Entrevista al cardenal colombiano Jorge Jiménez Carvajal Cardenal Jiménez Carvajal: “Francisco nos está ayudando a volver más al Evangelio”
“Hoy en día, no nos digamos mentiras, el líder del mundo es el Papa Francisco, y trata de componer, de ayudar allí, de ayudar allá, muy valiente”
“Cuando escucho al Papa hablar de sinodalidad, yo pienso en la experiencia nuestra de Cartagena y digo, caramba... ésto iba adelante. Era un trabajo así; era un trabajo participativo, formamos muchos laicos, formamos muchos jóvenes, muchos, muchos jóvenes”
“Cuando el Papa nos da tan duro a los sacerdotes y a los obispos de que somos clericalistas, pues nos está diciendo una gran verdad, porque nosotros fuimos una iglesia clericalista, somos una iglesia clericalista todavía”
“Si no hay una nueva manera de vivir, no cambia nada, no cambia nada. Las puras estructuras no cambian nada, cambiarán las personas que dirigen las estructuras y toda cuestión, pero no hay mayor cambio”
“Cuando el Papa nos da tan duro a los sacerdotes y a los obispos de que somos clericalistas, pues nos está diciendo una gran verdad, porque nosotros fuimos una iglesia clericalista, somos una iglesia clericalista todavía”
“Si no hay una nueva manera de vivir, no cambia nada, no cambia nada. Las puras estructuras no cambian nada, cambiarán las personas que dirigen las estructuras y toda cuestión, pero no hay mayor cambio”
| Dumar Espinosa monseñor Rafael María de Brigard Merchán
Esta es una entrevista que el cardenal colombiano Jorge Enrique Jiménez Carvajal concedió, en las instalaciones del Seminario Mayor de Bogotá, a monseñor Rafael María de Brigard Merchán, vicario Episcopal territorial Padre Misericordioso y director de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá, en agosto 2022, a los pocos días del anuncio de su nombramiento como cardenal.[1]
En la entrevista, el cardenal Jiménez Cardenal cuenta momentos de su propia vida; de su amistad con el papa Francisco que se remonta al sínodo de 2001 y a su trabajo conjunto en el Celam. Finalmente, el cardenal hace un análisis interesante del pontificado de Francisco y del legado que el primer papa latinoamericano está dejando a la Iglesia universal.
Luego de la entrevista, se propone el texto de la alocución que, en septiembre de 2017 el entonces arzobispo de Cartagena, dirigió al santo padre Francisco al término de la eucaristía en esa ciudad y de su visita apostólica a Colombia.
Aquí, el texto de la entrevista:
¿Cómo es eso de que lo nombraron cardenal?
Pues la misma pregunta me hago yo.
¿Cómo es eso?
Bueno, el Papa Francisco es una persona de sorpresas; una de esas es ésta. A mí, personalmente, pues es una gran sorpresa.
¿Usted ha tenido una relación como cercana con él? Lo hemos visto con muchos eventos junto a él, como cercano a él.
Sí, sí por el Celam, porque yo trabajé en el Celam mucho tiempo; cuando fui presidente, él era arzobispo de Buenos Aires, entonces tuvimos la oportunidad de ir con él a un encuentro, y luego al Sínodo del año 2001, que fue un sínodo muy especial, sobre el episcopado, coincidió, la fecha del sínodo con aquel atentado de las torres en Nueva York y el relator del sínodo en esa ocasión era el arzobispo de Nueva York, el Cardenal Egan, (y debido a ese hecho funesto), el Papa Juan Pablo II le dijo a Monseñor Bergoglio que hiciera de relator y entonces él continuó (como relator de ese sínodo).
Y cuando (sucedió) éso, pues vivíamos en Roma, para el sínodo, vivíamos relativamente cercanos. Nos encontrábamos todos los días y subíamos hasta la Sala Pablo VI; tuvimos una oportunidad de intercambiar mucho.
Luego en Aparecida[2] también en el 2007. Es decir, varias ocasiones.
O sea, han trabajado juntos.
Sí, sí.
En algunas cosas, ¿cierto?
Pero luego hemos tenido una cierta simpatía. También es importante. Nos llamamos Jorge, nos decíamos “tocayo”.
