Entrevista al párroco de San Pedro de Gijón y su vicario general de 1982 a 1999 (I) Javier Gómez Cuesta: "Don Gabino era merecedor de ser nombrado cardenal, pero nunca fue amigo de cabildeos"

Gómez-Cuesta y Aznárez
Gómez-Cuesta y Aznárez

"D. Gabino está cercano a cumplir 96 años. Lleva ya 20 jubilado. Se ha conservado muy bien, pero necesita ayuda. Apenas puede valerse por sí mismo"

"D. Gabino cantó muy bien y fue muy aficionado a la música para la que tuvo grandes cualidades. Por ciento, le gusta mucho el flamenco"

"Es uno de los obispos más auténticos del espíritu conciliar y casi el único que vive todavía. Asistió solamente a la última etapa del Concilio, en 1965"

"D. Gabino siempre dijo que la mayoría del episcopado estuvo en contra del golpe del 23-F"

"Buscaba un nuevo talante y manera de presentarse la Iglesia"

"(Crearle cardenal) sería una forma de reconocer su misión pastoral, en un tiempo extraordinario en España, en alentar un espíritu de reconciliación de las dos Españas y de haber acercado la Iglesia a la Asturias de la izquierda y de resabios de la revolución de octubre"

I.- Introducción a cargo del entrevistador

    Fue en el pasado mes de diciembre, con ocasión de la visita romana ad Limina del primer grupo de obispos españoles, cuando se supo que el Papa Francisco se había interesado por el Arzobispo emérito de Asturias, monseñor don Gabino Díaz-Merchán, que tomó posesión de la archidiócesis ovetense en el año 1969, y pasando a emérito en el año 2002. Hoy vive en la Casa Sacerdotal de Oviedo. Días después, don Gabino volvió a estar de actualidad, con ocasión de las referencias a él que hizo un político socialista, don José Bono. 

    Teniendo en cuenta el papel central de don Gabino, uno de los pocos “Padres conciliares” aún con vida, en el final del Régimen anterior y en el presente, pareció de mucho interés entrevistar a quien fue su Vicario General, don Javier Gómez Cuesta, desde el año 1982 al año 1999, tomando posesión de párroco de San Pedro el 20 de junio de 1999, y felizmente ejerciente en la actualidad. 

    Este entrevistador manifiesta que quiere y admira a don Javier, con el que me unen vínculos de de fe, personales y familiares, importantes. 

Cuadro de Gçomez Cuesta
Cuadro de Gçomez Cuesta

    La larga entrevista se dividirá en varias partes, centrándonos en esta primera en la persona de don Gabino, con un interés histórico, sin duda. Las otras dos partes, que se publicarán posteriormente, tendrán el interés eclesiológico propio de un sacerdote de la Iglesia católica, como es don Javier Gómez Cuesta, de antes y de ahora, siempre sacerdote, y testigo cualificado, en primera línea, en los presentes tiempos turbulentos. 

P.- Cuáles fueron sus sentimientos cuando se enteró de que el Papa Francisco se había interesado por don Gabino, llegando a preguntar si seguía fumando?

R.- No sé. Pregunté a los que más van por allí, pero sólo dicen que esbozó  una sonrisa.

P.- ¿Qué últimas noticias tiene sobre don Gabino. ¿Cómo está, cómo se encuentra en estos momentos?

R.- D. Gabino está cercano a cumplir 96 años. Lleva ya 20 jubilado. Se ha conservado muy bien viviendo discreta y silenciosamente en la Casa Sacerdotal, con pequeños achaques, de mente y cabeza muy despejado, con buena memoria, activo en su ordenador, en las redes ha sido un pionero y dedicado a la lectura, siguiendo al día la vida eclesial y política y con la sabiduría de las personas reflexivas. La mente la sigue conservando bien, pero sus facultades están disminuidas. Es dependiente, como se dice ahora. Necesita ayuda. Apenas puede valerse por sí mismo.

