Venid a un sitio tranquilo ... De nuevo, con el cardenal y el pueblo, en el santuario de Regla en Chipiona

De nuevo, con el cardenal y el pueblo, en el santuario de Regla (Chipiona)
De nuevo, con el cardenal y el pueblo, en el santuario de Regla (Chipiona) José Moreno Losada

Me preguntn por las  fotos tan hermosas que estos días subo a Facebook, aunque algunos me mandan las del año pasado para que certifique que estoy en el mismo lugar. Pues sí, aquí etamos en Chipiona disfrutando de todo y descansando de verdad. Son más sacerdotes de mi diócesis los que suelen venir a esta casa de Franciscanos en Nuestra Sra de Regla. Nos seduce esta lugar por las condiciones que reune en lo humano y las posibilidades de vivencias fraternales y descanso en el espíritul Repaso apuntes  y os recuerdo lo que valoramos de este espacio de playa y de esta casa de oración franciscana.

Hoy al salir a la orilla, tras un un baño relajante, me encuentro con el cardenal Ayuso que iba entrando a darse un remojón, como cualquier cristiano – o musulmán me diría él, que para eso es presidente de la congregación para el diálogo interreligioso en el Vaticano-. Su comentario, al encontrarnos y decirle que el agua estaba buenísima, fue este: “Aquí todo está fenomenal, todo está en su sitio y hay de todo”.

Chipiona

Me explicaba como por su ministerio viaja por todo el mundo, conoce realidades muy distintas y diversas, y aquí en esta realidad, esta pequeña playa él contempla lo que llamaría un microcosmos. Sí, me evangeliza de un modo muy natural, me comenta esto es como la Iglesia, cada uno con su función, con su estilo, con sus familias, con sus problemas, con sus trabajos, pero todos miembros de una comunidad articulada y estructurada en la interrelación y la interconexión.

Él observa todo: las limpiadoras, cocineras, técnicos de la casa, los frailes del convento, el albañil, el vendedor de los camarones, los de la cruz roja, familias completas repleta de niños, abuelos, padres, las personas inválidas y con limitaciones de movilidad, los sacerdotes mayores, algún joven, religiosas, cuidadores de la playa, protección civil, hasta el de los helados y las bebidas fresca que pasa por la arena con dificultad y lleva algo refrescante a los ciudadanos en sus sombrillas, incluido el de los cupones que va gritando: “yo sé que no va a tocar, pero y si toca, qué coraje te va a dar…”. Yo me sonrío en mi interior y entiendo sus afirmaciones, porque él venía de pequeño, ha seguido viniendo de sacerdote –así era cuando lo conocí-, siendo obispo y ahora de cardenal.

Para él no hay sitio mejor para descansar, para sentirse en casa y aquí se le ve cercano a los enfermos, a los mayores, a los niños, con una normalidad y sencillez que da gusto. De alguna manera se adapta al medio porque lo propio de esta playa es la sencillez, el cuidado, la relación, la cercanía, la palabra amable y graciosa, el buen deseo.

Chipiona

Son playas que podríamos denominar familiares. Ciertamente se mueve toda una dinámica económica y turística, pero la verdad que todo eso queda casi en un segundo plano para las personas que suelen venir aquí a descansar y creo que también en los que trabajan al servicio de los que venimos. Qué elementos son los que se potencian y hacen de estos lugares ese microcosmos saludable del que habla el cardenal, yo creo que podríamos definir los siguientes:

Playas de salud: muchas de las personas que están por aquí lo hacen por razones de salud, la riqueza del yodo, las aguas, la luz de esta playa hacen que sea única para recuperarse y ser recomendada por los profesionales de la salud. Eso hace que descubras a muchas personas que se les ve que vienen a cuidar su cuerpo, a pasear por la playa, así ves personas de todos los tipos y cuerpos de todas la medidas y situaciones. Tal como es la realidad. No es playa de escaparate ni de postureo, nada más lejos.

Playas de la familia: Es impresionante, ver a las familias completas, así tal como suena. Me encanta ver a los abuelos en el centro, a los padres organizando las sombrillas al llegar, a los jóvenes corriendo y jugando deportivamente, a los niños recreándose en la orilla, con la arena. Una armonía familiar que celebra la vida y que lo hace con lo extraordinario del descanso de dedicarse todo el tiempo todos a todos.

Chipiona

Playas de la inclusión: El santuario está cerca de una entrada accesible para los que tienen alguna discapacidad. Ahí son privilegiados los paralíticos, los ciegos, todos los que tienen alguna limitación, pero lo son rodeados de los suyos, en comunión con todos los de alrededor. No os podéis imaginar cómo me hacen entrar en oración todas las estampas de amor incluyente, de celebración de la vida de aquellos que muchas veces se consideran los últimos, entra Dios a borbotones en cada imagen de amor compasivo de alegría ilimitada.

Playas asequibles: Me admira que te puedes tomar un café con leche y una buena tostada por el mismo precio que en mi barrio sencillo de Badajoz, que tienes lugares de menú al alcance de cualquiera, que ves las neveras repletas de cosas apetecibles y sencillas en medio de las familias, que como mejor que en mi casa en esta residencia porque es más saludable y muy sencillo lo que se me ofrece. Es verdad que todo está ocupado y no me extraña, porque son multitud los sencillos y estas playas lo son de ellos.

Playas de la fraternidad: Lo dejo para el final, pero es lo más importante. Nosotros vivimos en ambiente de familia humana y eclesial en la casa de oración de los franciscanos, pero el microcosmos es mucho más amplio.

Chipiona, santuario

La familiaridad la encuentras al comprarte las chanclas, al desayunar los churros, al poner la sombrilla y entrar en conversación con el de al lado - guardando las distancias debidas y señaladas-, al comerte la sardina asada, en la conversación con el que pesca… y cómo no, en la vivencia de lo religioso en este santuario de Regla, que se convierte en corazón de interioridad habitada, más allá del bullicio y del jaleo.

La visita a la virgen, la oración sencilla y las eucaristías que se celebran a cada hora dominicalmente y en la que son cientos y miles los que siguen escuchando la palabra de Dios y comiendo su pan en la sencillez de este templo y en parroquial.

Por estas y más razones, convengo con el cardenal y me alegro de gozar de este microcosmos, y de poder compararlo con la Iglesia, o al revés, la Iglesia se parece a la playa de Chipiona, cada uno en su sitio, a su manera, pero todos interrelacionados e interconectados, “ fratelli tutti”.

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