Y ahora, desde que él está como pontífice, ¿usted ha tenido oportunidad de ir a verlo a Roma?
Sí, sí he tenido varias oportunidades; pero, sobre todo, la más importante, él nos visitó en el año 2017 cuando vino a Colombia y nos dedicó un domingo, qué lindo. Y ese encuentro lo acerca a uno muchísimo.
Bueno, y ahora que lo hacen cardenal, voy a decir una cosa que espero no le moleste. Usted tiene 80 años y está divinamente, además.
Tengo 80 años. Bueno, divinamente, dicen que “la procesión va por dentro”.
Bueno, un cardenal de 80 años puede votar, puede no votar, puede ser papa, puede no ser papa, ¿cómo es la cosa?
Bueno, yo no sé todas esas cosas, las voy a comenzar a vivir.
Lo que sí sé es que la norma que hay es que los electores del papa no pueden tener más de 80 años, entonces ya no seré elector.
Pero entiendo que, por ejemplo, todas esas reuniones anteriores al conclave y todo eso, es decir, los consistorios. Sí, va a estar allá.
Sí, seguramente, Dios mediante. (…)
¿Es posible que allá lo designen también como miembro de alguna de las congregaciones de la Santa Sede?
Pues normalmente el oficio más común de los cardenales es brindar una cierta asesoría en algunas cosas en las que el Papa juzgue que uno puede ayudar. Entonces, y para eso están principalmente los dicasterios, entonces, no sé si hay todavía algún servicio de algún dicasterio de ayudar, de pertenecer a una comisión. Pero luego también le pueden comentar algunas otras cosas; o no sé.
Bueno, y otra pregunta curiosa. La Congregación suya, los padres eudistas, digamos, ¿habían tenido ya un cardenal?
No, nunca, nunca.
Además, es el primer cardenal de la Congregación.
Sí, el primer cardenal de la congregación.
¿Qué han dicho sus hermanos?
No, pues somos una comunidad relativamente pequeña, muy querida, la llevo muy en el corazón. Me formé aquí, muy cerca, aquí en Valmaría[3], me formé yo. Y luego presté varios servicios en la comunidad, fui hasta Superior Provincial, eso me permitió conocer a todos los sacerdotes y abrir un poco la comunidad a diversos lugares. Quiero mucho mi comunidad, en realidad fue donde me formé. (…)
Echando para atrás la historia, entonces usted nació en Bucaramanga, ¿no?
Nací en Bucaramanga.
¿Sus papás eran santandereanos?
Ambos de un pueblito, ellos dos, de un pueblito que se llama Barichara, que es precioso. Es una belleza; lo llevo muy en el corazón.
Nosotros somos 12 hijos, todos nacimos en Bucaramanga, todos. Pero nuestros papás nos vincularon mucho a Barichara, a la finca de mis abuelos, a conocer allá, a tener una cierta relación y conocimiento de primos. Fue una familia muy grande la mía, muy grande.
Y todavía sigue siendo, tiene sus hermanos, sobrinos.
Sí, pues de los 12 han muerto cinco. Tengo muchos sobrinos.
Y buena comunicación con ellos, lo quieren y lo cuidan.
Excelente, excelente comunicación toda la vida.
Después usted pasa a formarse con los padres eudistas, trabaja como formador también.
Sí, porque principalmente dirigimos seminarios; pero a mí, en realidad, yo tuve un camino un poco especial. Al principio, los primeros cuatro años, fui formador en el seminario de los eudistas, aquí en Valmaría. Era encargado de los filósofos. Luego compartí diez años con el padre García Herreros y con el padre de Diego Jaramillo; con ellos hicimos un trabajo muy interesante; bueno, uno al lado de García Herreros aprendió un mundo de cosas.
¿Hay alguna noticia del proceso de beatificación?
Me dicen que va bien, yo no sabría. Voy a aprovechar ahora...
También santandereano, ¿no?
García Herreros. De Cúcuta. Pero un hombre excelente. Conocerlo de cerca, una gracia. Imagínese usted.
