La cigüeña sobre el campanario
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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
8. Desmitologización y recuperación de la esperanza
La Iglesia en el mundo de hoy
Capítulo IV._Misión de la Iglesia en el mundo
contemporáneo
40. Relación entre la Iglesia y el mundo._La Iglesia, aunque tiene un fin escatológico, vive también la vida del tiempo y experimenta las vicisitudes terrenas. Esta compenetración de la ciudad terrena y de la ciudad celeste hace que la Iglesia, al procurar la salvación eterna, difunda también su luz sobre el mundo. La Iglesia está convencida de que puede también ser ayudada por la actividad de cada hombre y de la sociedad humana, y para promover esta ayuda fija algunos principios generales
41. Ayuda que la Iglesia quiere ofrecer a los individuos._La Iglesia considera que puede responder a los deseos más profundos del hombre, revelándole su último destino y predicando la libertad, la dignidad de la conciencia y del derecho justo, no separado de la ley divina, en una falsa autonomía, sino inserto en el plano salvífico de Dios.
42. Ayuda que la Iglesia quiere ofrecer a la sociedad._La misión confiada a la Iglesia no es de orden político-social, sino de orden religioso. De este orden religioso que es propio de la Iglesia, brotan luces y energías capaces de contribuir a la consolidación de la sociedad humana. La Iglesia reconoce todo cuanto de bueno hay en el dinamismo social contemporáneo, sobre todo la evolución hacia la unidad y la sana socialización. Por ser la Iglesia universal y por vivir por encima de toda forma cultural y de todo sistema político, puede constituir un elemento de unión entre los pueblos. A este propósito, la Iglesia exhorta a sus hijos a que superen cualquier dimensión entre naciones y países.
43. Ayuda que la Iglesia quiere dar a la actividad humana._La Iglesia exhorta a los cristianos al cumplimiento de sus deberes temporales, advirtiéndoles que deben guiarse por el Evangelio; lamenta la conducta de aquellos que, con el pretexto de la espera de los bienes celestiales, descuidan las tareas temporales, así como reprueba también a aquellos que se sumergen en los negocios terrestres sin referencia alguna a la vida religiosa.
Los laicos tienen el deber de dedicarse a las actividades temporales con dominio de cada materia, respetando las leyes propias de las diferentes disciplinas y pidiendo a sus sacerdotes luz y fuerza moral, pero no necesariamente la solución de los varios problemas temporales. La propia visión cristiana podrá a veces inspirar soluciones diversas; pero no es lícito que uno u otro fiel presuma reivindicar para la propia solución la autoridad de la Iglesia. Esfuércense los obispos y los sacerdotes por animar a los cristianos y prepararles para un fecundo diálogo con el mundo.
44. Ayuda que la Iglesia recibe del mundo._La Iglesia no ignora todo lo que ha recibido de la historia. La Iglesia se sirvió de la lengua, de la cultura y de la filosofía de los diversos pueblos para predicar y profundizar las verdades reveladas. Y es también de suma importancia que el Pueblo de Dios, y sobre todo los pastores y los teólogos presten oído atento a los expertos de las diferentes disciplinas y a los diversos modos de hablar y de sentir de nuestro tiempo para comprender y presentar cada vez mejor la Palabra de Dios. Todo lo que promueve la comunidad humana ayuda a la comunidad de la Iglesia, en la medida en que ésta depende de factores externos.
45. Cristo, alfa y omega._En este intercambio con el mundo, la Iglesia tiene el único fin de realizar el reino de Dios. El Verbo, por medio del cual todas las cosas han sido hechas, es también, en Cristo, la salvación y la recapitulación universal.
Ver: Ocho grandes mensajes
BAC 1974
La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
8. Desmitologización y recuperación de la esperanza
La Iglesia en el mundo de hoy
Capítulo IV._Misión de la Iglesia en el mundo
contemporáneo
40. Relación entre la Iglesia y el mundo._La Iglesia, aunque tiene un fin escatológico, vive también la vida del tiempo y experimenta las vicisitudes terrenas. Esta compenetración de la ciudad terrena y de la ciudad celeste hace que la Iglesia, al procurar la salvación eterna, difunda también su luz sobre el mundo. La Iglesia está convencida de que puede también ser ayudada por la actividad de cada hombre y de la sociedad humana, y para promover esta ayuda fija algunos principios generales
41. Ayuda que la Iglesia quiere ofrecer a los individuos._La Iglesia considera que puede responder a los deseos más profundos del hombre, revelándole su último destino y predicando la libertad, la dignidad de la conciencia y del derecho justo, no separado de la ley divina, en una falsa autonomía, sino inserto en el plano salvífico de Dios.
42. Ayuda que la Iglesia quiere ofrecer a la sociedad._La misión confiada a la Iglesia no es de orden político-social, sino de orden religioso. De este orden religioso que es propio de la Iglesia, brotan luces y energías capaces de contribuir a la consolidación de la sociedad humana. La Iglesia reconoce todo cuanto de bueno hay en el dinamismo social contemporáneo, sobre todo la evolución hacia la unidad y la sana socialización. Por ser la Iglesia universal y por vivir por encima de toda forma cultural y de todo sistema político, puede constituir un elemento de unión entre los pueblos. A este propósito, la Iglesia exhorta a sus hijos a que superen cualquier dimensión entre naciones y países.
43. Ayuda que la Iglesia quiere dar a la actividad humana._La Iglesia exhorta a los cristianos al cumplimiento de sus deberes temporales, advirtiéndoles que deben guiarse por el Evangelio; lamenta la conducta de aquellos que, con el pretexto de la espera de los bienes celestiales, descuidan las tareas temporales, así como reprueba también a aquellos que se sumergen en los negocios terrestres sin referencia alguna a la vida religiosa.
Los laicos tienen el deber de dedicarse a las actividades temporales con dominio de cada materia, respetando las leyes propias de las diferentes disciplinas y pidiendo a sus sacerdotes luz y fuerza moral, pero no necesariamente la solución de los varios problemas temporales. La propia visión cristiana podrá a veces inspirar soluciones diversas; pero no es lícito que uno u otro fiel presuma reivindicar para la propia solución la autoridad de la Iglesia. Esfuércense los obispos y los sacerdotes por animar a los cristianos y prepararles para un fecundo diálogo con el mundo.
44. Ayuda que la Iglesia recibe del mundo._La Iglesia no ignora todo lo que ha recibido de la historia. La Iglesia se sirvió de la lengua, de la cultura y de la filosofía de los diversos pueblos para predicar y profundizar las verdades reveladas. Y es también de suma importancia que el Pueblo de Dios, y sobre todo los pastores y los teólogos presten oído atento a los expertos de las diferentes disciplinas y a los diversos modos de hablar y de sentir de nuestro tiempo para comprender y presentar cada vez mejor la Palabra de Dios. Todo lo que promueve la comunidad humana ayuda a la comunidad de la Iglesia, en la medida en que ésta depende de factores externos.
45. Cristo, alfa y omega._En este intercambio con el mundo, la Iglesia tiene el único fin de realizar el reino de Dios. El Verbo, por medio del cual todas las cosas han sido hechas, es también, en Cristo, la salvación y la recapitulación universal.
Ver: Ocho grandes mensajes
BAC 1974