Agradecimiento público de un jesuita a José María Castillo en su 90 cumpleaños Enhorabuena, Pepe. Y mil gracias a ti, y a Dios, por ser quien eres
Este es un escrito breve en el que expreso lo primero que me viene a la mente y al corazón como más importante
¿Qué menos que algún jesuita tenga también alguna palabra pública de agradecimiento a él, que tanto ha trabajado en la Compañía y en la Iglesia?
Agradezco a Pepe el papel que ha desempeñado en mi vocación
Agradezco las tres constantes de su pensamiento teológico: el seguimiento de Jesús como clave central, la Libertad como fruto de la acción del Espíritu en los seguidores de Jesús y la desclericalización de la Iglesia como camino indispensable para una reforma autentica de la Iglesia
Y le felicito por aquellas palabras del Papa que le han llenado el corazón de paz y alegría
Agradezco a Pepe el papel que ha desempeñado en mi vocación
Agradezco las tres constantes de su pensamiento teológico: el seguimiento de Jesús como clave central, la Libertad como fruto de la acción del Espíritu en los seguidores de Jesús y la desclericalización de la Iglesia como camino indispensable para una reforma autentica de la Iglesia
Y le felicito por aquellas palabras del Papa que le han llenado el corazón de paz y alegría
Y le felicito por aquellas palabras del Papa que le han llenado el corazón de paz y alegría
| Esteban Velázquez Guerra S.J
Hoy, 16 de agosto, el conocido teólogo granadino José María Castillo, cumplirá sus 90 años. Conozco a Pepe Castillo desde que entré de jesuita en el año 1964. Él era entonces el “padre espiritual” de los juniores, según la terminología al uso en aquel entonces, de los jesuitas de Andalucía y Canarias.
Después del Noviciado, los “juniores” teníamos dos años de estudios humanísticos. Desde entonces hasta hoy, muchas vicisitudes históricas nos han unido a él y a mí, y a otros muchos, en una amistad sólida. Y esta ha sido fortalecida por la prueba de la solidaridad mutua, mostrada en situaciones delicadas, que es donde se prueba el alcance de la verdadera amistad.
Ya sé que el amigo puede ser parcial a la hora de hacer valoraciones del otro amigo. Pero también sé que el amigo verdadero se hace presente y no falla en las ocasiones especiales y significativas en la vida, alegres o tristes. Los 90 años es una de esas ocasiones. En este caso y en las circunstancias actuales, un acontecimiento muy alegre.
Quiero darle a ese agradecimiento un carácter de alguna manera público. Me han movido a ello, entre otros motivos, dos principales:
a) La figura y la influencia de Pepe han sido de dimensión pública… muy pública. Y no exenta de conflictos, diversamente valorados por unos u otros. No voy a dar mi opinión sobre ellos en este escrito, como lo he hecho en otras circunstancias, por razones que no vienen al caso. Entre ellas, el enfoque positivo que quiero darle a mi carta de reconocimiento y agradecimiento
b) Me ha emocionado su reciente escrito, también público, de agradecimiento a la Compañía y en especial a la Facultad de Teología de Granada, lugar donde se originó el conflicto eclesial, de sobra conocido, que afectó a Pepe de modo especial.
Pepe Castillo, en sucarta de gratitud, con gran elegancia y finura, ni siquiera nombra el conflicto que tanto condicionó su vida. Por el contrario, se deshace en elogios al papel de la Compañía de Jesús y a lo que esa Facultad ha supuesto y significado para la Iglesia. Ese escrito le engrandece.
Gratitud a los Jesuitas de Granada.
— ReflexiónyLiberación (@Reflex_Lib) 25 de mayo de 2019
(José María Castillo – Teólogo).https://t.co/svULL8dcOVpic.twitter.com/GQCKIJ8xIo
Pero ¿qué menos que algún jesuita tenga también alguna palabra pública de agradecimiento a él, que tanto ha trabajado en la Compañía y en la Iglesia? ¿Y qué menos que felicitarlo públicamente, al cumplir 90 años, por el inmenso trabajo desarrollado, del que muchos, entre los que me cuento, nos hemos visto tan beneficiados?
Quiero concretar más algunos de los motivos por los que le agradezco su aportación teológica y cristiana a mi vida. No seré largo, porque este es un escrito breve en el que expreso lo primero que me viene a la mente y al corazón como más importante:
Agradezco a Pepe el papel que ha desempeñado (muy grande) en mi vocación y en mi continuidad en la Iglesia y en la Compañía de Jesús. Tanto cuando era jesuita, como ahora que no lo es aunque siga como sacerdote no incardinado en una diócesis. Su acompañamiento espiritual en mi vida, y creo que en la de tantos otros, que eran o siguen siento jesuitas y/o creyentes, siempre fue determinante en favor de la pertenencia en ambas instituciones.
Creo (quizás a diferencia de lo que otros, legítimamente, creen) que Pepe no tuvo entonces, ni tiene ahora, un papel o una influencia que favoreciera una crisis de pertenencia ni a la Compañía, ni a la Iglesia. Todo lo contrario, en unos momentos de fuerte evolución y crisis en la Iglesia y en la Compañía, Pepe fue uno de los que daban más argumentos válidos que tenían en cuenta nuestra forma de pensar y que nos motivaban a continuar, de manera adulta y coherente, en la Compañía y en la Iglesia.
También agradezco tres constantes de su pensamiento teológico que repite frecuentemente: a) El seguimiento de Jesús como clave central interpretativa en la teología y en la espiritualidad cristiana. b) La Libertad como fruto de la acción del Espíritu en los seguidores de Jesús. c) La desclericalización de la Iglesia (especialmente su poder de decisión) como camino indispensable para una reforma autentica de la Iglesia. Las tres son características esenciales de nuestra maduración humana, espiritual y eclesial.
Jesús no quiso templo. No quiso sacerdotes. No quiso rituales…
— ReflexiónyLiberación (@Reflex_Lib) 11 de marzo de 2019
(José María Castillo - Teólogo).https://t.co/J540sfBZlHpic.twitter.com/4zrkGdzgW1
Por último, más que un agradecimiento, una felicitación. Aquellas palabras del Papa en su encuentro personal con Pepe (“Siga escribiendo, sus libros hacen mucho bien”), unidas a sus encuentros últimos en Roma, tanto con el anterior Padre General de los jesuitas (Adolfo Nicolás) como con el actual (Arturo Sosa), creo que significaron un antes y un después en su relación con la Iglesia y con la Compañía. Esos encuentros (unidos a las previas llamadas telefónicas personales del Papa a Pepe) le han llenado el corazón de paz y alegría. Además han creado desde hace un tiempo un nuevo clima de reconciliación y paz en la relación de Pepe con (y “en”) la Iglesia y la Compañía. Ha sido el mejor regalo para sus 90 años. Sin olvidar que en todos estos años atrás, incluyendo los que han transcurrido tras su salida de la Compañía, la relación con sus antiguos compañeros jesuitas, especialmente con algunos más cercanos a él por trayectoria e historia común, ha sido espléndida, entrañable, mutuamente reconfortante y enriquecedora. Enhorabuena, Pepe. Y mil gracias a ti, y a Dios, por ser quien eres.
Granada, 12 de agosto 2019