Primera alocución, como obispos, de Vicente Martín y José Antonio Álvarez "Caminar juntos, soñar juntos y construir juntos es uno de nuestros retos"

Primeras palabras de los nuevos obispos
Primeras palabras de los nuevos obispos

"Es una invitación a caminar junto a vosotros, reconociendo el don de nuestra vocación bautismal y queriendo manifestarlo al mundo viviendo la alegría del Evangelio"

"Soñamos caminar con toda la Iglesia que peregrina en Madrid desde la escucha, el diálogo y el discernimiento para descubrir juntos qué nos dice hoy el Espíritu y seguir llevando la luz del amor de Dios a todos los rincones y periferias, descubriendo entre todos el paso de Dios"

"Soñamos con el Reino de la paz, la justicia y la fraternidad en un mundo lleno de sombras, donde la dignidad humana está en crisis a causa de las guerras y las crecientes polarizaciones, del drama de las migraciones forzadas, de la precariedad laboral, de la violencia por los abusos y el deterioro de la casa común"

"Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio" (1 Tim. 1, 12). Estas palabras del apóstol San Pablo a su fiel amigo y discípulo Timoteo expresan bien nuestros sentimientos en este día.

Damos gracias a Dios porque nuestras vidas son el fruto de la entrega generosa y providente de muchos de vosotros y de tantos otros que han ido sembrando la semilla del Amor divino.

El viaje de tus sueños, con RD



Te damos gracias, Señor, por nuestras familias, verdaderos hogares donde Vicente y yo fuimos aprendiendo a reconocer la obra de Dios, que es siempre generosa, desmedida y paciente. Allí crecimos sintiéndonos queridos, acompañados y respetados.

Gracias damos a Dios por la vida y entrega de tantos hombres y mujeres que nos enseñaron la verdadera sabiduría de la vida, aquella que nos fue seduciendo y haciendo comprender que hay más alegría en dar que en recibir



Gracias damos a Dios por la vida y entrega de tantos hombres y mujeres que nos enseñaron la verdadera sabiduría de la vida, aquella que nos fue seduciendo y haciendo comprender que hay más alegría en dar que en recibir.

Imposición de manos a los nuevos obispos
Imposición de manos a los nuevos obispos


Gracias por nuestras queridas diócesis de Mérida-Badajoz y Madrid, iglesias particulares en las que fuimos creciendo y aprendiendo a reconocer a un Dios vivo y verdadero, que se interesa por los hombres y cuenta con ellos para seguir haciendo presente su Reino en el mundo. Gracias porque en ellas recibimos la compañía y ayuda de muchos testigos de la fe: sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos, que nos enseñaron a fiarnos del Señor y a poder decir hoy junto a vosotros: "Padre nuestro, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".

Hoy también somos testigos, como el apóstol, de un Dios que se fió de nosotros. Sabiendo de nuestra pobreza, de nuestro barro y pequeñez, ha manifestado su gran bondad y misericordia al confiarnos este ministerio y poder así ser instrumentos suyos en medio de vosotros.

Agradecemos al Santo Padre, el Papa Francisco, su confianza en nosotros; a D. José, nuestro arzobispo, por llamarnos a colaborar con él; a nuestros hermanos mayores D. Juan Antonio y D. Jesús, de quienes necesitamos aprender para servir y amar a este pueblo que peregrina en Madrid: a los presentes y a los ausentes, y especialmente a los que aún no han conocido el Amor de Dios en sus vidas.



Gracias a tantos hermanos obispos que hoy nos acompañáis y nos recibís en la fraternidad episcopal, de quienes tanto hemos recibido y a quienes necesitamos seguir mirando para ser dóciles a la obra del Espíritu.

Gracias a nuestros hermanos sacerdotes, con quienes hemos compartido estos años de ministerio al servicio de nuestras iglesias. A las parroquias, instituciones y movimientos en los que hemos servido intentando dar lo mejor de nosotros, como el Seminario, Cáritas, la Conferencia Episcopal, Manos Unidas, Encuentro Matrimonial y Cursillos de Cristiandad.

Recibir este ministerio es una llamada del Señor a reconocer que Dios es amor, como reza el lema episcopal de Vicente, y a seguirle, como lo expresa el mío. Es una invitación a caminar junto a vosotros, reconociendo el don de nuestra vocación bautismal y queriendo manifestarlo al mundo viviendo la alegría del Evangelio. Como nos pedía el Papa Francisco hace unos días cuando nos recibió en Roma y nos decía: "No perdáis la alegría".

Consagración episcopal
Consagración episcopal



Y con alegría venimos a sumar. Nos incorporamos con ilusión y sueños en el proyecto evangelizador diocesano.

Soñamos poner, ante todo, en el centro de nuestra vida y ministerio al Dios que nos ha llamado, para aprender a ver la humanidad, esta sociedad madrileña, con su misericordia y abrazar el mundo con la esperanza del Evangelio. Ser Iglesia de la Pascua, abriendo caminos de esperanza allí donde sea necesario.

Soñamos caminar con toda la Iglesia que peregrina en Madrid desde la escucha, el diálogo y el discernimiento para descubrir juntos qué nos dice hoy el Espíritu y seguir llevando la luz del amor de Dios a todos los rincones y periferias, descubriendo entre todos el paso de Dios. Caminar juntos, soñar juntos y construir juntos es uno de nuestros retos. Ser Iglesia misionera y sinodal, Iglesia en camino, redescubriendo la vocación común bautismal y profundizando en nuestro ser comunidad cristiana en medio de una sociedad cada día más individualista y desvinculada.

Primeras palabras de los nuevos obispos
Primeras palabras de los nuevos obispos



Soñamos con el Reino de la paz, la justicia y la fraternidad en un mundo lleno de sombras, donde la dignidad humana está en crisis a causa de las guerras y las crecientes polarizaciones, del drama de las migraciones forzadas, de la precariedad laboral, de la violencia por los abusos y el deterioro de la casa común.

Los pobres y los excluidos, preferidos del Señor, se convierten en uno de nuestros criterios más serios y en la hoja de ruta para construir fraternidad abierta y universal. La caridad cristiana no entiende de fronteras, solo de compasión y dignidad, tiende puentes y acorta distancias. Queremos escuchar el grito de los más pobres porque en ellos escuchamos los gritos del Dios que sigue viendo, escuchando y sintiendo el clamor de su pueblo. Ser Iglesia acogedora, samaritana y fraterna.

José Antonio y yo tenemos claro que, junto a todos vosotros, somos discípulos misioneros, somos misión y nuestra vocación es iluminar, bendecir y vivificar para ser signos del amor de Dios.

Que los brazos de la Virgen de la Almudena sostengan la ofrenda de nuestra vida, ilusionada y dispuesta ante los desafíos, confiando, como nos dijo el Santo Padre, en que Dios es más grande que las dificultades que nos esperan. Contamos con vuestra oración y apoyo. Muchas gracias.

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