Dios es más raro de lo que pensamos ¿Qué profecía no es queer?

Dibujo de Agustín de la Torre
Dibujo de Agustín de la Torre

Llamar ideología a la posición del otro o de la otra es ya bloquear el diálogo y no querer avanzar; reducir a ideología lo diferente que expresan los demás es comernos los frutos del árbol del bien y del mal y empacharnos de fundamentalismo.

Aquí, en este arcoíris, hay profecía, hay palabra de Dios.

Estamos en el mes lgbtiq+, hay marchas, conferencias, teatro, cine, talleres, campeonatos, publicaciones; hay, sobre todo, gente diversa, que ama, que sufre, que lucha; esa gente somos nosotros, nada de lo humano nos es ajeno y todo lo humano, para nosotros los creyentes, habla de Dios, es revelación de Dios.   

Creo que en la Iglesia necesitamos escuchar y escucharnos, el sínodo que viene nos da esperanza de oídos abiertos y corazón inclusivo; tenemos hasta ahora posiciones cerradas y, con frecuencia, desacreditamos a los que nos interpelan aún antes de que puedan explicarse.  Baste pensar en el término “ideología de género” tan usado en las iglesias y en el que encerramos todo lo que tiene que ver con diversidad sexual.  Llamar ideología a la posición del otro o de la otra es ya bloquear el diálogo y no querer avanzar; reducir a ideología lo diferente que expresan los demás es comernos los frutos del árbol del bien y del mal y empacharnos de fundamentalismo.

Gays cristianos

La pregunta es ¿quién tiene la ideología?  ¿los y las que expresan lo que sienten, aman sin tapujos, afrontan el rechazo y la homofobia, luchan por sus derechos, salen al encuentro de los que sufren discriminación, se unen por una causa? Creo que estos están más cerca de la vida, de la realidad, que otros, y ahí podemos estar muchos cristianos, que miran desde el altar y los púlpitos, sin salir a la plaza donde anda Dios; sacan frases sin contexto de la Biblia, como también lo hacía el diablo que tentaba a Jesús en el desierto; recurren a esencialismos y dogmas y se niegan la vida y el amor; ponen a otros cargas pesadas que ellos mismos no llevan, repiten sin Espíritu Santo un catecismo viejo de fórmulas aprendidas de memoria.  Creo sinceramente que hay más ideología de género en los que atacan a la comunidad lgbtiq+ que en los que militan en sus colectivos.

Aquí, en este arcoíris, hay profecía, hay palabra de Dios.  Sé que todos estos colores causan mucha controversia, que todavía no son muy “eclesiásticamente correctos”, que nos desubican, que nos sacan del closet, que nos ponen en lo otro, lo extraño, lo poco usual: ¿qué profecía no es queer?

Escuchemos la profecía, Dios es más raro de lo que pensamos.  Y nosotros, tan de apariencia monocromática, somos colores.    Hay teofanías insospechadas allí donde, sin discernimiento, solo vemos diablos.

De Agustín de la Torre
De Agustín de la Torre

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