Y después viene el trabajo en la Iglesia a nivel nacional. (…)
Bueno, de ahí estuve un año terminando un estudio de Ciencias Sociales, de Doctrina Social de la Iglesia en el Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales (ILADES), en Chile, y cuando regresé, me vincularon a la Pastoral Social Nacional. Me vincularon y trabajé en Doctrina social de la Iglesia. Ahí estuve siempre bastante tiempo, con el “Mono Castro”, que era nuestro coordinador y nuestro animador.
El Mono Castro (padre Joaquín Castro Gutiérrez), que tiene hoy 98 años, ¿no?
Ese es el sacerdote mayor de la Arquidiócesis de Bogotá.
Ah, ¿sí?
Oiga, estuve chalado con él por teléfono. Quiero ir pronto a saludarlo cuando pueda. Sé que vive por aquí cerca, relativamente cerca; me llamó por teléfono para saludarme ahora que me hicieron cardenal. Lo encontré totalmente lúcido y recordándose de muchas cosas lindas. Un hombre muy simpático.[4]
¿Hay algún proyecto que recuerde así en esa pastoral social cuando estuvieron ustedes trabajando ahí?
Bueno, yo de lo que más trabajé ahí en la pastoral social fue estudio de la realidad y entonces eso nos llevó a trabajar la planeación pastoral.
Yo me preparé en planeación pastoral, en administración, y me aficioné mucho a eso, y ayudé a hacer varios planes de pastoral en diócesis de aquí en Colombia, pero muchas en América Latina, porque de ahí pasé al Celam.
Bueno, entonces, además, después de ese servicio pastoral también llegó usted a ser Obispo de Zipaquirá, (y después) Arzobispo de Cartagena. ¿Cuál es el recuerdo de cada una de esas iglesias, dos iglesias importantes y muy activas?
Sí, muy diferentes.
En primer lugar, Zipaquirá, (clima) frío; la mayoría de las parroquias, gente campesina, gente rural, gente muy querida, muy religiosa. Hicimos un trabajo interesante con los sacerdotes.
Allá tuvo una experiencia difícil, la del secuestro, ¿no?
Sí, allá tuve la experiencia del secuestro. Algún día que iba para allá a hacer confirmaciones en uno de los pueblitos más pobres de la diócesis. Con Desiderio Orjuela, el tío del padre Chucho. Con Desiderio, que me salvó la vida. Me salvó. Cuando le dijeron, “usted se devuelve, nosotros venimos por el obispo”. “Yo corro a la suerte de mi obispo” (respondió el padre Orjuela).
Y nos quisimos mucho.
¿Él vive todavía?
No, él nunca tuvo “ni un dolor de cabeza” y un día tuvo un infarto y ahí quedó. Hace dos, tres años. Eso fue en Zipaquirá.
¿Y después?
Y después me mandaron a Cartagena, ¿sí?
Dieciséis años y medio. Bueno, fue donde me sentí muy bien, muy bien, muy bien.
¿Por qué?
Porque pude desarrollar más una experiencia de trabajo pastoral. Allá fue donde mejor me funcionó el Plan de pastoral, porque logramos meter mucha gente.
Cuando yo (escucho) al Papa hablar de sinodalidad, yo pienso en la experiencia nuestra de Cartagena y digo, caramba... ésto iba adelante. Era un trabajo así; era un trabajo participativo, formamos muchos laicos, formamos muchos jóvenes, muchos, muchos jóvenes.
Una diócesis bonita. Logramos formar sacerdotes autóctonos, porque no había tantos, y le metimos fuerza. En 17 años, en Cartagena, ordené 70 sacerdotes en la Arquidiócesis de Cartagena.
Y es un Arquidiócesis grande, ¿no? No parece, pero es grande, ¿no?
Es un millón y medio de habitantes, 19 municipios. Pero interesante, ¿no? Claro está que los desafíos más fuertes los tiene uno ahí en Cartagena y en lo que está alrededor de Cartagena.
Mucha pobreza, ¿no?
Mucha desigualdad, sobre todo. Una ciudad desigual. Usted va a Cartagena y usted ve los dos extremos, el extremo de la gran ciudad, del Miami, del no sé qué; pero, todos los alrededores tremendos y muchos problemas sociales. Pero muy interesante para trabajar. Muy, muy interesante para trabajar.
