Rector de Comillas: "A la sociedad no se la sirve con fundamentalismos, ni con trincheras, ni sembrando odios" Julio L. Martínez, sj.: "Participamos cordialmente de la llamada del Papa a una Iglesia en salida"

(Jesús Bastante).- La Compañía de Jesús arranca un nuevo tiempo, con la elección de Arturo Sosa como su nuevo general. El rector de la Universidad Pontificia Comillas, la universidad jesuita de Madrid, Julio L. Martínez, sj., viene a RD para hablarnos de los retos de presente, y de futuro, en el ámbito educativo, social y religioso. "Estamos llamados a la cultura del encuentro", sostiene el rector.

Vamos a hablar del comienzo de curso en un año apasionante para la Universidad. Pero arrancamos con la elección del nuevo general de la Compañía de Jesús. La Universidad Comillas es un de las obras de la Compañía en España. Por primera vez, tenemos como general un no europeo. Un venezolano, Arturo Sosa Abascal. ¿Cómo habéis vivido el proceso de elección y la elección en sí?

Con mucha paz. Y con alegría en el momento de conocer la elección del nuevo general. Realmente, como no tenemos candidatos y no se postula ninguna campaña, nunca sabemos muy bien cual va a ser el resultado. Pero creo que el padre Arturo estaba entre aquellas personas en las que uno podía pensar que fuera elegido. Y personalmente estoy encantado, creo que es un hombre con una gran capacidad de educación y don de gentes. También se le tiene por muy buen estratega. Y por constructor de puentes y de participación plural.

Aunque le saludé alguna vez en Roma, no le conozco personalmente. Pero estoy muy contento.

¿Qué esperáis de un general de América Latina, en un momento en el que el Papa también es un jesuita y latinoamericano?. Es como si el centro se hubiera girado hacia Latinoamérica. ¿Qué puede significar esto?

Antes que pensar en el hecho de su procedencia, lo que espero es que sea una persona que realmente se fie mucho de Jesucristo. Que sea un hombre de fe, que nos comunique esperanzas y nos abra horizontes. Y en ese sentido creo que el que no sea europeo puede, incluso venir bien.

Probablemente, que el Papa sea el primer latinoamericano y que también el primer general de la Compañía lo sea. Y además el primer no europeo, en 476 años de historia de la orden, llama la atención.

Es verdad que el padre Nicolás, aunque es español está muy inculturado en Oriente. Cuando le oíamos hablar, no nos hablaba como un español que tiene las preocupaciones que tenemos en España o en Europa.

Hoy, en un mundo globalizado, y más nosotros con la vocación universal que tenemos, el sentido que tiene de donde uno venga, no es la marca determinante principal.

Pero sí es curioso que en una sociedad globalizada, hay pocas figuras globales. Y no solo en la Iglesia. Me refiero a una globalidad real.

Eso puede ser. Pero la vocación de un jesuita es universal. La globalización para nosotros, desde el punto de vista de nuestra vocación, no ha venido a cambiar nada. Lo que ha venido es a alterar muchas cosas del mundo, y con su ambivalencia, a generar disfunciones y tensiones. Algunas, que ya existían y otras que se han agudizado.

Para los que lleváis tiempo trabajando en las fronteras, precisamente en este concepto global del mundo tenéis mucho que decir.

Claro. Y después, los temas realmente candentes, y en mi caso los que más me preocupan, son temas mundiales. Siempre hay que hacer tanto el paso de lo global a lo local y viceversa, como de lo universal a lo particular- Y eso también forma parte de nuestra vocación. Son grandes horizontes, pero concretándonos en aquello que en cada momento nos toca.

El padre Sosa esto lo representa de una manera maravillosa. Con su gran circunstancia vital de que es elegido como consejero en la congregación que dirige el padre Nicolás, pero que no se desplaza ya a Roma. Como parece que no convenía por las funciones que en aquel momento tenía, le ponen a cargo de la Universidad de Tacchira que necesitaba una reconstrucción y una nueva planificación. Donde hizo una labor buenísima de crecimiento de la Universidad y de enfoque.

Y en el año 2014, el padre general sí que le llama a Roma para hacerle delegado general de las casas y comunidades de Roma, la cual llega a conocer muy bien.

