Los 'hombres del Papa' en España habrán de unir esfuerzos para cambiar el rostro del episcopado de cara a 2024 Omella y Osoro: objetivo, 2024
Omella no dio esta batalla. Al menos, no a lo largo de esta semana. Como veníamos diciendo desde el 31 de marzo (antes, incluso, de que Argüello admitiese, en público, su intención de dejar la Secretaría si era elegido, como así fue, arzobispo de Valladolid), el nombre de César Magán fue el único que siempre estuvo sobre la mesa
En septiembre, la Comisión Permanente ya sabía que, salvo sorpresón por parte de un grupo de obispos ajenos a este organismo, el obispo auxiliar de Toledo sería el elegido. Como así fue, aunque los 'fontaneros' de Añastro esperaban una 'Omellada' que no se produjo. Si tuvo algún candidato en estos meses, lo descartó cuando el Papa tomó la decisión que tomó respecto al 'caso Gaztelueta'
Omella no dio esta batalla, y no lo hizo porque el plan, más bien la encomienda, es otra. Y viene de lo más alto. Y tiene fecha límite: 2024 (...). Como hiciera Tarancón en tiempos de Pablo VI. O el cardenal Rouco por orden de Juan Pablo II
Para ello, el cardenal Omella debe poner todos sus talentos, y quienes buscan 'mirlos blancos' fomentar las consultas en las provincias eclesiásticas para encontrar esos mimbres que puedan apostar, por fin, por una Iglesia abierta y plural en España. Para ello, también, los cardenales de Madrid y Barcelona deben actuar juntos, y coordinados, con una suerte de prelados que ya eran de Francisco antes, incluso, de Francisco
Omella no dio esta batalla, y no lo hizo porque el plan, más bien la encomienda, es otra. Y viene de lo más alto. Y tiene fecha límite: 2024 (...). Como hiciera Tarancón en tiempos de Pablo VI. O el cardenal Rouco por orden de Juan Pablo II
Para ello, el cardenal Omella debe poner todos sus talentos, y quienes buscan 'mirlos blancos' fomentar las consultas en las provincias eclesiásticas para encontrar esos mimbres que puedan apostar, por fin, por una Iglesia abierta y plural en España. Para ello, también, los cardenales de Madrid y Barcelona deben actuar juntos, y coordinados, con una suerte de prelados que ya eran de Francisco antes, incluso, de Francisco
No hubo guerra fratricida, por más que algunos se empeñen en asegurarlo en esta Asamblea Plenaria que, ahora, toca a su fin. Tampoco, derrota, ni bofetón, al cardenal Omella en el nombramiento de César García Magán como secretario general (y, de momento, también portavoz). Lo veremos muy pronto. Tanto en las formas -tan relevantes a la hora de presentarse a la opinión pública-, como en el fondo -Magán tiene muy asumida que su función está subordinada al cargo de Presidente-, ambos tienen muchas más similitudes que diferencias.
Pero es que, además, Omella no dio esta batalla. Al menos, no a lo largo de esta semana. Como veníamos diciendo desde el 31 de marzo (antes, incluso, de que Argüello admitiese, en público, su intención de dejar la Secretaría si era elegido, como así fue, arzobispo de Valladolid), el nombre de César Magán fue el único que siempre estuvo sobre la mesa. Otros, como Cobo, Prieto, Satué, Ros, Barriocanal.... fueron deshaciéndose a golpes de realidad, interna y externa. En septiembre, la Comisión Permanente ya sabía que, salvo sorpresón por parte de un grupo de obispos ajenos a este organismo, el obispo auxiliar de Toledo sería el elegido. Como así fue, aunque los 'fontaneros' de Añastro esperaban una 'Omellada' que no se produjo. Si tuvo algún candidato en estos meses, lo descartó cuando el Papa tomó la decisión que tomó respecto al 'caso Gaztelueta'.
Decimos que Omella no dio esta batalla, y no lo hizo porque el plan, más bien la encomienda, es otra. Y viene de lo más alto. Y tiene fecha límite: 2024. Primavera, por más señas, cuando acaba el mandato de la actual cúpula episcopal (salvo el caso de Magán que, ya les adelanto, se centrará en lo esencial). ¿Y cuál es esta misión? Ni más ni menos, que 'cambiar la cara' del episcopado español. El proceso ya ha comenzado, con nombres como Satué, Prado, Valera, Brotons, García Cadiñanos..., y con decisiones, desde Roma, como la intervención de los seminarios. Que va más allá de cuestiones numéricas. Que va de fondo, de cuál es el modelo de sacerdote que queremos. Y, para ello, hay que 'tocar' los dos extremos del proceso: el seminario y el orden episcopal. Como hiciera Tarancón en tiempos de Pablo VI. O el cardenal Rouco por orden de Juan Pablo II.
Muchos obispados, muchas sedes metropolitanas (entre ellas, Madrid y Barcelona) habrán de ser provistas o, en su caso, preparadas, para este momento. Porque si bien en 2020 los 'hombres del Papa' en España, Carlos Osoro y Juan José Omella, lograron alzarse con la Vicepresidencia y Presidencia de la CEE, lo cierto es que tanto la Comisión Ejecutiva como la Permanente son mayoritariamente conservadoras. Como es el mapa episcopal actual.
¿Puede cambiarse el rostro de los obispos de nuestro país? ¿Pueden hacerse 'proFrancisco' personajes como Munilla, Sanz, Demetrio y demás? Parece difícil afirmarlo, casi imposible, por más que a muchos se les llene la boca citando a Bergoglio y haciendo justamente lo contrario. También entre sus terminales mediáticas. Pero la tarea es necesaria. Y debe intentarse.
Para ello, el cardenal Omella debe poner todos sus talentos, y quienes buscan 'mirlos blancos' fomentar las consultas en las provincias eclesiásticas para encontrar esos mimbres que puedan apostar, por fin, por una Iglesia abierta y plural en España. Para ello, también, los cardenales de Madrid y Barcelona deben actuar juntos, y coordinados, con una suerte de prelados que ya eran de Francisco antes, incluso, de Francisco. Es posible. Y, si queremos una Iglesia sinodal, casi obligatorio, ponerse manos a ello. Y no perder tiempo en batallas que no son relevantes. O que, al menos, no hacen sino desgastar. Nos consta que están en ello. Ánimo, y adelante.