir si se corta o se poda y renueva es fundamental. Y eso hizo Carlos, había que ponerse en activo, lo hizo por los mismos medios que exponían a las claras el cansancio, en las mismas redes, conectando con personas, compartiendo el momento y la situación y abierto a exponerse para despertar y decidir. Esos caminos le llevaron a una experiencia en Argentina donde el encuentro con la Iglesia de allí en una diócesis concreta, con obispo y sacerdotes, removieron su tierra y le hablaron de un posible estiércol que estaba dentro de él mismo. Desde ahí el encuentro con la Palabra y el Evangelio poco a poco, el dialogar con otros compañeros y comenzar un camino sencillo de encuentro y reflexión compartida. La aproximación al estudio del evangelio y a personas que lo hacían, compartiendo espacios de espiritualidad más allá de su propia diócesis y ambiente normal, saliendo de estereotipos formados. Vamos que, cavando y removiendo en su propia vida, comenzó a tener esperanza y, sobre todo, deseos de vivir a fondo la vocación que ya tenía. Dios estaba ahí con él, le seguía llamando y tocando el corazón, pidiéndole que soltara amarras y se metiera de nuevo en la profundidad del mar.
En medio de estas vivencias se le ocurre enviar una carta de interioridad y comunión al mismísimo Papa y cuál no sería su sorpresa al ver que la respuesta del Pastor fue mucho más rápida que su elaboración del escrito. Al día siguiente el Papa Francisco se ponía en contacto telefónico con él para compartir y animarle en su proceso de renovación y apertura. Una relación de cercanía, con el deseo de ayudar a cavar en su vida y rodearle con estiércol de ánimo y esperanza.
Hace unos días, Carlos ha estado en una conversación privada e íntima con el papa, junto a su compañero de ordenación, todo un gozo apostólico que culmina y bendice sus deseos de ministerio y de misión evangelizadora. Me sorprende con un detalle de lujo para mí, me envía una fotografía en la que el pontífice tiene en sus manos el libro de “Trazos de evangelio, trozos de vida”, él ha querido llevárselo y me pidió para ello que se lo dedicara. Me dice que su amistad conmigo le ha ayudado en su proceso, pero verdaderamente nos hemos apoyado los dos en la fe y en la fraternidad apostólica. Yo con su vida y su confianza también he sentido que Dios me cavaba alrededor y me rodeaba de estiércol de ilusión, novedad y esperanza.
Una vez más vamos siendo testigos que el seguimiento no viene por la perfección sino por la compasión del Maestro que no nos abandona y que si nos ponemos a tiro ya se las apaña él para que rebrotemos y nos volvamos a ilusionar con más profundidad y ganas en la misión. Gracias Carlos, Dios nos sigue dando muestras de esa alianza personal y comunitaria donde nos renueva, nos poda, nos cava, nos rodea de gracia y fuerza. Lo que más nos ayuda, sin duda, es la vuelta a la Palabra, al evangelio de Jesús, en un encuentro personal, vivo, comunitario, compartido apostólicamente y con el pueblo. Ahora nos das con alegría la noticia de que en unos meses viajarás a vivir el evangelio en tierras Argentinas, en comunión de tu diócesis con una diocesis de allí. Sabemos que vas con el corazón tocado por la gracia de la renovación en el corazón de Cristo. Reza por el Papa y por nosotros.
Te llevaré al desierto y te hablaré al corazón
El Dios de los perdidos, no da nunca nada por acabado. Buen axioma para poder seguir el hilo de la historia de la salvación. La raíz de la acción divina arranca de su compasión y su misericordia, del corazón. Ahí se manifiesta que no tiene vuelta atrás, que es fiel y como nos decía Pablo de Cristo, no puede dejar de serlo porque es su identidad, el amor fiel. Adentrarse en la espiritualidad bíblica es descubrir de una manera clara que la apuesta de Yahvé por su pueblo en favor de la humanidad es indestructible, ya se puede romper lo que se rompa y se pervierta, que su amor sigue manifestándose y actuando en medio del fracaso, la pobreza, la muerte.
Vencer la infidelidad con la entrega fiel, abrazar la debilidad pecadora de los personajes y del pueblo entero con su poder de misericordia renovadora es la constante más repetida en todos los momentos y escritos sagrados. Siempre nos interpela, con rotundidad, la imagen de la relación entre Yahvé e Israel desde el enamoramiento, con el desprecio hacia Dios de la que ha sido elegida en la nada, para ser constituida reina y señora de su creador. El olvido de su prostitución y veleidad orgullosa, para ser reconducida al desierto en su mayor pobreza y experiencia de rechazo, sólo con la intención de sonrojarla con un amor más grande y fuerte que el primero, al olvidar su ofensa, para volverla a enamorar dirigiéndose a su corazón. La seducción de Dios viene por la revelación de su corazón, por el desvelamiento de sus sentimientos más profundos. El Señor sólo se mueve desde esa profundidad de amor inabarcable que únicamente tiene perdón y esperanza como respuesta para la ofensa.
Jesús vivió la identidad con el Padre y la misión del reino desde esa experiencia fundante del conocimiento vivo de su corazón en una relación filial sin límites: “Tú eres mi hijo querido”. Aceptar y descubrir esa pasión del Padre, va a ser su fuerza y su gracia en todo momento, tanto en el agradecimiento de la vida descubierta en los otros como signo de esa bondad, como en los momentos de mayor angustia, abandono, en los que podía había sucumbido por la debilidad propia de lo humano. El amor del Padre, le hizo hijo fiel hasta la muerte y muerte de cruz.
Ahora para nosotros, ese misterio, manifestado en Cristo Jesús, nos descubre amados y perdonados, siempre llamados a volver a nuestras raíces y reavivarnos. Hay alguien que nos ama con la locura del amigo que ha dado su vida por nosotros.
No hay situación personal, comunitaria, eclesial, mundana que no pueda ser amada, tocada, transformada, reanimada, esperanzada por el amor de nuestro señor Jesucristo. La llamada a la vigilancia en nuestra vida no es para el miedo de la culpa por haber caído, sino para no olvidar nunca que es Dios con su propia sangre y su propio cuerpo quien acude compasivo en nuestra ayuda para transfundir sus sentimientos a nuestros corazones, para seguir viviendo en la promesa y en la esperanza, en la alegría del reino que ya ha comenzado y hacia el que nos dirigimos para su plenitud. No podemos olvidarlo nunca, una vez que el crucificado ha resucitado, no hay situación que no pueda ser salvada, rescatada, esperanzada, por muy perdida que nos parezca. Siempre, siempre tendremos motivos para la esperanza, y como decía san Pedro hemos de dar razón, testimonio, de ella.
Notas hilvanadas
“Siempre soñamos con los pies lejos del suelo, dejando que la arena cubra nuestros dedos, siempre soñamos en un mundo paralelo”
(Siloé-Que merezca la pena)