Quiero elegir lo mejor
| José Arregi teólogo
Nuestra vida, siempre inseparablemente personal y colectiva, es una historia compleja –también inseparablemente personal y colectiva– de innumerables elecciones. Cada elección o decisión personal es única, irreductible e imprevisible, y es a la vez el resultado condicionado por la cadena infinita de todos los seres y relaciones que forman el cosmos.
Esto que vale para todo –cada bocado que como, cada paso que doy, cada mano que estrecho–, vale en particular para lo más valioso, tanto a nivel local como a nivel global, a saber: una comunidad de vida en justicia y en paz compartida, fuente y fruto a la vez de todas las elecciones personales y colectivas. El universo es un cuerpo animado por una energía, un dinamismo, una creatividad, un “espíritu que aletea o vibra” en el corazón de Todo y de cada parte. Nada respira sin Todo. La paz más plena de cada una/o es inseparable de la Paz plena de todos los vivientes, de todos los seres.
Todas mis elecciones, desde que fui un embrión único formado por la fusión de dos células diferentes, están condicionadas, podría decir incluso determinadas, por la conjunción de todas las partículas innumerables del universo sin medida o del multiverso desconocido. Pero soy sujeto de mis elecciones, soy responsable de caminar hacia mi auténtica libertad, que consiste no en elegir sin estar de alguna determinado, sino en poder determinarme mejor en mis incontables determinaciones, y en ir eligiendo lo mejor para mí que es inseparable de lo mejor para todos. Y así hasta que este organismo del que soy sujeto se disuelva y sea en el organismo global, mi yo en la Comunión cósmica, mi conciencia en la Conciencia universal.
Quiero vivir movido por esta cosmovisión y esta conciencia inseparablemente particular y universal, individual y política, espiritual y estructural. Por ello y para ello, en este tiempo incierto y decisivo, como parte mínima y única de todos los sistemas solares y galaxias en formación, de este planeta que nos alberga y nos nutre, de la Tierra que nos engendra y que somos, que somos y que herimos, como miembro de este mi pueblo, prójimo y hermano de todos los pueblos con sus mejores anhelos comunes y sus guerras fratricidas, con sus desmesurados sufrimientos injustos y su aspiración compartida a una paz justa y común, desde mi radical limitación y desde mi responsabilidad intransferible, en diálogo abierto y en búsqueda compartida, en medio de la incertidumbre, quiero ayudarme y ayudar a elegir lo mejor. Es decir:
- Quiero elegir cada día y de manera concreta la paz en la justicia, y la justicia en la paz.
- Quiero elegir desde mi propio lugar y poniéndome a la vez en el lugar de la otra, del otro, preguntándome siempre: “¿Cómo necesitaría ser tratada/o si me hallara en su lugar?”.
- Quiero elegir una memoria integral y solidaria del pasado, sin olvidar ninguna herida, ninguna injusticia, ninguna llamada ni condición de la paz común justa.
- Quiero elegir el alivio del dolor más que la posesión de la razón ideológica y que la implantación de un determinado proyecto político.
- Quiero elegir la confianza en la buena voluntad y en la capacidad de bondad del adversario o de la adversaria política, o incluso de la persona que me ha infligido un profundo sufrimiento injusto.
- Quiero elegir, a pesar de todo, la fe en lo más profundo de mí misma/o, en mi capacidad para sanar las heridas que he recibido y he infligido.
- Quiero elegir el perdón de mí misma/o y de los/las demás. El perdón: no la absolución de una supuesta “culpa” ni la exención de “castigo” supuestamente reparador, sino la confianza en el bien y la bondad como lo más profundo y real de mí mismo. La mirada al futuro y sus posibilidades más que al pasado con sus lesiones. El resentimiento, el castigo y la venganza nos encierran e hieren más. El perdón de sí y del prójimo, el perdón que ofrecemos y recibimos es lo que nos cura y devuelve la paz creadora, fruto y fuente de la justicia.
- Quiero elegir el pasito adelante posible, más que la meta, siempre inalcanzable.
- Quiero elegir encender una llamita de luz en vez de lamentarme de la oscuridad que me/nos envuelve.
- Quiero elegir una palabra, una mirada, un esto o una acción sencilla que contribuya a que sean posibles y se vuelvan realidad opciones mías y ajenas en favor de la paz y de la justica.
Aizarna, 7 de julio de 2022
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