Ecología integral: vencer el miedo Patricia Gualinga: Tierra, cielo y libertad
Ante la pregunta sobre lo que tenemos que hacer en occidente para vivir de verdad en las claves que nos decía de una ecología integral, ella respondió sin dilación y con fuerza: perder el miedo. Ella ha perdido el miedo, amenazada de muerte, ya no la para nada ni nadie. Su vida tiene valor y por eso no puede perderla entregando su autenticidad y verdad.
Los pies en la tierra
La humanidad se ha desnaturalizado, se ha alejado radicalmente de la naturaleza. Se ha pasado del convivir y connaturalizar a la artificialidad de lo tecnológico y de la superproducción y consumo. He hecho un trato salvaje y descuidado de la base de nuestra vida, no somos sin la naturaleza.
Lo que le infligimos a ella se vuelve en nuestra contra, no podemos seguir destruyendo, porque nos asfixiaremos y moriremos en nuestro propio tener abandonando el ser. Hemos de volver a poner los pies en la tierra, a caminar desde ella, a hacernos naturales, escuchando esa naturaleza que nos da la vida y de la que formamos parte, ella tiene sus derechos porque quiere proteger los nuestros.
Defender y recuperar nuestra naturaleza es el reto mayor del mundo hoy. Tendremos que vencer las inercias de un mercado y de una política que van por otros derroteros, que sólo buscan el lucrarse y crecer en la riqueza como objetivo último, más allá de la naturaleza, sus fuentes de vida y la propia humanidad. Ha de ser una lucha verdadera y profunda. La primera misión es poner los pies en la tierra, de verdad, volver a ella y adentrarnos en su espíritu desde el nuestro, hermanarnos y abrazarnos para caminar juntos. Sin la tierra no hay salvación.
La cabeza en el cielo
Así se lo transmitió, su padre Sabino y su madre Karina, patriarcas de su pueblo y catequistas del evangelio de la vida. Lo dice claramente Patricia, sin espiritualidad no hay vida, si trascendencia no es posible la humanidad, la comunidad viene del espíritu, de creer en la humanidad y en la vida, más allá del individualismo y la posesión.
Unos desarrollarán su espiritualidad en el campo religioso, como es su caso y el de sus padres, otros serán en sus propios interiores y su silencio abierto a la vida, a la naturaleza y a la historia, pero sin cielo no hay deseo de un mundo mejor y hermanado. La superficialidad de un consumo más allá de las necesidades y de los verdaderos deseos, hace al hombre caprichoso y lo esclaviza. Sólo en la verdadera interioridad de la coherencia y de la autenticidad se cobra el verdadero sentido de la vida y se lucha por lo justo y digno para todos los hombres. Necesitamos una mirada esperanzada y transformadora, ahora es el momento. Son muchos los signos de que nos están llamando a adentrarnos en la auténtico del espíritu, en la verdadero de lo humano, en los sentimientos más verdaderos y constructivos.
Vencer el miedo
Ante la pregunta sobre lo que tenemos que hacer en occidente para vivir de verdad en las claves que nos decía de una ecología integral, ella respondió sin dilación y con fuerza: perder el miedo. Ella ha perdido el miedo, amenazada de muerte, ya no la para nada ni nadie. Su vida tiene valor y por eso no puede perderla entregando su autenticidad y verdad. Ella tiene una verdad y un sentido, no puede entregarlo perderlo, eso sí sería perder la vida, mucho más que el que se la quitaran con violencia.
No podemos dar nuestra vida al miedo. Occidente está preso de su miedo, el miedo a perder lo que tiene, sus comodidades, sus seguridades, no se arriesga a vivir de verdad, a compartir la vida, a entregarse a lo verdadero, se esconde tras el mercado, el consumo. Pero ella tiene esperanza y le pone dos nombres: la mujer y los jóvenes. Lo está notando, la mujer en el mundo tiene un papel imprescindible para transformar la realidad, cuando pierden el miedo avanzan con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
Los movimientos de jóvenes del mundo comienzan a moverse y se les nota que están dispuestos a vivir sin miedo, en libertad, por eso ella cree en la esperanza y sigue caminando por todos los países del mundo gritando su verdad, y volviendo siempre a su tierra, a su pueblo, a su Dios y sus hermanos.
José Moreno Losada