Gabino Díaz Merchán

    P.- Usted también estudió en la Universidad Pontificia de Comillas, así como don Gabino: ¿Coincidieron en Comillas? ¿Cómo era allí don Gabino?

R.- Conocí a D. Gabino en la segunda etapa que estuvo en la Universidad de Comillas. Aunque estudio toda la carrera sacerdotal allí, se ordenó de sacerdote, en 1952, antes de iniciar yo los estudios primarios en el Seminario Menor que fue el año siguiente, 1953. Luego vino de nuevo a Comillas a hacer el Doctorado en Teología. Coincidimos en la sala de música, cantando en la Schola Cantorum, que dirigía el gijonés P. José Ignacio Prieto,  creo que él de barítono y yo de contralto. Cantó muy bien y fue muy aficionado a la música para la que tuvo grandes cualidades. Por ciento, le gusta mucho el flamenco. Pero no había, entonces, trato entre mayores y pequeños. No estaba permitido y era muy vigilado. Recuerdo de él lo que le dijo a un condiscípulo mío toledano el P. Joaquín Salaverri s.j. que fue perito del Concilio Vaticano II: “A un discípulo de Díaz Merchán, no tengo yo nada que enseñarle”. En Comillas tuvo fama de bueno, espiritual (del P. Nieto, hoy camino de los altares) e inteligente. El P. Salaverri fue su director de tesis sobre Eclesiología.

  P.- El silencio de don Gabino ha sido interrumpido por la publicación del libro Evangelizar en un mundo nuevo, editado por PPC en el año 2017, siendo usted el autor del Prólogo. ¿Costó mucho que don Gabino escribiera el libro, que considero magnífico? 

R.- En ese libro quiso él manifestar sus reflexiones y convicciones sobre la evangelización en este próximo futuro, dados los cambios acelerados que ya predijo el Concilio Vaticano II. Es como el Libro del Eclesiástico de la Biblia. Condensa en él su larga experiencia pastoral y como abrirse a un futuro nuevo con una nueva evangelización. Lo escribió con ilusión y con el deseo de colaborar en un momento difícil de la misión de la Iglesia. Jubilado, nunca quiso desentenderse del quehacer de la Iglesia. Tiene valor de testamento eclesial.

P.- ¿Cómo resumiría usted el “alma conciliar” de don Gabino?

R.- Es uno de los obispos más auténticos del espíritu conciliar y casi el único que vive todavía. Asistió solamente a la última etapa del Concilio, en 1965. Hacía un mes que había recibido los óleos episcopales en la Plaza  de la Catedral de Guadix en la tarde tórrida del 22 de agosto. No había adquirido todavía formas y modos episcopales preconciliares. Estaba tierno en esa dimensión y, además,  joven, tenía 39 años. Pudo incorporar con facilidad el nuevo modo de ser obispo conciliar. Así lo ejerció. Con sencillez, con dialogo, escuchando a todos los organismos que el Concilio puso en marcha para una iglesia más participativa y menos monárquica.  Uno de los signos fue el dejar de vivir en el Palacio Episcopal, censurado por bastantes. 

Libro de Don Gabino

P.- ¿Cómo vivió el post-concilio  don Gabino, desde una Diócesis tan especial y socialmente muy conflictiva como Asturias?

R.- D. Gabino sucedió a Tarancón, también obispo conciliar,  pero que al final tuvo dificultades con algunos sacerdotes de las cuencas por la pastoral social y la respuesta que debía dar la Iglesia asturiana cuando empezaron las huelgas en  Asturias. Se le acusaba de poco comprometido a la hora de denunciar la situación. Su cambió para Toledo fue rápido y estratégico. D. Gabino, entonces, dado el clima tenso que había en 1969, fue el obispo oportuno en el momento oportuno. Supo entender la situación y acertó a saber acompañar  a los curas más comprometidos. Algunos acabaron en la cárcel de Zamora. La policía rodeo el palacio episcopal. En el edificio del palacio estaba la imprenta diocesana  que editaba el boletín del arzobispado y demás materiales y allí se imprimieron algunos de la notas que se difundían cuando las huelgas (no había libertad de prensa) y que no eran permitidas por el gobernador civil Mateu de Ros. 

