El arzobispo, a quien acompañaba su nuevo obispo auxiliar, monseñor Francisco José Prieto Fernández, así como el obispo emérito de Tui-Vigo, monseñor José Diéguez Reboredo, recordó a los sacerdotes el sentido de su misión y les instó a avivar “la luz sacerdotal para que nuestras comunidades no se sumerjan en la oscuridad. No permitamos que el activismo atrofie nuestra alma: la amistad con el Señor nos compromete a tener sus mismos sentimientos y nos envía a expropiarnos de nosotros y compartir la vida de nuestros pueblos”.
Consagrar el Crisma y los Óleos
En la Santa Misa el arzobispo consagró el Santo Crisma y los Santos Óleos. Con el Santo Crisma se ungen los recién bautizados, se hace la unción a los que se confirman y se ungen las manos de los presbíteros en su ordenación sacerdotal, la cabeza de los obispos en su ordenación episcopal y las iglesias y los altares en su dedicación. Por su parte, con el Óleo de los catecúmenos, éstos se preparan y disponen al Bautismo, mientras que con el Óleo de los enfermos, éstos reciben el alivio en su debilidad.
“Nuestra Diócesis”, dijo monseñor Barrio, “nuestras parroquias necesitan ser ungidas para que la bondad de Dios se consolide y se expanda en nuestra sociedad. A veces nos desalentamos. Es momento de orar con más intensidad. Toda actividad pastoral pierde eficacia si no brota de una profunda e íntima comunión con Cristo”. El arzobispo añadió que “damos grazas ao Señor que “nos fai dignos de servirlle na súa presenza”. Ninguén está tan preto do seu señor como quen lle serve. Neste sentido, “servir” significa proximidade, require familiaridade e conleva obediencia”.
Monseñor Barrio también pidió a los miembros de vida consagrada y laicos que “encomendedes as nosas inquedanzas persoais e pastorais. Pregade para que non falten sacerdotes na Igrexa”. Tras la Comunión, y como acción de gracias, funcionó el botafumeiro.