Los sacerdotes de la diócesis de Madrid que este 2024 celebran las bodas de plata, «tuvimos la gracia de encontrarnos con el Santo Padre», ha afirmado Pedro Ignacio Pérez Lozano, párroco de Santa María del Pinar y consiliario de Cursillos de Cristiandad. «Nos ordenamos en 1999; la última promoción del siglo XX. Gracias a Dios, pudimos ir todos los que hemos compartido la vida y el ministerio, excepto uno, ya que falleció un familiar».
Respecto al encuentro que mantuvieron el pasado miércoles con el Papa, el Padre Pedro ha recordado las palabras que Francisco les dijo: «No perdáis la alegría». También les dio un consejo, «la eucaristía, la Virgen María y la gente. «No os apartéis de la gente». En otro momento de la conversión, el Papa les habló de la importancia de la confesión para los sacerdotes, «siempre dispuestos a confesar y a confesarnos». Además, el presbítero ha afirmado que estar con el sucesor de Pedro «ha sido un regalo precioso, de vernos confirmados en la fe, y poder compartir la vida con los que fuimos ordenados, 16».
«Mucha Ilusión, alegría y agradecimiento a Dios por tanta gente buena que nos ha acompañado en el camino, por todos los que hicieron posible que la llamada del Señor cuajara en nosotros y diéramos una respuesta generosa al Señor». Por último, el sacerdote ha señalado que «25 años después estamos a dispuestos a seguir diciendo que sí, si cabe con más alegría, ilusión y con más conciencia de lo que es el ministerio sacerdotal».
Bodas oro y plata sacerdotales
En la festividad litúrgica de san Juan de Ávila, patrono del clero español, el pasado 10 de mayo, se celebró la jornada en la que se rindió homenaje a los presbíteros que conmemoraron este año sus bodas de oro y plata sacerdotales. Tras la conferencia del Padre Elías Royón, S.J., vicario episcopal para la Vida Consagrada y padre sinodal, y el homenaje a los sacerdotes, se celebró una eucaristía en la capilla del Seminario.
Durante la homilía, el cardenal José Cobo expresó su gratitud a los sacerdotes de la diócesis por su «entrega a la tarea pastoral, por vuestra disponibilidad permanente al servicio de la Iglesia diocesana, por vuestra fidelidad en medio de las dificultades. Y esto durante largos años: 25, 50; gracias de corazón por vuestra respuesta siempre ilusionada y en esperanza, por entender que estáis al servicio de una misión que es mucho más que un trabajo profesional, con horas de oficina».