Y otro paso importante fue todo lo del Celam. Entre otras cosas, el Celam acaba de estrenar una sede extraordinaria.
No la conozco, no la conozco todavía.
Hicieron un edificio muy bonito, ojalá lo aprovechen muy bien. ¿Esa experiencia del Celam cómo fue?
Muy interesante. Esa fue otra experiencia de sinodalidad bonita. El Celam tiene mucha experiencia de sinodalidad, tuvo mucha experiencia. Porque es precisamente tratar de ver en conjunto todos los obispos de América Latina, esta patria grande que se llama Latinoamérica, y tratar de apoyarnos. Precioso, precioso.
Yo me imagino que todo eso lo ayudó mucho al Papa Francisco a lanzar esa fuerza tan grande.
Yo le oí una vez decir al Cardenal Rubén Salazar que realmente la Conferencia Episcopal Continental, que más funcionaba era el Celam, comparada con los otros continentes, era como la más viva.
Sí, y la más organizada y la más estable y fue la primera; y realmente había proyectos comunes, porque a las otras les ha sido más difícil tener más proyectos en común. Nosotros tenemos bastantes proyectos en común.
Ahí entonces estuvo como secretario y presidente, creo.
Primero estuve en el Instituto Teológico Pastoral del Celam, en Medellín, cuando funcionaba en Medellín. Estuve 10 años, eso fue una experiencia preciosa. 10 años. Yo era director de estudios ahí. Y a partir de ahí tuve la oportunidad de conocer todas las iglesias de América Latina, todas. Siempre en función de trabajo, de ayuda, de ayudar a hacer planes. Mucho, por muchas partes. Diez años.
Después fui provincial de los eudistas durante cuatro años y medio y siendo provincial de los eudistas me hicieron obispo de Zipaquirá.
¿A usted qué idea le queda de lo que es la Iglesia hoy en día? ¿Cuál es el estado de la Iglesia hoy en día? Si uno pudiera pues tratar de hacer una síntesis que no es fácil.
Yo diría la iglesia es muchos desafíos, como el mundo son muchos desafíos, como Colombia son muchos desafíos.
Entonces, por parte del trabajo no nos podemos quejar, pero hay necesidad de innovar, hay necesidad de tener más gente al servicio, hay necesidad de abrir lo de los laicos, yo creo que nos demoramos; hemos progresado, no diría que tanto, todo lo que necesitamos, pero yo creo que lo de los laicos es fundamental. Es que nosotros, cuando el Papa nos da tan duro a los sacerdotes y a los obispos de que somos clericalistas, pues nos está diciendo una gran verdad, porque nosotros fuimos una iglesia clericalista, somos una iglesia clericalista todavía.
A propósito del Papa, ¿usted creería que la huella que está dejando este Papa, cuál es?
Creo que realmente él nos está ayudando a volver más al Evangelio. Es una cosa muy linda. Yo leo, desde que llegó, le leo siempre sus catequesis y todo eso. En él puede encontrar uno, en primer lugar, un profundo amor a la persona de Jesús. Siempre habla de Jesús; y habla como alguien que vive a Jesús, que vive la vida de Jesús y que es una persona tocada por la persona de Jesús. Y ahí está la raíz de todo eso. Y a la luz de éso, él invita, y todo lo que invita es a que la Iglesia se parezca cada vez más a Jesús. Y de ahí viene el invitarnos a ser discípulos. El discipulado es una idea fenomenal, que yo creo que está llamada a cambiar la Iglesia, seguramente.
Pero luego la comunión, las comunidades, las grandes y las pequeñas, eso es el futuro de la Iglesia. Pero todo eso ya estuvo en el origen de la Iglesia, pasaron siglos y cambiaron las cosas; hoy en día el Papa nos invita a volver a la ministerialidad, el hecho de que todos nos sintamos responsables de la misma Iglesia, de que cada uno aporte lo que le toca, es fenomenal.
Que todos se pongan la camiseta.
Claro, la Iglesia solidaria “le mete duro”.Hoy en día, no nos digamos mentiras, el líder del mundo es el Papa Francisco, y trata de componer, de ayudar allí, de ayudar allá, muy valiente. Muy valiente, incansable, pobre, la limitación, pero bueno, la limitación creo que...
