Virtudes públicas en J. Ortega y Gasset
Virtudes públicas o laicas
en José Ortega y Gasset
Eapaña y la cultura europea
Ortega fue a Alemania a buscar cultura y la encontró en el neokantismo, una filosofía de la cultura, que cultivaba el espíritu objetivo y de los valores. Una especie de nuevo racionalismo que analizaba todo lo que producía la cultura moderna, la ciencia, el arte, el derecho, la politica, la ética. Con esta filosofía se propuso hacer entrar la cultura española en la europea
Vió en el neokantismo una pedagogía capaz de sacar al español de su excesivo sujetivismo y orientarle hacia una humanidad cosmopolíta en contraste con el particularismo y el sectarismo de la liga española. El neokantismo y de alguna manera todas las filosofías entonces vigentes sostenían que la realidad que constituye al hombre es la cultura. La cultura, a pesar del aspecto hierático y solenne que puede revestir a veces, no es otra cosa que el resultado de humildes necesidades del hombre.
Y viceversa: toda necesidad humana, si se potencia se convierte en un nuevo ámbito de cultura. (Prólogo para alemanes VIII, 43-44)Pero no se entiende en este discurso el hombre como ser biológico o natural, sino lo que el hombre logra ser mediante su razón. En tal sentido dice que cultura significa eleboración de todo lo específicamente humano (Sobre los estudios clásicos 1, 65).
La distinción entre hombre biológico y cultuaral está muy presente en su obra, dentro de cada uno de nosotros hay como dos hombres que viven en perpetua lucha: un hombre salvaje, voluntarioso, irreductible a regla y a compás una especie de gorila, y otro hombre severo que busca pensar ideas exactas, cumplir acciones legales, sentir emociones de valor trascendente.
Es aquel hombre para quien sólo existen los bravíos instintos, el hombre de la natura; el otro es el que participa en la ciencia, en el deber, en la belleza, el hombre de la cultura.
Resumiendo: de un lado está el puro instinto, del otro la reflexión, es decir, frente al hombre que se mueve exclusivamente por intereses particulares se alza el hombre socializado abierto a valores más universales (La pedagogía social como progama político: El hombre, individuo de la humanidad 1, 512
La moda de la sinceridad o espontaneidad, a cuya implantación contribuyó mucho don Miguel de Unamuno en Salamanca o es del agrado de Ortega. Le parece un achabacanamiento, porque ese deber de decir lo que uno piensa para sí lo considera huida de todo convencionalismo, llámese lógica, ética o estética. De él se apartan las personas débiles incapaces de respirar en un recinto severo de normas firmes. La cultura no es otra cosa que convencionalismo.
Lo sincero y espontáneo en el hombre es el gorila. Lo demás, lo que trasciende de gorila y le supera, es lo reflesivo, lo convencional y artificioso. ¿Qué sería de nosotros sin lo convencional? se pregunta Ortega. Para Fiche, a quien cita frecuentemente, el destino del hombre es sustituir el yo individual por el yo superior. Esto que puede parecer una fórmula metafísica, ese yo superior no es algo vago, es el conjunto de normas que rigen en la sociedad: la ley lógica, la regla moral, el ideal estético y la buena educación.
El dilema que se nos presenta a los seres humanos en toda nuestra vida es seguir nuestros gustos o ajustar nuestra voluntad a la ley superior. Pues bien, las nobles normas son convenciones, no responden a la realidad material, no son cosas, sino condensaciones del espíritu, valores sobre la materia que ha ido decantando la cultura con la que contrarrestamos la avaricia ahorradora de la naturaleza. Por lo que hay que definir la cultura como la negación de lo espontáneo (Renan 1,460-461)
No obstante, el entusiasmo de Ortega por la cultura europea, una década más tarde el padre de la Fenomenología, Husserl, afirmaba que las naciomes europeas padecen una sería enfermedad de cansancio y convoca a elaborar una filosofía crítica universal de todas las formaciones y sistemas culturales surgidos a partir de la vida misma de la humanidad.
Tan magna tarea no sería esclusiva de los filósofos, sino que debería dar paso a un movimiento comunitario de formación, que al influir en la cultura y en la educación llevaría a fomentar la "actitud crítica, una actitud que parte de la negativa a asumir, sin controlarlas, opiniones y tradiciones previamente dadas y a la vez, plantea a propósito del universo entero tradicionalmente dado de antemano, la cuestión de lo verdadero...convirtíéndose la filosofía en un movimiento educacional y cultural" (22).(J.Massiá Clavel, Pensar lo humano 101. Planteamientos de antropología PPC(Madrid 2006)4
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