En este sentido, Sanz ha añadido que los laicos tienen un papel insustituible dentro de la Iglesia y de la sociedad. «Desde que fuimos bautizados tenemos una vocación y una misión que no podemos eludir. Tenemos que estar en medio del mundo y llevar a todos el mensaje de amor de Dios». «El mundo nos necesita con nuestras palabras y con nuestras obras, según nuestras propias capacidades y sin miedo para que demos testimonio de un amor de Dios que es cercano, lleno de esperanza, de alegría, de ilusión, un Dios que consuela y que perdona», ha añadido.
Además, ha recordado que «los laicos somos quienes tenemos que llevar la Iglesia al corazón del mundo, no podemos sentirnos agentes pasivos dentro de la Iglesia y de la sociedad, porque la evangelización del mundo o se hace con nosotros o no se hará. No olvidemos que tenemos una misión, la de ser misioneros». Otro de los aspectos que ha señalado es que si hemos descubierto que Jesús nos ama hasta dar su vida por cada uno de nosotros, «no tenemos que tener miedo a compartirlo con los que todavía no han tenido ese primer encuentro con Jesús», y sobre todo, «no podemos tener miedo acercar a Jesús a los que más sufren y a los que peores momentos están pasando».
"Tenemos una misión"
«Acerquémonos también a nuestras parroquias, porque estas, no son solo edificios, sino que están formadas por todo tipo de personas; unas que desean celebrar, orar y compartir su fe, pero también hay otras que no tienen esa inquietud». En esta línea, ha recordado que «hay personas que acuden a las parroquias para buscar cómo crecer y madurar en la fe, y también hay otras que no ven la necesidad de conocer más a Dios». Por tanto, es evidente, que «los laicos tenemos una misión a la que estamos llamados en la Iglesia y en la sociedad. No tengamos miedo», ha concluido.