Los primeros años, por el movido y crispado ambiente sociopolítico fueron difíciles, pero sin duda D. Gabino supo sintonizar y activar la dimensión social de la pastoral identitaria de Asturias, que hoy en gran parte se perdido. No está tan activa la dimensión social de la fe y los movimientos apostólicos de vanguardia (HOAC, JOC, JARC…) tienen como militantes un pequeña minoría. Se promocionan asociaciones más conservadoras y cultuales. Asturias como archidiócesis adquirió  prestigio y ser arzobispo de aquí era un gran honor. Por otra parte, el trato cercano y la confianza que siempre depositó en el clero hizo de él una persona muy estimada y querida, aunque nunca buscó popularizarse.

P.- Fue Presidente de la Conferencia Episcopal española desde el 23 de febrero de 1981, el día del “Tejerazo” hasta febrero de 1987, ¿Qué pensó don Gabino del Golpe de Estado intentado?

R.- Ha contado varias veces este episodio del Golpe de Estado y su elección. Cuando sucedió ese macabro evento, la tarde noche de ese día, D. Gabino todavía no estaba elegido. Salía presidente sobradamente, como indicaban las votaciones sondeo habidas ese día,  pero la votación definitiva sería al día siguiente. El Presidente era todavía Tarancón, pero no pernoctaba en la Casa de Ejercicios del Pinar de San Martín, lugar de las reuniones, antes de Añastro. Hubo revuelo aquella noche y había que sacar una nota reflejando la actitud de la Iglesia Española ante aquel golpe antidemocrático. Pero faltaba el presidente que no estaba localizable y algunos querían que D. Gabino actuase ya al frente de la Conferencia al no poder contar con Tarancón.

El 23-F

La nota se redactó por un grupo de obispos, además de D. Gabino, donde D. Antonio Montero era el escribiente y se consensuó, pero hasta que no vino Tarancón al día siguiente no se publicó. Algunos la critican de tardía y como si hubiera habido dudas. D. Gabino siempre dijo que la mayoría del episcopado estuvo en contra del golpe. De hecho él no durmió, entre la escucha de la radio y la redacción de la nota en la que intervino y la enorme preocupación de lo que estaba sucediendo en el Parlamento. Al día siguiente, por la tarde, volviendo a Asturias y conduciendo él el coche, el sueño le dominó y tuvo un accidente saliéndose de la autovía sin consecuencias personales en las cercanías de Benavente. Pudo haberle costado la vida.

    P.- Don Gabino vivió como Arzobispo la llamada “Transición política”, o paso de una Dictadura, con importantes complicidades de la Iglesia, a un Régimen democrático, ¿Cómo vivió eso en los años que usted fue su estrecho colaborador? 

R.- No hay que olvidar que había Obispo Auxiliar, D. José Sánchez, hoy jubilado en Salamanca. D. Gabino, en su etapa de presidente, pasaba muchos días fuera, en Madrid, como era natural siendo Presidente. Eventos a los que debía asistir, más los muchos viajes acompañando al papa viajero S. Juan Pablo II. Fue siempre cumplidor de su responsabilidad. Pero D. Gabino es una persona con la que da gusto colaborar, porque aprendes mucho en cómo formar juicios de opinión y manera de resolver os problemas “cum lumen et pace” (es su lema episcopal) en discernimiento como buen discípulo de los jesuitas y porque cuando tiene confianza sabe delegar. Para mí fue también una etapa de los ocho años llena a de responsabilidad y además, fue una etapa creativa en la diócesis. Mantenía con él una frecuente comunicación.  

