V Domingo de Cuaresma: resurrección y justicia “Si no hay resurrección, no hay justicia ni esperanza para nadie” -Frente a la pandemia-
Leer la resurrección de Lázaro en el contexto actual. Nos ayuda un gestor del servicio sanitario de Extremadura que le toca coordinar la zona sanitaria de Badajoz y preparar de cara a la posible demanda de atención por el problema de la pandemia. Con el evangelio en el corazón y los pies en la tierra, buscando el mayor bien para el mayor número, poniendo en el centro a la persona. Un profesional frene al sepulcro del virus amenazante.
V DOMINGO DE CUARESMA
(Profesionales cristianos frente a la pandemia)
La lógica de Dios: ¿es descuido o plenitud?
El quinto Domingo de cuaresma nos introduce en el tema de la vida frente a la muerte desde el relato de la resurrección de Lázaro. Él había experimentado la amistad serena y gratuita de Jesús de Nazaret, lo sentía cercano, pero cuando llegó su angustia estuvo ausente, no llegó a tiempo y el murió. Le tocó experimentar el sepulcro. Sin embargo, Jesús fue a encontrarse con él, porque la lógica de Dios es otra, su descuido o necedad es más sabia que la sabiduría de los sabios y entendidos. El camina con la lógica de la esperanza y de la vida frente a la muerte.
La resurrección rompe la lógica, sólo ella proclama la vida, sin su horizonte sólo queda la muerte. Si el crucificado ha resucitado y vive para siempre, entonces hay justicia, porque hay sentido, razón para la esperanza. Es el gran cambio que produce el acontecimiento Cristo, la resurrección pasa de idea y promesa, experimentada como necesidad en la historia, a vivencia real y presente. En el encuentro con Cristo resucitado se opera una revolución que no tiene vuelta atrás, la cruz ha sido justificada y ha dado la última palabra a la vida y a la verdad, frente a la mentira de lo que destruye.
Los que se encuentran con Cristo ya le pertenecen y ahondan en una vida sin miedo, ni ataduras, aunque se pase por el valle de la debilidad y de lo oscuro. Mirar a Cristo es entender que su muerte nos ha liberado para la vida y que somos incorporados a Él, a su resurrección y su vida. No podemos vivir miedosos y cautivos de la muerte, pudiendo estar habitados por el que es la resurrección y la vida. Salgamos de nuestros sepulcros.
Ante el sepulcro y el encierro de esta pandemia
En estos tiempos de pandemia son muchos los que tienen que situarse ante el Lázaro débil y moribundo, hay que actuar y hay que hacerlo con técnicas, planificación, disciplina para ser eficaces. Habrá incluso que decidir si hay que quitar un respirador a un anciano para ponérselo a un joven en caso de que no haya para todos. Pero esta eficacia ha de ir acompañada de la fecundidad. Si se actúa técnica y políticamente, pero no humanamente, con el cuidado de lo profundo, igual mueren menos, pero no saldremos de la tumba aunque salgamos de las casas. Hace falta que el encierro y la lucha sea desde lo profundo del amor a la naturaleza, la compasión humana, la fraternidad y el compartir, tanto en el dolor como en el deseo de salir y de ganar. Hemos de ganar modos nuevos en profundidad y espíritu verdadero, es más, la misma crisis hemos de vivirla con esos modos nuevos. Le pedimos a un profesional que le toca coordinar un área de salud en Badajoz que nos comparta cómo se sitúa personalmente ante esta responsabilidad en estos momentos y él nos relata, comparte su vivir y su sentir, engarzado al evangelio y a la esperanza de que la resurrección tiene poder sobre la muerte, de que no se trata sólo de aguantar – esto también- sino de resucitar de un modo nuevo a lo que salva y dignifica al ser humano para siempre. Al servicio de la vida y la comunidad.
Jesús Salas ante la pandemia, con el evangelio en el corazón y los pies en la tierra.
Soy Jesús Salas Martínez, actual Director Asistencial de área de Salud de Badajoz del Servicio Extremeño de Salud, en nuestro organigrama la figura que aúna y controla la asistencia primaria y especializada. Anteriormente Cirujano de Aparato Digestivo y Profesor Titular Vinculado interino de Cirugía de la Universidad de Extremadura. Soy miembro del Movimiento de Profesionales Cristianos.
En estos momentos de zozobra para la población y el sistema, en los cuales la gente ha entrado en pánico, donde las afloran las debilidades humanas poniendo las necesidades individuales (la mascarilla, el gel…) sobre la colectivas, me sale más mi sentido profesional y cristiano, de ayuda a los demás, de procurar la mejor salud para la mayor población posible, tanto de salud corporal, como también de tranquilidad de espíritu.
Desde mi actual trabajo de gestor sanitario me interpelan muchas situaciones y trato de darle una visión creyente, que a veces es difícil de encontrar. Me preocupa mucho la responsabilidad de tener a punto los equipos de atención primaria y hospitalaria, preparados, atentos y vigilantes de la situación (Me interpela la parábola de las diez vírgenes” -Mt 25, 1-13-)). La salud mental y física de mis profesionales (Recuerdo que la mies es mucha y los obreros pocos -Lc 10,2a-), me preocupa mucho la equidad del sistema ( Como decía Pablo: “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre” - Gálatas 3,28-), pero sobre todo me preocupa las decisiones clínicas, que a veces tienen que tomar los profesionales que están en primera línea y ahí solo puedo pensar en “Nada te turbe, nada te espante…” y confiarme a que el Espíritu Santo los iluminará en sus decisiones y el Padre los reconfortará (Jn 14,16).
Pero también me anima y esperanza la actitud de los profesionales que se ofrecen desinteresadamente a “lo que haya que hacer”, de organismos públicos como la Universidad, que apoyan incondicionalmente con personal y equipos técnicos y de empresas que donan lo que tienen para el bien común. Todo ello me recuerda a lo propio de la comunidad: “Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, sino que tenían en común todas las cosas” (Act 4,32).
