Soledad sin límites

Hoy, Viernes Santo, más gente en la Iglesia de Aguís que ayer, Jueves Santo, pero mucha menos que allá por los años cincuenta del siglo pasado. ¿Supone que hay menos fe? Entonces, la práctica religiosa era una costumbre, hacía parte de la vida social. Hoy es algo personal que brota de un convencimiento íntimo. Tal vez no todos los practicantes tengan una noción de un Dios personal, el Padre de Jesús, pero van a misa, a los oficios de Semana Santa, a visitar el Santísimo, porque sienten, creen, o tal vez solo quieren creer o creen que creen, que detrás de todo ello está Dios, el misterio, lo sagrado, que detrás del límite de lo que se ve hay algo, existe alguien. Y tal vez comulguen no porque se crean dignos de hacerlo sino para que la participación del banquete eucarístico les ayude a hacerse dignos de un día ver cara a cara a Dios. Mientras tanto, cada uno de ellos a su manera, acompañan a Jesús y a su madre en su  soledad sin límites

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