Se dio perfectamente cuenta que para la Iglesia española comenzaba una etapa nueva.  Bajo su inspiración se publicó un Documento importante: “Testigos del Dios vivo” que era una reflexión sobre la misión y la identidad de la Iglesia  en nuestra sociedad, ahora nueva. Buscaba un nuevo talante y manera de presentarse la Iglesia.

Don Gabino y Felipe González

    P.- No obstante los méritos y capacidad, acaso tantos como el claretiano Monseñor Sebastián, los Papas, hasta ahora, no hicieron Cardenal a monseñor Díaz Merchán, y habiendo sido mantenido durante muchos años, desde 1969 a 2002, en la misma Diócesis ¿Por qué?

R.- Los que conocimos a D. Gabino, todos pensamos que de verdad era merecedor de ser nombrado cardenal. Pocas personas he visto yo con tanto amor y preocupación por la Iglesia. Pero nunca fue amigo cabildeos y menos vaticanistas. Cuando iba a la visita “ad limina” en las entrevistas obligadas que había que tener con los diversos dicasterios, siempre fue con la verdad por delante. Se trasladó a un sector romano una imagen suya distorsionada. Semejante a esa que ahora denominan “progresista de izquierdas”. Ni de derechas, ni de izquierdas, del evangelio, de fidelidad a la iglesia.

D. Fernando Sebastián era más lúcido. Fue Rector y excelente profesor de la Universidad de Salamanca. Más rotundo en sus afirmaciones y más atrevido para las negociaciones con el gobierno socialista. Había una comisión para tratar los asuntos más importantes que presidían Alfonso Guerra y Fernando Sebastián que era el secretario de la Conferencia en un momento importante. Tenía más facilidad para impartir conferencias y presentarse ante los medios de comunicación. Podemos decir que tenía mejor imagen, como se dice ahora.

    P.- ¿Podrá aún Francisco corregir tal omisión? 

R.- Todo es posible! Pero no probable. Teníamos cierta esperanza cuando de cumplieron los 50 años del Concilio, el año 2015. Quizá faltó embajador en roma que lo sugiriera y recordara su nombre y su historia. También, como cuando de filma en la TV. hace falta que alguien diga: enfoca a aquel, es una persona muy importante. No la hubo. Mientras viva pudiera suceder, ahora que se vuelve a hablar de elección de nuevos cardenales. Sería una forma de reconocer su misión pastoral, en un tiempo extraordinario en España, en alentar un espíritu de reconciliación de las dos Españas y de haber acercado la Iglesia a la Asturias de la izquierda y de resabios de la revolución de octubre. 

Díaz Merchán y Tarancón

    P.- ¿No es un derroche que una persona tan capaz como don Gabino esté tan callado, estando vivo y no muerto?

R.- Tuvo iniciativas de crear y lanzar algunas formas de evangelización valiéndose de las nuevas redes, campo que él conocía y dominaba. Todo lo tecnológico e informático se le daba muy bien  Fue amante, conocedor y pionero en toda esta tecnología de la comunicación. En el arzobispado fue el que tuvo y manejó el primer ordenador, un Amstrad personal que por cierto, metía bastante ruido al teclear. Lo achacaba a que de niño le gustaba ya ir al garaje de su tío Esteban y aprender a  arreglar los motores de aquellos coches antiguos de la postguerra. Estaba al día. Le apasionaba. Me llamaba la atención con qué facilidad manejaba todos esos artilugios, programas y aplicaciones. Conocía las tripas y se aventuraba a poner algún remedio cuando le surgía algún problema. Recuerdo el miedo que tenía a que le borrara la memoria cuando algún técnico tenía que intervenir. Cuando viajábamos, en el aeropuerto iba al quiosco y compraba las revistas de esta materia. Era su lectura en el viaje. Además, era honrado: adquiría los programas, no los pirateaba. Entonces, costaban buen dinero. En la CEE había algún obispo más que tenía esta afición, recuerdo a D. Antonio Algora de Ciudad Real- y ponían en común  los adelantos que hubiera.

(Continuará)

San Pedro de Gijón
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