También es un signo, ¿no?
Es un signo, y la manera como él la lleva, que no se acongoja, nadie vive quejando de su salud, sino que trata de superar y dar un testimonio tan bonito que da.
Entonces, una iglesia llena de discípulos, una iglesia llena de pequeñas comunidades y comunidades fuertes; de parroquias renovadas, de dioses renovadas, una iglesia solidaria, una iglesia ministerial, una iglesia misionera.
La misión tiene un profundo sentido de la misión.
La iglesia es en salida.
La iglesia es en salida. Él nos puso a fusionar a todos y a pensar no en nosotros, en nuestro rincón y a tratar de crecer para adentro, sino tratar de compartir.
¿Y cuál cree usted que actualmente es como el signo que debe trabajar más la iglesia en Colombia? en ese mundo complejo que usted dice que Colombia también es la suma de las complejidades, ¿no? ¿Cuál sería como el signo que usted ve como a estas horas de la vida con su experiencia que debe dar la Iglesia?
A ver, yo creo que la Iglesia tiene que dar, en primer lugar, yo creo que la gente y el mundo esperan de la Iglesia, creo yo, espera de la Iglesia que la Iglesia dé para lo que la fundó Jesús, que es para que haya una manera diferente de vivir que nos propone; nos la propuso Jesús en el Evangelio y que sigue siendo nuestra carta, nuestro catecismo.
Si no hay una nueva manera de vivir, no cambia nada, no cambia nada. Las puras estructuras no cambian nada, cambiarán las personas que dirigen las estructuras y toda cuestión, pero no hay mayor cambio.
Entonces, el aporte original es comunicarle al mundo esa manera propia que Jesús nos invita a tener en nuestras relaciones, la fraternidad, “Fratelli tutti” es precioso. ¿Qué tal que el mundo se decidiera por vivir la fraternidad? Sería otra cosa.
Y en nuestro país, que estamos tan divididos, tan polarizados, sería otra cosa, ¿no?
Sería otra cosa, “Fratelli tutti”. Pero “Fratelli tutti” a la manera de Jesús, a la manera del Evangelio, volver a la Palabra. Ahí yo creo que son los desafíos más importantes que tiene la Iglesia, son esos. Nosotros no podemos, de ninguna manera podemos salirnos de eso para lo que nos quiso Jesús, para lo que nos fundó Jesús; y creo que, en la medida en que lo demos, le aportamos realmente algo importante al país.
Porque las demás cosas, pues todo el mundo las puede dar, ¿sí? Pero esta, de una manera diferente de vivir, a la manera del Evangelio, más cerca de Dios, acercar la vida a Dios, vivir la vida de Jesús, vivir la generosidad de Jesús, vivir la entrega de Jesús, ser capaz de servir; el servicio, el servicio es fundamental; el servicio es salir de nosotros mismos, ¿no? Es dejar de pensar puramente en engordarnos nosotros, sino en servir a tanta gente necesitada que hay. Éso saldrá de vidas nuevas. Y yo creo que si nosotros logramos darle éso, yo creo que ahí no nos podemos equivocar, porque a veces nos equivocamos: nos podemos hacer lo que no nos toca.
Sí, nos distraemos en muchas cosas.
Una invitación a que... no nos separemos de lo fundamental de nuestra experiencia de Jesucristo. Ahí está la clave. Eso es lo que le podemos dar a las familias. Una familia que encuentra a Jesús, cambia sus relaciones, cambia su manera de educar, cambia todo. Cambia todo.
Y a la sociedad. A la sociedad tenemos que brindarle, en primer lugar, un testimonio de manera de vivir, de amor, de servicio, de perdón, de reconciliación. Si nosotros le damos el testimonio, yo creo que estamos en lo nuestro.
Los invito a que todos nosotros nos preocupemos por éso.
¡Qué bueno haber conocido un día en nuestra vida a Jesús!
Qué bueno conocer el Evangelio, qué bueno leer a diario el Evangelio, renueva la vida, renueva las ilusiones, nos entusiasma; y es la base fundamental de la esperanza, que lo que necesita el mundo hoy en día es esperanza, lo que necesita Colombia es esperanza; esperanza concreta, esperanza que debe ir acompañada del testimonio de nuestras vidas, de nuestra solidaridad, de nuestro servicio especialmente a los necesitados, a los pobres, a los que sufren, a los que la sociedad ha vuelto nada y darles a ellos esta posibilidad de conocer a Jesús y de conocer su Palabra, creo que es lo que nos toca y creo que es lo que va a salvar a Colombia y al mundo.