Toda la estructura.

Eso también ayuda mucho. Como el hecho de hablar italiano. Se maneja en italiano y en lo que son los entresijos romanos.

Hablabas antes de pasar de lo universal a lo local. De tener en cuenta estos esquemas. La Universidad es una maestra de tratar algo en lo universal y en local y a la revés. Preparar a las personas en un contexto vital determinado para lanzarse al mundo lo más preparados posible.

Sí. Y en concreto, nuestra universidad es la línea de trabajo que tiene en la formación de los estudiantes. En una parte importante de las facultades, el 80% de los estudiantes tiene un año o más de formación en el extranjero.

Lamentablemente en nuestro país esto sucede poco todavía.

Pero en nuestros alumnos eso forma parte del método. En tres vectores de lo que es para nosotros capital en la formación de ellos. Preparación científico-técnica para ser buenos profesionales, toda la dimensión de internacionalización y después la formación integral.

Y luego en la Universidad, también en el sentido de diversidad de saberes que entran en diálogo para paliar un poco el aspecto de que la realidad la estudiamos parcelada. Que no puede ser de otra manera ,dado que necesitamos especialización.

También necesitamos herramientas para poder entrar en diálogo.

Exactamente, también necesitamos ese diálogo interdisciplinar. Y transdisciplinar, en el sentido de que no se quede solo entre disciplinas científicas. Que sea capaz de conectar con la sociedad y con sus necesidades. Y también en aquellos que en la sociedad están trabajando directamente sobre los problemas sean de la índole que sean, donde la teología y la filosofía forman parte de esa interdisciplinaridad, dándole profundidad.

Son como el armazón.

Están es todos los saberes. Nuestra Universidad es moderadamente especializada. Estamos en el mundo de las ingenierías, en el del derecho, el de las ciencias económicas y empresariales, ciencias humanas y sociales, teología, derecho canónico y también ciencias de la salud, con enfermería y fisioterapia. Esa especialización tiene que estar buscando siempre cómo entra en un diálogo entre saberes donde esté la profundidad de las preguntas fundamentales del ser humano.

No sirve de nada aprender a dar respuestas si no sabes cuáles son las preguntas. Las preguntas también van cambiando y también las capacidades para responderlas.

Por eso ahí hay una frontera, que hoy tiene la Iglesia y la Compañía de Jesús dentro de ella, que es la de la ciencia y la fe.

Ese eterno debate que parece imposible, pero que es necesario.

Sí, aceptando que son dos visiones del mundo, o, como dice el profesor Ayala, al que hicimos doctor honoris causa hace unos días en Comillas: Son dos ventanas abiertas a la misma realidad. Pero esas dos visiones, para que realmente respondan al conocimiento humano y a la vida humana, tienen que encontrarse en un diálogo, porque si no, dejan de hacer aquello para lo que también son llamadas.

Y en cierto modo pierden su razón de ser.

Sí, lo que pasa es que muchas veces la ciencia cree que ella misma puede generar todo lo que el conocimiento humano necesita.

Uno de sus paradigmas es la exclusión de lo trascendente.

También a veces le pasa a la Teología, que se salta las mediaciones científico-técnicas. Es como el que va a la Biblia, y encuentra la respuestas a las preguntas biológicas, a la astronomía, a la geología.

Sí, buscando respuestas de temas muy concretos del s XXI.

Pero esto también lo hacen los cientificistas. Hay como una doble cara.

Un juego de la soga. Cada uno tirando hacia un lado.

Y nosotros decimos: hagámoslo respetando la epistemología y lo que cada ciencia tiene que hacer, pero sin cerrar ese diálogo que tiene que darse entre disciplinas. Para expresarlo con un término ignaciano, para que el conocimiento interno de la realidad también pueda venir. El conocimiento interno san Ignacio lo aplica a Jesús, pero puede aplicarse perfectamente también a la realidad. Es el continuo llamado del Papa para que pongamos a la realidad como más importante que la idea.

Y aunar así la cultura del encuentro que supere esas globalizaciones y desigualdades del descarte.

Estamos llamados a una cultura del encuentro. Esta es otra dimensión de la universalidad. No solo entre disciplinas, sino entre visiones del mundo y de la vida. Entre cosmovisiones diferentes.

