Doble moral

“Se ve, en no pocos católicos, una cierta esquizofrenia entre moral individual y pública. Son personas que, en la esfera individual, son católicos, creyentes, pero en la vida pública siguen caminos que no se corresponden a los grandes valores del Evangelio; esos que son necesarios para la formación de una sociedad justa.”

Lo dijo el Papa Benedicto en marzo de 2012.

Hacía referencia a los que dejan de lado la moral cristiana y siguen, en su actuación pública, patrones de conducta incompatibles con lo que son en su vida privada.

El problema no es nuevo. Ya el Concilio Vaticano II constataba que “el divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época.” (Gaudium et spes, 43).

Esa esquizofrenia no se da, en exclusiva, en la clase política. También en la empresarial o incluso en el mundo de las ONGs. Tiene que ver con personas que se dicen católicas pero que:

➢ Adoptan decisiones políticas sin tener en cuenta qué acciones son justas y, por lo tanto, moralmente obligatorias y qué acciones son injustas y, en consecuencia, deben estar prohibidas.

➢ Actúan, como directivos empresariales, incumpliendo la legalidad y aferrándose al “No pasa nada”; “Tampoco está tan mal”; “Todo el mundo lo hace”; “No me van a pillar”; “Sabré encontrar una buena explicación”.

➢ Adoptan unos valores en los que predomina la arrogancia, el individualismo, la búsqueda del placer inmediato Y el afán por el dinero.
¡Hay, el dinero! El Papa Francisco dijo recientemente “El diablo entra por el bolsillo”.
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