¿Cuál es tu imagen de Dios? ¿ Qué Imagen de Dios? los niños y los terroristas

 En estos momentos de atentados terroristas de radicales islamistas por Europa, considero importante reflexionar en torno a la cuestión sobre la "imagen de Dios". Detrás de esos atentados hay imágenes muy deformadas de lo divino, por no tener una buena formación religiosa. Actualmente estoy trabajando la psicopedagogía religiosa del niño en la edad de educación infantil, no es baladí la imagen de Dios que tenemos y la que trabajamos con los niños. La vida nos demuestra que una buena imagen de Dios se convierte en clave de vida intelectual, emotiva y moral para muchos y evita deformaciones y errores graves.

La imagen de dios: los terroristas y los niños

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En estos días nos preocupa, junto a las noticias de la covid19, los datos que nos llegan de atentados terroristas de extremistas y radicales religiosos. Me pregunto qué imagen de Dios es la que habita en estos seres humanos que llegan a matar en nombre de su divinidad y que se arriesgan a morir ellos mismos en ese gesto de fidelidad y obediencia sagrada. Lo hago en este momento en que mi labor docente en la universidad, en la facultad de educación explico a los alumnos y descubro con ellos la psicopedagogía religiosa en los niños de tres a seis años.  Me planteo cuál es la imagen de Dios que se va creando en el interior de cada persona y cómo. Los investigadores de la temática nos hablan de que es muy crucial, como en otros aspectos de la persona, la imagen que reciban en este trienio en el que ya van a sus coles, a recibir la educación infantil, y allí muchos padres eligen la clase de religión. Aunque la imagen la transmitimos entre todos: familia, parroquia, etc.

Vallejo

Me vienen a mi mente dos hechos de vida en torno a la cuestión de la imagen de Dios y la vivencia de la misma en las personas humanas. Una más lejana, la leí en el libro “Puerta a la esperanza” de Vallejo Nájera. En esta obra él quiso ir relatando la vivencia de una enfermedad cancerígena que le abocaba a la muerte. Él, una persona renacentista, gran psiquiatra, buen escritor y hábil arista de la pintura, quiso dejar la estela de su aprender a vivir muriendo, y  a morir viviendo. En la primera parte es él mismo quien va relatando las etapas, momentos y vivencias, y cuando ya no podía hacerlo por sí mismo, se grababa y se lo contaba a otros para que lo transcribieran y lo sumaran a lo anterior, con el deseo de darlo a luz cuando él estuviera ya en la otra orilla. Lo traigo a colación, porque me llamó la atención cómo en los momentos más duros y de mayor debilidad, cuando su yo estaba más roto, cuenta que lo que le consolaba, pacificaba y le calmaba era recitar lenta y casi silenciosamente las oraciones primeras que aprendió y rezó con su madre en su más tierna infancia. Imagino que entre los tres y los seis años. Fue esa estructura básica sobre la que asentó el sentido y el proyecto de su vida, y en los momentos más duros era ahí donde volvía para vivir su despedida y su ultimidad.

El otro hecho de vida es muy reciente, sólo hace unos días. Acudió a buscarme en la parroquia, previa cita concertada, un señor de unos cuarenta y algo de años. Actualmente está viviendo un proceso de liberación de una adicción que le ha hecho tocar suelo, caer muy bajo. Venía a hablar de su vida y a reconciliarse interiormente con Dios, con su Cristo me decía él. El relato de su vida me sedujo.

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Su madre queda viuda con seis hijos, sin poder atenderlos, vienen a los hogares, residencia Hernán Cortés. Ahí está hasta los once años en que va una formación en carpintería a otra población y termina trabajando, a los quince años, en un taller de su pueblo, ganando dos mil pesetas semanales que pone en manos de su madre para ayudar en la casa. A partir de ahí sigue creciendo en formación, se hace autónomo, llega a tener una empresa con varios trabajadores. Casado y con dos hijas vive en Madrid y trabaja. Allí vive una vida normalizada y exitosa, con vivencia religiosa familiar y transmisión de la fe a sus hijas. Pero el estrés y el éxito le confunde y acaba enganchado en lo que le quitaría su imagen y su profundidad. Vuelve a rehacerse con otra familia y otro hijo, pero la caída le llega de nuevo. Y ahora ya roto del todo busca su rehabilitación en este centro y con esta terapia. Pero me habla de ese Dios que conoció desde pequeño en el hogar con las religiosas de san Vicente de Paul, de cómo le ha acompañado en toda su vida. Cuando le ha faltado la espiritualidad, se ha separado de ese Dios que le habita, se ha destruido. Ahora le da vergüenza volver a El, pero lo necesita. Quiere limpiarse, volver a su amistad, tener su comunidad cristiana, su oración, su vida sacramental, necesita recomponerse en lo mejor que ha recibido y ha tenido. Me decía que él sabe dónde está la vida, la verdad y tiene que volver a ella. Pero ahora por él mismo, va a luchar por su propia vida. Yo le hablaba de cómo Jesús no dice que hemos de amar a los demás “como a nosotros mismos” y le felicitaba por esta visión de Dios que él tiene. Me contaba que en su proceso había sido muy feliz cuando había ayudado a otros que estaban en esta situación en la que él se encuentra.

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Dos personas tan distintas y lejanas y sin embargo con una imagen de Dios de infancia que les da vida y les empuja a lo mejor de sus propias personas. Una imagen que les sana, les cura, les consuela. Todo esto me cuestiona que imagen de Dios tenemos todos: los creyentes, los agnósticos, los ateos, incluso los indiferentes., también los niños y los terroristas. Es muy importante el tema de la imagen de Dios en el ser humano, y como presentemos la formación intelectual, emotiva y moral a nuestros pequeños. No deberíamos olvidar apuntes de este tipo al plantearnos la enseñanza religiosa escolar y sus razones.

José Moreno Losada.  Profesor de pedagogía y didáctica de la Enseñanza Religiosa Escolar. UEx.

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