Afortunadamente estamos condenados a entendernos. Porque vivimos en el mismo mundo y formamos parte de la misma familia humana.

Ahí, nuestra congregación XXXIV durante el generalato de Kolvenbach, marcó las cosas de una manera que sigue siendo totalmente actual; el servicio de la fe y la promoción de la justicia tomando en cuenta la diversidad cultural, y el diálogo.

Ahora empieza una segunda fase de la Congregación General que es muy importante.

Sosa ha dicho que es muy importante porque al final, dice que las decisiones las toma la Congregación.

Claro, cuando le preguntan que hacia donde quiere llevar la compañía, el dice que hay que escuchar a la Congregación General primero.

Es un ejemplo de colegialidad.

Es el ejemplo que nosotros tenemos, máximo. Una vez que la Congregación ya no está convocada, efectivamente es el general el que tiene que llevar adelante las cosas. Siempre con su equipo. Pero la Congregación General es la máxima autoridad.

Casi en 500 años, estamos en la XXXVI Congregación General, lo que quiere decir que son reuniones importantes. Que no es una reunión trimestral de un grupo de personas que se reúnen a ver qué tal les va.

Además se ha preparado durante un par de años.

Este año además, con la suerte de que el padre general, el padre Nicolás, había anunciado que iba a abandonar. Con lo cual hubo un tiempo de preparación mucho más definido.

Es un tiempo que en otros casos lo hemos vivido de manera diferente. Cuando fue que Arrupe tenía que dejarlo, las circunstancias fueron más difíciles. Porque hubo una intervención del Papa nombrando un delegado. En el caso del padre Kolvenbach, fue también con tiempo suficiente para poder prepararla bien, y ahora lo mismo.

¿Cómo se sitúa Comillas hoy en esta Iglesia?. En la Iglesia española, donde trabajáis en comunión con los obispos y otras instituciones, y también en esa Iglesia universal.

Nos situamos, como siempre hemos hecho, buscando el mayor servicio a la Iglesia y a la sociedad. En este momento si cabe de una manera más fácil, pero nuestra actitud fundamental es la misma que hace unos años.

Es verdad que en esta cultura del encuentro, hablando de la universidad jesuita de Madrid que es Comillas, estamos en una relación muy cordial con don Carlos Osoro. Pero con la misma actitud fundamental. Lo quiero recalcar. Es la que siempre he vivido en los casi 34 años que llevo como jesuita. En las duras y en las maduras.

Vivimos un tiempo nuevo en la Iglesia. No sé si es Francisco, o si es el espíritu que se lleva moviendo desde hace mucho tiempo en el interior de la Iglesia a nivel de las comunidades. O que también la Iglesia está intentando ver al mundo de otra manera.

Es cierto que el talante del Papa y todo lo que está facilitando con lo que podíamos llamar la cultura del encuentro, ayuda. Estoy intentando terminar un librito sobre eso porque me parece que es una expresión que captura mucho de lo que está significando el Papa. Pero no cabe duda de que, en el año 64, el papa Pablo VI lanzó esa gran frase de que "la Iglesia es diálogo".

De hecho en el reciente simposio sobre Pablo VI, a muchos que no conocimos aquella época, nos han enseñado cuánto de Pablo hay en Bergoglio. Cuánta continuidad.

Por eso digo que el papa ahora está tratando aquello que fue antes de terminar el Concilio, la "Eclessiam suam". Está leyendo la experiencia humana. Y sobretodo los grandes signos donde se da la gran pregunta que viene de parte de Dios pero también de parte de la situaciones humanas, y sobretodo de las más dramáticas. Leerla a la luz del Evangelio. Todo ese sentido de la Iglesia en salida.

Nosotros participamos cordialmente de eso. No solo porque lo pida el Papa sino porque entendemos que la Iglesia tiene que estar en esa actitud continua de salir. Y además en salida a esos lugares que no son fundamentalmente geográficos, sino también existenciales, donde se da una frontera que de alguna manera dificulta el encuentro. Sean fronteras que hacen que la gente no pueda salir cuando escapa de la guerra o de la violencia, o sean temas en frontera.

Eso forma parte de nuestra vocación primigenia como jesuitas. Y nos sentimos totalmente identificados con lo que el Papa está pidiendo.

