Sobre los textos de Lucas 6,31-32 y Juan 7,38
Escribe Antonio Piñero
I Sobre Lucas 6,31-32: «Tratad a los demás como os gustaría que os tratasen a vosotros? Porque si amáis a los que os aman, ¿cuál es vuestro mérito?».
Jesús no es aquí, ni lo pretende ser original, sino seguir el rumbo de la tradición judía antigua; por otra parte elemental. El conjunto del versículo es la formulación positiva de la denominada «Regla de oro». Es, pues, una norma muy antigua y extendida también en el mundo antiguo grecorromano. Era propia también de los filósofos, nada menos que desde Platón (Diógenes Laercio, Vidas y Sentencias de los filósofos, conocida en latín como “Vitae” (Vidas) y / o Placita philosophorum (“Dichos” / “opiniones” / “sentencias” de los filósofos” I 36; Platón, Leyes XI 913A).
En el ámbito judío se encuentra en Levítico 19,18.34; Tobías 4,15; Eclesiástico o Ben Sira 31,15; en el apócrifo Carta de Aristeas, 207. Y sobre todo es importante al respecto el dicho del rabino Hillel (unos cuarenta años anterior a Jesús) recogido en el Talmud de Babilonia, tratado Shabbath 31a: «Lo que no deseas para ti, no lo desees para tu prójimo; esta es toda la Torá (La Ley) y lo demás es comentario. Vete y apréndelo».
2. ¿Qué significa la frase de Juan 7,38: "Del interior / de las entrañas del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura".
Comenta Gonzalo Santana en “Los Libros del Nuevo Testamento”, p. 1357:
“En realidad tal expresión no reproduce ningún pasaje específico de la Biblia hebrea. Así que el autor se refiere al conjunto de las Escritura o al espíritu de las Escritura. Con todo, puede haber expresiones más o menos cercanas: así, Isaías 58,11 (también se ha sugerido: Proverbios 4,23; 5,15; Isaías 44,3; 55,1; Joel 3,18; Zacarías 13,1; 14,8). La expresión también prefigura el agua que saldrá del cuerpo de Jesús en el episodio de la lanzada (Jn 19,34).
Respecto a este último episodio, escribe el mismo Gonzalo Fontana en la p. 1414 de ese volumen:
“El episodio, desconocido por los Sinópticos, posee un complejo valor simbólico:
· De un lado, da cuenta de la muerte sacrificial de Jesús, quien, al igual que el cordero de pascua (véase 1,29; 19,14), es desangrado y deviene víctima propicia a Dios: la sangre del animal había de fluir libremente para poder ser usada en la aspersión ritual (Misná, Pesahim, 5,3; 5,5).
· Remite a 1 Jn 5,6-8, en donde se mencionan agua, sangre y testimonio: el Espíritu como fuente del testimonio, aquí representado por el «discípulo amado» (19,35);
· En unión con Jn 4,6 indica quizás la efusión del Espíritu, ahora que Jesús ya ha sido glorificado (véase 7,39; 17,5).
· La efusión de sangre y agua se podría interpretar como una referencia al parto (en donde también se vierten sangre y agua); la imagen se referiría al alumbramiento del creyente como hombre nacido de nuevo (véase 3,4-5; 16,21).
En todo caso, la imagen pudo también ser creada para combatir las tendencias “docéticas” (adjetivo que procede del verbo griego dokéo, “parecer”) de quienes negaban la muerte real de Jesús ya que su cuerpo no era verdaderamente cuerpo, sino una apariencia (Jn 20,25; 1 Jn 5, 6)”.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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