Creó en Espinardo una de las primeras comunidades de base de España Gabriel Abellán, persona de diálogo, cristiano en comunidad
Ha muerto con la serenidad y la discreción que caracterizaron su vida. Ya no volveremos a escuchar su reflexiva voz, ni disfrutaremos de su sensata y pausada conversación. Pero conservaremos el recuerdo de muchas de las experiencias personales y comunitarias compartidas con él
Tenía conciencia de pueblo, de barrio, de comunidad a flor de piel y la fomentaba entre sus vecinos. Contribuyó a sacar al vecindario del individualismo y creó un tejido social reivindicativo, que desembocó en mejoras importantes en los diferentes servicios comunitarios
Con Gabriel Abellán, Dios pasó por Espinardo
A las 9.00 de la mañana del 4 de diciembre falleció en el pueblo murciano de Cieza, a los 89 años, el sacerdote y teólogo Gabriel Abellán Vázquez, con quien compartí 37 años de verdadera y profunda amistad y en plena sintonía. Ha muerto con la serenidad y la discreción que caracterizaron su vida. Ya no volveremos a escuchar su reflexiva voz, ni disfrutaremos de su sensata y pausada conversación. Pero conservaremos el recuerdo de muchas de las experiencias personales y comunitarias compartidas con él.
El primero de esos recuerdos es el ejercicio de su ministerio socio-pastoral durante cincuenta años en Espinardo, pedanía murciana marginal y marginada, empobrecida y abandonada por las diferentes instituciones públicas. ¿También dejada de la mano de Dios? No. Cuando asesinaron a monseñor Romero, arzobispo de San Salvador en 1980, Ignacio Ellacuría dijo: “Con Monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador”. Afirmación que yo aplicaría a Gabriel: “Con Gabriel Abellán Dios pasó por Espinardo”. Y ahí continúa gracias a su testimonio, a su ejemplaridad de vida y al compromiso de la comunidad de base que inició y animó.
Gabriel Abellán fue un vecino ejemplar de Espinardo, conocido y reconocido por sus conciudadanos. Estaba identificado con sus problemas, que bien conocía, vivía y sufría como propios. Tenía conciencia de pueblo, de barrio, de comunidad a flor de piel y la fomentaba entre sus vecinos. Contribuyó a sacar al vecindario del individualismo y creó un tejido social reivindicativo, que desembocó en mejoras importantes en los diferentes servicios comunitarios.
Fallece el sacerdote Gabriel Abellán Vázquez, de la Diócesis de Cartagena. Que Dios premie toda una vida entregada a la Iglesia. Recemos por su alma. https://t.co/oz6YtjMHmh
— Miguel Tovar Fernández (@migueltovarweb) December 9, 2022
El cristianismo que vivió Gabriel no fue el clérigo-cultual-sacrificial, recluido en el templo y en el ceremonial litúrgico, sino el crítico-profético que denuncia las estructuras injustas, incluidas las eclesiásticas, y defiende la Justicia, uno de los nombres que da a Dios el profeta Jeremías. Fue un cristianismo samaritano y compasivo con las personas y los colectivos empobrecidos, mayoría en el barrio de Espinardo.
Comunidades de base igualitarias en el seno del pueblo
En el corazón del barrio y en el entorno de la parroquia del Espíritu Santo creó una de las primeras comunidades de base de España bajo la inspiración del Concilio Vaticano II, que definió a la Iglesia como pueblo de Dios y comunidad de creyentes. Aquella comunidad conserva hoy la misma vitalidad y el mismo dinamismo de su nacimiento. Extendió la experiencia comunitaria de base por toda la región de Murcia hasta conformar uno de los movimientos eclesiales populares más importantes de la Iglesia española con un riguroso y exigente plan de formación para un cristianismo adulto, que, por iniciativa suya, tuve el privilegio de actualizar durante la década de los años 90 del siglo pasado en la colección Hacia la comunidad (6 volúmenes, Trotta, Madrid, 1993-2000, varias ediciones) y que sirvió de referencia teológica en numerosas comunidades de base de España y América Latina[1].
Acompañaron a Gabriel en la aventura comunitaria otros compañeros ubicados en las zonas rurales y urbanas empobrecidas de la región de Murcia, que empezaron trabajando con los movimientos apostólicos obreros como la Juventud Obrera Cristiana la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y (JOC) y, respondiendo al espíritu del Concilio Vaticano y a las necesidades populares, convirtieron sus parroquias en lugares de celebración comunitaria de la experiencia religiosa y espacios de trabajo social con la población marginada.
Es de justicia recordar sus nombres junto al de Gabriel: Cayetano Moreno, Roque Yagüe, Fulgencio Fernández, Manuel Muñoz, Telesforo Hermosilla, Antonio Martínez, Gaspar Fernández, Joaquín Ferrando, Juan Pedro Fernández.
Una de las señas más importante de la identidad de las comunidades de base fue la presencia y la participación de las mujeres en el tejido comunitario no como subalternas, sino como sujetos activos y protagonistas en la vida y la organización de las comunidades. La lista sería interminable. Solo quiero recordar a tres pioneras que desde el principio destacaron por su colaboración en primera línea, su ejemplaridad de vida y su compromiso liberador: Carmen La Roja, Carmen Forca y Asunta García. Son la mejor expresión de una Iglesia igualitaria en sus miembros, paritaria en su representación y antipatriarcal en su organización.
