En la noche, míranos.
Danos tu mano, Señor.
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz, que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
En la noche, míranos.
Danos tu mano, Señor.
Haz que mi pie vaya ligero.
Da de tu pan y de tu vaso
al que te sigue paso a paso
por lo más duro del sendero.
En la noche, míranos.
Danos tu mano, Señor.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
En la noche, míranos.
Danos tu mano, Señor.
Guarda mi fe del enemigo.
¡Tantos me dicen que estás muerto!...
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.
En la noche, míranos.
Danos tu mano, Señor.