En el carisma de Don Orione, no hay obra social sin parroquia ni parroquia sin obra social. Así, el chalecito tenía una capilla, que llegó a ser la parroquia Reina de los Ángeles, y que ahora tiene un templo nuevo y más espacioso a escasos diez minutos andando. Parroquia y hogar han acogido la mañana de este miércoles, 21 de febrero, a los participantes del Viaje Por Tantos, iniciativa de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para dar a conocer la labor que la Iglesia lleva a cabo gracias a, entre otras, lo recaudado al marcar la X en su casilla de la declaración de la Renta. La visita formaba parte del recorrido que están haciendo durante toda esta semana para conocer diferentes realidades de la Iglesia.
Como se afirma desde el Secretariado para el Sostenimiento Económico de la Iglesia de la CEE, una parroquia es «lugar de anuncio de la fe, de la Buena Noticia; de celebración, con los sacramentos, y de vivencia de la parte caritativa». Así, «fruto de esa fe que se anuncia, celebra y vive es esta ayuda a personas con discapacidades intelectuales» que viven en el Hogar Don Orione. Y los sacerdotes que atienden la parroquia y la obra «se sostienen gracias al dinero de la X».
La llegada de los viajeros
Los viajeros, 15 en total, han llegado pasadas las 10:00 horas a las puertas del centro, donde han sido recibidos por Ana Moral, la directora (imagen principal). Allí han tenido una primera aproximación a lo que se iban a encontrar y han manifestado su interés por conocer detalles de funcionamiento y perfiles de los residentes. La directora les ha explicado que hay 114 personas viviendo (todos ellos hombres, manteniendo el espíritu inicial de la fundación) y 123 trabajadores, más ocho religiosos y tres religiosas. Son personas no con capacidades diferentes, sino con habilidades diversas, como prefieren decir en la familia orionista.
Lo han podido comprobar a la entrada del hogar, en la que hay colgados cuadros hechos por ellos mismos en diferentes texturas, colores y formas. O en cómo nadan en la piscina climatizada, una de las actividades fundamentales en su día a día para relajar cuerpo, pero también mente.
Un hogar de convivencia
Don Orione se llama Hogar porque es, de hecho, lo que representa para los residentes. Viven repartidos en grupos de quince personas en ocho hogares de convivencia con habitaciones, aseos, sala de estar y comedor. El servicio de cocina es común para todos. El estar en un hogar u otro lo marca el grado de autonomía del residente. El día a día es como el de «cualquiera de nosotros», explica la directora: se levantan, se duchan (los dependientes cuentan con ayuda para esto), desayunan y comienzan las actividades: fisioterapia, musicoterapia, jardinería, arteterapia, terapia con caballos… La persona está en el centro del hogar, de modo que la atención es totalmente personalizada. Se van de vacaciones, si pueden salir pasan el fin de semana con su familia… «Se trabaja para que tengan sosiego, paz; trata de sacar el máximo potencial de ellos, aunque a veces, cuando están muy deteriorados, lo importante es paliar sus dolencias físicas», subraya Moral.
Los residentes llegan al Hogar Don Orione a través de la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid. El más joven tiene 19 años y el más mayor, 74. De ellos, el 30 % no tienen familia, son tutelados, y por eso «se les arropa un poco más». En este punto detalla Moral un proyecto «muy bonito», Uno más en la familia, que consiste en vincular un residente a una familia voluntaria, que lo acoge como si fuera parte de ella.
Inquietudes, reflexiones, preguntas...
El interés demostrado por los participantes ha sido en general una nota dominante en estos tres primeros días de viaje. Los viajeros son todos ellos personas que nunca han marcado la X en la casilla de la Iglesia y que fueron seleccionados por la CEE en un casting de entre más de 200 personas. Especialmente impactados se mostraron tras haber pasado la mañana del lunes con un sacerdote de Guadalajara, en una zona de la España vaciada, con el que compartieron además el momento de la comida.
«Es una experiencia muy enriquecedora — continúan desde el secretariado —, como Iglesia de puertas abiertas, para mostrar lo que es lo que hace». Para los viajeros está siendo «un gran descubrimiento; de pronto se les ha abierto una ventana nueva» y les surgen inquietudes, dudas, que generan mucho diálogo. En definitiva, están haciendo un «doble viaje: el viaje en sí y el viaje interior; están reflexionando, se están interpelando, estas realidades no les dejan indiferentes».
También en esta parada ha tenido lugar un encuentro entre los participantes del viaje y el director del Secretariado para el Sostenimiento Económico de la Iglesia, José María Albalad (en la imagen inferior), en el que se ha ahondado en todas las cuestiones relativas al sostenimiento de la Iglesia y de sus proyectos. Los participantes han podido plantear sus dudas y preguntas en un clima de diálogo en el que han salido temas no solo de la asignación tributaria, sino también en general de la financiación de la Iglesia. Se trata de que no solo conozcan la labor social y espiritual de la Iglesia, sino también cómo se hace posible todo ello.