Queridos reyes, traedme la feliz sobriedad Un regalo de reyes para una verdadera epifanía

Adoración de los Reyes Magos, de Giotto
Adoración de los Reyes Magos, de Giotto

Cuando uno peina canas ya se hace difícil ponerse uno a escribir a los reyes magos, pero si nos callamos y dejamos que entren invitaciones actuales, seguro que encontramos un producto a nuestra medida... en un mercado que es de gratuidad y de bondad, en el que no hay engaño ninguno.

Esa oferta que te invita a ser rey del mundo, universal, como lo fue Jesús, desde una libertad verdadera, de la que no acepta ataduras. En el camino de la verdadera y feliz sobriedad.

Feliz sobriedad para el año nuevo

los reyes magos

En las vísperas de la festividad de la epifanía, de los reyes magos, yo quiero tener un tesoro que me ayude a ser más feliz, y les voy a decir la verdad, que me dejo inspirar por este papa y por su genio, aunque a algunos les parezca fuerte. Yo quiero que los reyes me traigan la feliz sobriedad.

A ver cómo me explico porque ni yo mismo me entiendo bien, y me cuesta aclararme, aunque la verdad que estoy bastante convencido. Se trata de un pensamiento sencillo y natural, que por lo mismo se convierte en muy complejo en esta sociedad y cultura en la que vivimos: la felicidad está en la casa de la sobriedad y no en la de la sobreabundancia, mal que nos pese. Cuando yo era niño, parafraseando a san Pablo el apóstol, pensaba como niño, soñaba como niño… me tocó vivir en cierta sobriedad, cercano a la pobreza, aunque nunca en la necesidad no cubierta. Y soñaba con salir de la sobriedad, como camino a la felicidad, a la tranquilidad y despreocupación. Me animaban a formarme para por no tener que penar, en cierta medida para estar por encima de la sobriedad. De este modo se me presentaba el camino a la felicidad.

sobriedad

Ahora medio siglo después, aquí me tenéis escribiendo una columna, en la que confieso desde la vida y la contemplación de la realidad, que comulgo cien por cien con este papa tan cercano y humano, que se enfada cuando una fiel lo quiere retener para ella y está a punto de caerlo. En la última encíclica aclara que el camino de la felicidad y del cuidado de la humanidad y la creación pasa por la construcción y atención a la casa común en la que todo está interconectado. Nos invita a un modo de vida felicitante que pasa por la sobriedad, pero no una sobriedad cualquiera sino la que libera y abre caminos de realización fraterna, de dignidad e igualdad, de comunión y de paz. Por eso ahora que ya he entrado en el último tercio de mi vida y que tengo que pensar en qué quiero gastar el último cuarto de mi existencia, apuesto por una vida en verdadera sobriedad, y pongo en mi carta a los reyes magos para este año  el número de la Laudato si que me parece espectacular, y que me recuerda mucho a la vida y el corazón de mis padres:

“La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es una baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.”

Humildad

José Moreno Losada

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