¿Ese "jesuitismo del papa", es importante para entender todo lo que está pasando en la Iglesia?

Yo creo que sí, y probablemente otro que no fuera jesuita y que también estuviera abierto a los signos de los tiempos haría cosas muy similares. Pero creo que en el caso de Francisco, hay una clave espiritual, que es nuestra contemplación de la encarnación. Los ejercicios espirituales, que es su manera de entender su discurso pastoral y toda esta iglesia en salida, es fundamental. El Dios-comunidad que es la trinidad, viendo el mundo como es en su realidad, dejándose afectar por ese mundo y respondiendo de una manera activa. Y esa respuesta es Jesucristo.

Y María aparece en esta contemplación como la que dice sí a Dios, la que hace que la palabra que Dios pueda hacerse humana.

Esta contemplación, que habla también de esto que al comienzo decía de la máxima universalidad y al mismo tiempo la máxima concreción, creo que está en todo lo que Papa plantea . Y en tal como plantea la cultura del encuentro. Y en qué es lo que teológicamente le mueve y espiritualmente está ahí.

Así se entiende, por lo menos, el enfoque de su documento principal que es la "Evangelii gaudium" peor también la "Laudato si". Y por supuesto el "Amoris laetitia", otro documento de máxima importancia. Aquí no se trata tanto de cambiar la doctrina, sino de cambiar de nuestra actitud ante la realidad.

En la que sobretodo está la doctrina, que contiene el mensaje de Jesús y del Evangelio.

Hay un gran conocedor del Papa, el padre Diego Fares, jesuita profesor, que habla del discurso pastoral y del discurso pastoral en el Papa, con estos componentes de universalidad, concreción y de todo este sentido de ser pastor. De salir y que esa salida te vaya configurando tu propia actuación. De la misericordia como respuesta.

Y también teniendo en cuenta quién es él, porque no deja de ser el Papa de Roma. Y que siga queriendo ser el pastor, el padre Jorge que se para y escucha, que da su misa por la mañana y se comporta como un cura de pueblo, como lo que fue durante muchos años.

A eso, personalmente, tampoco le doy tanta importancia. Creo que el papa Benedicto, con otro estilo, preparó a la Iglesia en este sentido.

Lo que nos demuestra la continuidad de todo esto frente a los que hablan de una ruptura brutal.

Hay una continuidad enorme en cosas doctrinales, pero con distinto estilo. Benedicto más intelectual y profesor de gran altura. Y Francisco más pastor y que disfruta con la gente. Y con una capacidad de reflexión y pensamiento importante. Yo sí veo la continuidad. Y además, cómo un pontificado ha preparado al otro. Y podíamos decir que un baluarte de este pontificado.

"Últimas conversaciones", que publica Mensajero aquí en España, en la que por primera vez un Papa hace balance de su pontificado, Benedicto deja muy clara esa continuidad. Y además eliminó la posibilidad de confrontación, ante el cónclave, dando su fidelidad a quien resultara ser el nuevo pontífice.

Y lo grande aquí es que no se ha dejado instrumentalizar. Porque es fácil que quiera hacerlo gente que está nerviosa por el estilo del papa Francisco. Que la hay en la Iglesia, no cabe duda. Gente que magnificaba las declaraciones del magisterio y que cuando esas declaraciones no le gustan tanto, las trata de minimizar.

Y aquí el papa Benedicto también ayuda mucho para darle el valor que tiene como documento el magisterio ordinario, a una exhortación apostólica post-sinodal como es "Amoris laetitia". Benedicto se ha pronunciado, y ahora podemos decir que esto que os parecía tan normal, ahora lo tiene que ser con un papa diferente.

Una última pregunta sobre la Universidad: ¿cómo la definirías hoy?

Creo que estamos en el mejor momento de nuestra historia. En un mundo difícil y complejo, creo que la Universidad tiene una identidad muy clara como Universidad jesuita de Madrid. Y una visión, compartida por el conjunto de la gente que trabaja dentro de ella, que hace que sea una misión muy interesante. Sabemos lo que queremos.

