Escribe Antonio Piñero
Tenemos, por una parte, que los evangelios son propaganda de una fe. Por otro lado, observamos que esos evangelios cuando tienen que decir que Jesús era tomado por loco, lo dicen, o cuando tienen que decir que proclama un reino que no llegó nunca lo dicen también ¿Cómo se conjugan ambas cosas?
Eso es una pregunta que me han planteado alguna que otra vez. Sin embargo, no me parece difícil conciliar ambas perspectivas. Los evangelios son “biografías” de Jesús al modo de la época romano-helenística en la que se escribieron.
La parte de propaganda era básica en esas “biografías”. Los evangelistas cumplen con esa labor del biógrafo. Pero pretenden también transmitir historia. Y tenemos que agradecerles el que datos de la tradición que podían ir en contra de lo que sería la fe futura no fueran eliminados por ellos. Pero también es lógico. Los evangelistas no podían calibrar qué podría ser un problema teológico cien años después, como que su familia estaba en contra, naturalmente, de que Jesús dejara el trabajo en su carpintería (¡no hay por qué dudarlo!) y se dedicara a la proclamación del reino de Dios. Los evangelistas tampoco sabían que el reino de Dios no iba a llegar nunca.
Puente Ojea calificaba estos datos como "material furtivo" y en verdad, por el criterio de dificultad, a saber, nadie tira piedras sobre su propio tejado a sabiendas, tal material ayuda muchísimo a reconstruir la figura del Jesús histórico.
Saludos cordiales de Antonio Piñero