Palabras del arzobispo de Cartagena en la misa papal 2017[5], 10 de septiembre de 2017
Querido papa Francisco lo esperamos con alegría.
Qué bueno que haya sacado un domingo para vivirlo con nosotros aquí en Cartagena, donde vivimos ansiosos de su enseñanza y de sus propuestas para seguir a Jesús y para vivir de una manera más digna y más humana.
En la iglesia de Cartagena y en la Costa Caribe, que está toda presente aquí en esta celebración, en su gran mayoría población afrodescendiente, se habla el lenguaje de la esperanza.
Sus catequesis semanales nos han dado un gran impulso para hacer de la esperanza una realidad que se concrete en nuestras ciudades y en nuestra región.
En Cartagena, desde hace varios años, hemos optado por llevar cada vez más la palabra de Dios a las calles de nuestros barrios y pueblos, y alimentarnos por ella.
Hay varios centenares de pequeñas comunidades eclesiales que semanalmente en la familia y con los vecinos vive en un encuentro con Jesucristo vivo, que nos ha impulsado a ser iglesia en salida, en la calle, en los campos, haciendo lío y llegando a nuestras periferias.
Hoy somos una iglesia donde hay muchísimos jóvenes; miles de ellos convertidos en misioneros al interior de sus familias, escuelas, universidades, trabajo y en todos sus ambientes. Muchos de ellos viven la maravilla de la experiencia de las pequeñas comunidades eclesiales juveniles.
Esto ha sido una fuente de vocaciones al servicio de Jesús en su Iglesia que nos llena de entusiasmo.
Y somos una iglesia rica en ministerios en los laicos, donde ellos aprenden a ser protagonistas de una nueva sociedad y al mismo tiempo construyen nuestra iglesia.
Lo mejor de nuestras energías lo dedicamos a la formación de los laicos, lo cual ha sido una efectiva plataforma para una Iglesia viva y dinámica.
Sin embargo, como usted nos lo señalaba en La homilía, en Cartagena, en Bolívar y en la Costa Caribe sigue habiendo un número muy grande de pobres y de excluidos de la sociedad.
Cartagena, la consideran la ciudad más desigual del país y la corrupción ha ido penetrando de manera atroz nuestra sociedad.
Por eso desde el Evangelio y en el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo, hemos puesto a los pobres en el centro de nuestra mirada y de nuestro corazón en nuestro Plan de pastoral; y deseamos poder construir una sociedad justa, solidaria, honrada, donde todos los hombres y mujeres podamos vivir dignamente como personas humanas e hijos del mismo Padre.
Gracias Papa Francisco por estar hoy aquí, por pasar con nosotros un domingo, por quedarse con nosotros al caer la tarde.
Gracias por su visita.
Siempre lo recordaremos en nuestra oración y lo llevaremos en nuestro corazón.
¡Ore por nosotros!
Gracias por darnos esperanza. Y buen retorno a la Iglesia de Roma.
Y que la Virgen María, Nuestra Amada, nos acompañe siempre.
A ella la vamos a invocar para que nos acompañe cantando todos nosotros aquí, como acostumbramos en cada eucaristía, el Dios te salve María.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=IiKP9CBU8TE
[2] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que se celebró junto al santuario de Nuestra Señora Aparecida en Brasil; fue inaugurada por el Papa Benedicto XVI. Tuvo lugar del 13 al 31 de mayo de 2007.
[3] El Seminario Valmaría, es considerado como patrimonio arquitectónico de Bogotá y es el seminario principal de la provincia de Colombia, de la Congregación de Jesús y María. https://seminariovalmaria.co/
[4] El padre Castro murió el 23 de agosto de 2023. https://elcatolicismo.com.co/editorial/murio-el-padre-joaquin-castro-gutierrez-los-98-anos-de-edad
[5] https://www.youtube.com/watch?v=252ve9MhTnM
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