Otro tema es que la complejidad del mundo hace que haya cosas, como por ejemplo la formación integral, que son difíciles de conseguir. Y es ahí donde hemos apostado con mucha fuerza para formar a los alumnos. Porque nos interesa que la gente que venga a nosotros tenga un talento y una motivación alta, para responder a lo que le vamos a pedir que va a ser exigente. Que no se quede solo en la formación técnica o científica para ser muy buenos profesionales, sino que además sean muy buenas personas.

Y en esa identidad clara, según la misión ignaciana, en este momento también es una identidad de diálogo, de inclusión y de salida a la sociedad. El volumen de actividades en este sentido que tiene Comillas es impresionante. Además, tenemos la suerte de hacer de puente entre el servicio eclesial y partes de la sociedad que muchas veces no quieren saber nada con la Iglesia. Pero que sin embargo nos dan crédito.

Tenemos muy buena aceptación de parte de las familias de los chicos y chicas que están en edad universitaria. En ese sentido es muy buen momento en una situación del país y del mundo compleja. Porque las preguntas y los retos que tiene hoy Europa, no solo España, son enormes y fortísimos.

El padre general decía en la rueda de prensa, cuando le preguntaron sobre tender puentes, que lo verdaderamente hermoso de los puentes es que hay un sitio del que se parte y otro al que se llega. Que hay dos orillas y que el puente las une. Por eso es tan importante que haya instituciones como la vuestra que, como acabas de decir, son capaces de unir la visión eclesial con una sociedad reticente a lo cristiano.

Efectivamente. Y lo contrario del puente es el muro, que es lo que separa dos realidades. Y no solo el muro físico, también es el muro mental, que en el mundo de la globalización es casi más importante que el otro, el prejuicio. El muro de la xenofobia, que no se da solo para que no pasen los que no han cruzado la frontera aún, sino para los que están dentro. En eso la Universidad tiene mucho que hacer.

A este respecto, lo que la Universidad no puede nunca ser es lo que pasó ayer en la Autónoma: en virtud de mi libertad de expresión, impedir a otras personas que se expresen. Y eso me consta que no lo quiere la Autónoma, y desde luego tampoco lo quiere Comillas.

Nosotros, por suerte conseguimos generar un espacio de diálogo. Es realmente por ahí por donde se sirve a la sociedad. No tengo ninguna duda de que a la sociedad no se la sirve con fundamentalismos, ni con trincheras, ni sembrando odios. Sino buscando esos tres verbos que el papa Francisco saca de una manera u otra en sus discursos: "dialogar, discernir y construir".

Y podemos añadir otro, que él también añade: "integrar". Porque verdaderamente, acoger es el principio de integrar. Por ejemplo, para los refugiados y para los inmigrantes antes de la integración viene la acogida.

Un paso más, bastante relevante.

Esos verbos tienen todos que ver con la cultura del encuentro. Son los vehículos de la cultura del encuentro. Y la universidad en eso no puede faltar. A esto tienen colaborar las empresas y todo tipo de instituciones sociales.

Y la política.

Por supuesto. La política, de una manera capital. No porque las demás instituciones no sean fundamentales, sino porque el político tiene esa gobernación del vivir común y de la casa de todos. Es el que tiene que velar para que las condiciones para el encuentro, el diálogo y la construcción conjunta, se den.

Hoy se está recuperando parece, por lo menos en el discurso, el bien común. Y ojalá que el bien común bien entendido, entre en la política y en la economía. ¿Cómo no va ser ser la política, del bien común?.

Y en la economía, es legítimo el lucro, pero sin perder nunca el horizonte en el que esa empresa está situada, que es para mejorar la sociedad, para crear oportunidades vitales para todo. Y desde la Universidad podemos colaborar en todo esto.

Es muy importante la tarea que tenéis, porque sois los que estáis formando a las personas que justo después van a hacer su entrada en el mundo adulto.

Nosotros en Comillas, en todas las facultades, acabamos teniendo gente que finalmente lideran muchas cosas en la sociedad. Pero también digo, con toda humildad, que alguno ha podido traicionar los valores y la identidad de la Universidad. Pero, en general, la gente que formamos tiene un sentido de la honestidad, de la integridad y de que querer contribuir positivamente a la sociedad, que a mi me consuela y me apoya para seguir trabajando.

Volver arriba