También de 7 años, Antonio se mostró encantado de haber viajado a Roma acompañado de su madre, que le explica cosas de la fe porque «trabajó en la JMJ». «Ayer llegamos al aeropuerto y cenamos unas cosas muy ricas», dijo orgulloso de su experiencia internacional. Esa misma mañana fue a ver el Coliseo, que le pareció «muy chulo». También pudo ver las tumbas de varios Papas y, de su visita «al campo de fútbol de Roma», recordó que «lo hemos pasado muy bien, hemos visto al Papa y ha habido fuegos artificiales».
Un poco mayor que los anteriores, Ana, de 11 años, contó que por la mañana descubrieron «los sitios más importantes del Vaticano». De su visita al Estadio Olímpico subrayó que «hemos visto hablar al Papa y hemos escuchado su mensaje». Confesó que «yo lo he pasado muy bien, pero ahora estamos muy cansados y vamos al restaurante para acabar bien el día». Seguramente con una pasta a la carbonara o una pizza margarita.
De las palabras del Papa, Ana se quedó con que «nosotros, los niños, podemos hacer que haya paz en el mundo». Siguiendo el consejo del Papa de cuidar a los abuelos, contó que los suyos «son muy majos» y que «me encanta pasar tiempo con ellos porque siempre nos llevan a sitios chulos y nos entendemos mucho». La muchacha «no tenía ni idea» de que esa tarde iba a ver a niños cristianos de tantos países. Aparte de ucranianos o palestinos, los ha visto también coreanos, de Burundi, Australia y Afganistán. Ella ha hecho lo que ha podido en representación de su patria y «hemos estado todos agitando la bandera y gritando “Viva España”», presume entre risas.
Teresa y Ana «somos madre e hija y hemos ido a la primera Jornada Mundial de los Niños en familia, con sus hermanos y mi marido». Antes de convertirse en madre, Teresa ya había estado en «otras Jornadas Mundiales, pero de la Juventud». Ella, su marido, sus cuatro hijos y el que tienen «en el cielo» están disfrutando de «este fin de semana espectacular que nos ha regalado el Papa».
«Estamos con miles de niños de todo el mundo y estamos transmitiendo a nuestros hijos la universalidad de la Iglesia», explica esta madre, para quien este concepto significa «que hay muchísimos niños que son amigos de Jesús». A su hija Ana le ha gustado «cuando han soltado los globos» en el Estadio Olímpico. Y la madre desea «que este viaje tan bonito se pueda repetir con cientos de niños de la archidiócesis de Madrid el año que viene».
Miguel, de 6 años, dijo estar «muy cansado». De hecho, durante el acto de casi cuatro horas en el Estadio Olímpico, «me he tenido que ir un rato con mamá» para acabar volviendo luego. Pero el balance le sale positivo porque «me ha encantado ver a tantos niños del mundo», aparte de «ver de cerca al Papa», algo que no sucede todos los días.