Tesoros que redescubrir en un verano de turismo local Espacios religiosos Patrimonio de la Humanidad en España: catedrales de Burgos o Sevilla, El Escorial, Compostela o las obras de Gaudí
Las recomendaciones que llaman a organizar unas vacaciones de turismo local para estimular la economía, tras este tiempo de pandemia, se han escuchado incluso desde dentro de la Iglesia, que ha hablado de apostar por el “turismo religioso”
Declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en España existen múltiples lugares que cumplen todos los requisitos: sacros, de enorme belleza histórico-artística y accesibles en unos meses en los que las medidas de la ‘nueva normalidad’ continuarán condicionando los movimientos
La piedra gótica de la catedral de Burgos desprende las enseñanzas de un catolicismo sustentado en el dualismo: la elección entre el cielo o el infierno
Del gótico templo a los callejones, dicen que Sevilla sigue oliendo a azahar y coches de caballo, tal vez todavía muy similares a los del tiempo de Murillo y Velázquez
Fundada sobre un sepulcro, hasta que no apareció el coronavirus parecía irreal llegar a ver Santiago despejada de turistas y peregrinos
La piedra gótica de la catedral de Burgos desprende las enseñanzas de un catolicismo sustentado en el dualismo: la elección entre el cielo o el infierno
Del gótico templo a los callejones, dicen que Sevilla sigue oliendo a azahar y coches de caballo, tal vez todavía muy similares a los del tiempo de Murillo y Velázquez
Fundada sobre un sepulcro, hasta que no apareció el coronavirus parecía irreal llegar a ver Santiago despejada de turistas y peregrinos
Fundada sobre un sepulcro, hasta que no apareció el coronavirus parecía irreal llegar a ver Santiago despejada de turistas y peregrinos
Desescalada superada, el fin del estado de alarma parece reavivar las posibilidades de hacer planes de cara al verano. Las recomendaciones que llaman a organizar unas vacaciones de turismo local para estimular la economía, tras este tiempo de pandemia, se han escuchado incluso desde dentro de la Iglesia, que ha hablado de apostar por el “turismo religioso”. Declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en España existen múltiples lugares que cumplen todos los requisitos: sacros, de enorme belleza histórico-artística y accesibles en unos meses en los que las medidas de la ‘nueva normalidad’ continuarán condicionando los movimientos. Explicamos por qué algunos de ellos merecen (re)descubrirse.
Norte de España: catedral de Burgos
Todo en la catedral de Burgos comulga con el simbolismo espiritual: un rosetón que alude a la circularidad solar, naves para “avanzar”, para que los fieles sientan el trayecto hacia el altar como una travesía del alma… O la honda iconografía de sus fachadas del Siglo XIII. La piedra gótica desprende las enseñanzas de un catolicismo sustentado en el dualismo: la elección entre el cielo o el infierno. De la Puerta del Cielo (semejante a la de Reims) a la Portada de la Coronería, que alberga la representación del Juicio Final.
Centro de España: Monasterio y Sitio de El Escorial
“El monarca español dedicaba sus fines de semana a visitar el panteón de El Escorial, diseñado para su descanso eterno, y dormía sus mejores siestas en el ataúd. Así se iba acostumbrando”. Con estas palabras ironiza Eduardo Galeano en Espejos. Una historia casi universal sobre lo que fuera el centro de la Iglesia contrarreformista de época de Felipe II: el Real Monasterio de El Escorial. Entre la sobriedad renacentista de sus muros y la magnificencia de lo que atesora (biblioteca, monasterio, jardines, pintura, escultura, armería, artes decorativas… y el panteón real) destaca el templo, dedicado a San Lorenzo. Quien visita el conjunto encuentra los ecos de un siglo de inquisiciones, esplendor en las artes, armadas y pasiones, que pese al paso del tiempo sigue pudiéndose avistar desde una silla.
Sur de España: Catedral, Alcázar y Archivo de Indias de Sevilla
La Giralda, alminar almohade, rosado y labrado con la perfección de la tradición árabe, tiene desde hace siglos una segunda piel: el campanario, cristiano, con su veleta convertida en muchacha giróvaga. Y es que todo en Sevilla resulta mezcla de tradiciones y religiones, sobre todo la zona de la Judería o su catedral. Que, dentro de sus imponentes muros, esconde un patio lleno de naranjos, oasis que recuerda otra vez la mezquita que fue.
Del gótico templo a los callejones, dicen que Sevilla sigue oliendo a azahar y coches de caballo, tal vez todavía muy similares a los del tiempo de Murillo y Velázquez. Entre patios andaluces (macetas y azulejos por doquier), el visitante valora los impresionantes jardines del Alcázar, en los que el agua fluye entre la vegetación, como en los de La Alhambra de Granada, y el archivo que guardó y guarda los secretos del ‘nuevo mundo’.
Oeste de España: Ciudad vieja de Santiago
Quien prefiera reducir la aplastante sensación de calor podrá decantarse por explorar Santiago de Compostela, cuya ciudad vieja fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. Incluso Lorca, el poeta andaluz por antonomasia, le dedicó versos de embeleso a las esquinas de su trazado, a las callejuelas que se congregan en torno a la plaza del Obradoiro, que no por casualidad siempre está en obras.
Fundada sobre un sepulcro, hasta que no apareció el coronavirus parecía irreal llegar a ver Santiago despejada de turistas y peregrinos. Los primeros a la caza de camisetas con flechas, los segundos de la Compostelana y de acariciar al santo apóstol. Que, sin embargo, lleva ya mucho tiempo sumido en la distancia social: protegido del roce piadoso en favor de su conservación. La piedra románica de sus muros, los conventos y monasterios extramuros y las pizarras de hostelería, anunciando tapas de pulpo y cerveza fría, te permiten abstraerte de esta actualidad de mascarillas.
Este de España: Obras de Antonio Gaudí en Barcelona
Hizo casas de la burguesía y colonias para el proletariado, parques (civiles) y templos (sagrados). Antonio Gaudí dedicó su vida a fundar una arquitectura del todo, dándole un sentido orgánico a su obra, la mayor parte de ella en Barcelona.
Fachadas como escamas de animales (Casa Batlló) o atravesadas por vidrieras para que la luz aligere los interiores (Sagrada Familia), la arquitectura de Gaudí recoge esa magia: te permite ver el árbol y ver el bosque. Enamorado de la materia, el catalán siempre compaginó ese amor con su anhelo de trascendencia. Murió dejando inacabada la basílica que más demostraría su espiritualidad católica, y esa convicción suya de que todo en la naturaleza está conectado. “No separes el no del sí”, escribiría Paul Celan, que nació pocos años después de la muerte de Gaudí.