El cielo empieza a la altura de tus tobillos. Es Navidad

Que nos queden las marcas de los tiempos que gastamos en lo que no nos estaba pasando a nosotros.

Que nadie se vaya de este mundo sin saber qué se siente resucitar.

Es Navidad

Encontrar
paz en la mirada cómplice de quien no necesita relatos sobre lo que estás sintiendo, en el abrazo que se transforma en mantita para curarte el frío y la soledad, en el lugar al que vas por primera vez y en dónde sientes que ya pertenecías, en el instante de silencio en la mitad del caos que te permite tomar aire y resistir cinco minutos más, en el cielo que empieza a la altura de tus tobillos y que alberga a los que parece que se fueron; es Navidad.
Saber que nunca habrá terror en el final y que el único infierno posible es destrozarnos esta vida, que hasta las derrotas más penosas son pesadillas de las que podemos despertar, que nunca estamos tan lejos de alguien como para no poder inventar caminos de encuentro; es Navidad.
Notar elviento que alcanza tu cara como si hubiera corrido para encontrarte, la montaña que estuvo ahí mucho antes de que llegaras y te da permiso de marcarla con tus huellas, el perro que te mira confiado en que puedes darle al mundo algo más grande que lo que nos da el sol, las hojas con sus tantísimos tonos de verde que gritan que para estar vivos no podemos ser idénticos; es Navidad.
Abrir el margen de tus requisitos para aceptar al que no piensa como tú, para acoger al que no cree igual que tú, para entender lo que han atravesado los que no hablan como tú, para darle más espacio al amor, que te pide deshacerte de tus moldes; es Navidad.
Vivir con la piel del alma expuesta y sin corazas, saliendo cada dia de cualquier rincón que se nos convierta en trinchera, dejando que impacte lo que pasa más allá de nuestro pequeño margen de confort o de apatía, dándole permiso al dolor o el anhelo de los otros de cambiarnos la agenda, y que nos queden las marcas de los tiempos que gastamos en lo que no nos estaba pasando a nosotros; es Navidad.
Imaginar qué pasaría cuando crucemos el umbral del perdón y renunciemos a la cuenta de cobro que tenemos lista para quienes nos quitaron o nos hirieron, qué quedaría cuando se desvanezca la venganza y la justicia nunca más se parezca a una revancha, quiénes seríamos si toda la rabia se convirtiera en fuerza para cambiar lo que nunca ha debido ser, abrazando en paz a quienes hicieron que así fuera; es Navidad.
Dudar de toda promesa hecha desde la lógica del "te haré grande si me haces grande", de todas las palabras dichas con pretensión de verdad absoluta, de las ideas que nos dejan más solos y encerrados por sospechar que somos los únicos que hacemos lo correcto, de las propuestas que requieren obediencia y sumisión, de cualquier religión que no sea una fiesta de la paz y la confianza; es Navidad.
Abrazar la propia historia con su carga de memoria y de lecciones, el propio talento que dice tantas cosas de lo que somos y lo que podemos, la propia incapacidad que nos recuerda que también hay momentos en los que somos torpes y no por eso somos menos, el propio camino sin seguir rutas ajenas ni más sistemas de navegación que la autenticidad, sin despreciar la historia, el talento, la incapacidad o el camino de nadie; es Navidad.
Dar paz con los brazos abiertos y la promesa de nunca permitirnos llenar la vida de reclamos, alegría a la medida de cada corazón con la intención de agregar otros colores y ritmos al caminar de los demás, aire a quienes lo piden a gritos porque sienten agonizar en cada instante al luchar por sobrevivir en un mundo que les descarta, la vida por cada persona que amamos para que nadie se vaya de este mundo sin saber qué se siente resucitar; es Navidad.

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