Jesucristo grave secuestro

CAPITULO I
SECUESTRADO POR LOS
PODEROSOS CRISTIANOS



¿Evangelizadores incapacitados para evangelizar?, pues, son los que hemos tenido y aún tenemos, entre ellos la misma Iglesia aliada del pueblo, desde el cura de aldea amigo incondicional, casi siempre, de las familias más pudientes, hasta la máxima autoridad jerárquica, el obispo, confundido
con el gobernador de la provincia o el presidente de la diputación.

El Cristo que podían presentar tales evangelizadores en este marco social era un Cristo paternalista, no el inconformista del Evangelio. A su sombra surgieron los señores y señoras de la alta aristocracia, que desde ciertos movimientos apostólicos intentaron vendernos el Evangelio, como si se tratara de una mercancia más.

Es mmy expresiva a este respecto la imagen empleada por Victor Codina (Sal Terrae 8-91978)de las señoras tan dadas a la beneficiencia que han fabricado sus maridos.

La evangelización desde tales movimientos apostólicos poderosos ha sido imposible, porque los mismos evangelizadores no estaban evangelizados. La evangelización desde el poder es una contradicción, su misma negación (vease mi libro Para celebrar evangelizando oportuna e importunamente, 39-45). Estamos convencidos de que Cristo ha sido secuestrado por los poderosos cristianos, con el consentimieno de la Iglesia.

En este secuestro de Cristo han infludo mucho tambien las ordenes religiosas con colegios elitistas. Hoy contamos en
España con un elevado número de "cristianos" entre la aristocracia que se educaron en dichos colegios.

El papel que están desempeñando, muchas veces, en la política de los pueblos se inclina más al lado de su clase, y los pobres permanecen siendo pobres. Es un error, porque en los pobres está Cristo como dicen permanentemente los Evangelios y toda la Biblia.

Es cierto que ya algunos jesuítas, arrastrados por el P. Llanos, están orientando sus pasos por caminos más evangélicos y se están volviendo hacia el mundo obrero, pero ésto no es más que un soplo ligero comparado con el peso histórico de su institución.

La influencia de la Compañía debe ir remitiendo, a la par que el protagonismo de los poderosos "cristianos", educados por ella, si de verdad queremos que el pueblo sea liberado desde dentro y con él salga Cristo de su secuestro.

Este es el empeño del Papa Francisco, que es Jesuíta.
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