Sectores tradicionalistas quieren frenar el ascenso de Segura y el sector 'pro Francisco' en Euskadi y Navarra Aznárez, primer movimiento para intentar colocar a Munilla... en Pamplona
Sí, de Rouco Varela, que sigue mandando, y mucho, en determinados entornos. Y que ayer sonreía de oreja a oreja al comienzo de la Plenaria, mientras Omella acortaba su discurso para acompañar al Nuncio antes de que dieran las doce y saltara la bomba
La actual cúpula episcopal no está dispuesta a ceder ante la polarización, aunque son bastantes los obispos que, alentados por propagandistas, kikos, cielinos y demás, siguen abonando la estrategia de la confrontación
El intento, además de suceder a Pérez, busca bloquear los movimientos aperturistas en las diócesis vascas, donde el ascenso de Joseba Segura es evidente, más aún desde la marcha de Mario Iceta a Burgos. ¿Lo conseguirá? ¿Permitirá la actual cúpula episcopal ese movimiento? Veremos
El intento, además de suceder a Pérez, busca bloquear los movimientos aperturistas en las diócesis vascas, donde el ascenso de Joseba Segura es evidente, más aún desde la marcha de Mario Iceta a Burgos. ¿Lo conseguirá? ¿Permitirá la actual cúpula episcopal ese movimiento? Veremos
El nombramiento de Juan Antonio Aznárez como arzobispo castrense sorprendió a todos, incluso a él mismo... o a casi todos. Una designación en la que tienen mucho que ver -además de la dejadez del Gobierno y las cesiones de Casa Real- los papeles jugados por el actual arzobispo de Pamplona (y anterior castrense), Francisco Pérez, y el entorno del cardenal Rouco Varela. Sí, de Rouco Varela, que sigue mandando, y mucho, en determinados entornos. Y que ayer sonreía de oreja a oreja al comienzo de la Plenaria, mientras Omella acortaba su discurso para acompañar al Nuncio antes de que dieran las doce y saltara la bomba.
Un Aznárez que cuenta con el beneplácito tanto de los Kikos como de la Obra, y cuya llegada al Ordinariato Militar quiere servir como contrapeso conservador en las negociaciones con el Gobierno, donde tanto Omella como Osoro apuestan por un entendimiento cada vez más difícil, dada la precariedad numérica del Ejecutivo de coalición y las presiones de la ultraderecha. Esa "polarización" frente a la que, por el momento, no está dispuesto a ceder la actual cúpula episcopal. Aunque son bastantes los obispos que, alentados por propagandistas, kikos, cielinos y demás, siguen abonando la estrategia de la confrontación.
Moldear un cuerpo episcopal ligado a Francisco
En estas, y mientras los 'buenos' no se dedican a lo que tan bien hiciera Tarancón durante la Transición -moldear un cuerpo episcopal íntimamente unido al pontificado del Papa Francisco-, los que siempre han mandado, y que conocen perfectamente los itinerarios para llegar a su destino, continúan con su labor, con la inestimable anuencia del Nuncio, que no se sabe a qué carta juega. Tal vez porque quienes deberían ayudarle en su tarea no han considerado, conveniente, hasta ahora, jugar con las cartas del enemigo. Tal vez sea el momento.
Sea como fuere, el movimiento de Aznárez es un paso más en la estrategia conservadora cuyo principal objetivo, a corto plazo, es la de asegurar la sucesión en Pamplona (Pérez cumple los 75 en enero). Como cabeza de la provincia eclesiástica vasca, un territorio que siempre ha obsesionado al sector comandado por el Cardenal. Y en estas que sectores de la Iglesia navarra han señalado a RD una serie de movimientos tendentes a, átense los machos, colocar a José Ignacio Munilla al frente de la diócesis de Pamplona. Un Munilla señalado por muchos y al que desde hace meses se busca acomodo fuera de San Sebastián.
El intento, además de suceder a Pérez, busca bloquear los movimientos aperturistas en las diócesis vascas, donde el ascenso de Joseba Segura es evidente, más aún desde la marcha de Mario Iceta a Burgos. ¿Lo conseguirá? ¿Permitirá la actual cúpula episcopal ese movimiento? Veremos.
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