#Obituario
— La Opinión de Murcia (@diariolaopinion) December 9, 2022
Gabriel Abellán, un hombre de diálogo y de comunidadhttps://t.co/anV1loKyDB
Uno de los peligros que Gabriel y sus compañeros y compañeras quisieron evitar desde el principio en el nacimiento y desarrollo de las comunidades de base fue el clericalismo, tan criticado hoy por el Papa Francisco. Y lo consiguieron promoviendo el protagonismo de sus miembros y generando dinámicas participativas democráticas. Yo soy testigo de la superación del clericalismo y del protagonismo seglar en la vida, la actividad y la organización de las comunidades tras los 36 años de acompañamiento.
Las comunidades de base fueron espacios de educación en la fe, una fe crítica y liberadora, que no reprodujera las estructuras jerárquicas y patriarcales de la Iglesia, sino que contribuyera a la creación de una Iglesia popular al servicio de las personas y los colectivos más vulnerables de la sociedad. A su vez, fungieron como escuelas de formación y concientización sociopolítica, de compromiso en los movimientos sociales y de militancia en los partidos y coaliciones de la izquierda. No pocos de sus miembros asumieron responsabilidades políticas y sociales en el terreno municipal y regional con proyectos transformadores.
Gabriel renunció a cualquier responsabilidad directiva que sirviera para la reproducción de la institución eclesiástica. Su lugar social fueron los colectivos marginados en lucha contra las causas de dicha marginación; su lugar eclesial, la Iglesia de los pobres; su lugar cultural, la cultura nacida de las luchas del pueblo
En el ámbito eclesial Gabriel renunció a cualquier responsabilidad directiva que sirviera para la reproducción de la institución eclesiástica. Su lugar social fueron los colectivos marginados en lucha contra las causas de dicha marginación; su lugar eclesial, la Iglesia de los pobres; su lugar cultural, la cultura nacida de las luchas del pueblo.
Gabriel Abellán fue un hombre de diálogo cívico-cultural desde un horizonte ético: diálogo como talante personal, como actitud en la búsqueda de la verdad, como camino adecuado para la resolución de los conflictos. En Espinardo creó el Foro de Pensamiento del Siglo XXI y en Cieza el Foro por el Pensamiento y el Diálogo como espacios de debate ideológico.
He tenido el privilegio de participar en ambos espacios, especialmente en el de Cieza de manera ininterrumpida desde su fundación, y doy fe de que ambos están educando a la ciudadanía en la conciencia cívica con sentido crítico y formando comunidades dialógicas como respuesta a las actitudes fundamentalistas cada vez más extendidas en sectores políticos y cristianos integristas que con frecuencia desembocan en prácticas violentas.
Teología bíblica, teología de la liberación, teología feminista
Gabriel tenía una profunda formación teológica. Durante su estancia de 1960 a 1965 en Ecuador como formador en el Seminario de Cuenca obtuvo la licenciatura en filosofía y teología Uno de sus principales empeños fue precisamente dotar a las comunidades de base de una sólida formación que sirviera de guía y soporte para su vida, pensamiento y praxis. Y la encontró en la teología bíblica y en la teología de la liberación. Quien ejerció de maestro en la guía bíblica fue Juan Mateos, uno de los grandes biblistas mundiales, a quien debemos una de las mejores traducciones de la Biblia junto con Luis Alonso Schökel y su equipo de colaboradores: la Nueva Biblia Española, editada por Cristiandad y una de las traducciones castellanas más difundidas y valoradas en los entornos bíblicos.
En las convivencias comunitarias de agosto Juan Mateos impartió durante un cuarto de siglo cada año dos cursos de teología bíblica centrados en la figura de Jesús de Nazaret desde una perspectiva humanista y simbólica. Fue el mejor antídoto frente a los fundamentalismos.
La relación de Juan Mateos con Gabriel y con las comunidades de base fue mutuamente enriquecedora. Las comunidades aportaron el análisis de la realidad para ubicar la lectura de la Biblia en nuestro momento histórico, sin idealismos ni ideologizaciones. Juan aportó a las comunidades el horizonte hermenéutico de la palabra de Dios y la iluminación de la realidad a transformar. Gabriel facilitó el diálogo de la realidad con la palabra orientada a la praxis liberadora. En las convivencias comunitarias participaron también los biblistas Fernando Camacho, Jesús Peláez, Josep Rius-Camps, Fidel Aizpurúa, Xavier Pikaza, Juan Barreto con nuevas aportaciones exegéticas y hermenéuticas.
Otra guía fue la teología de la liberación. Las comunidades de base de Murcia tuvieron como maestros a algunos de los principales creadores y cultivadores de la teología de la liberación. Recuerdo la presencia en sus aulas de teología de Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, Leonardo Boff y Ernesto Cardenal. En plena sintonía con la teología de la liberación participamos también en las convivencias y encuentros de teología Casiano Floristán, Julio Lois, José María Castillo, Rufino Velasco, José María Vigil, José Arregi, Secundino Movilla, Xavier Melloni, José Manuel Andueza, Antonio Duato y yo mismo.
Mi primera relación con Gabriel y con las comunidades de base fue precisamente en las convivencias de agosto de 1985, donde fui invitado a impartir un curso sobre la teología de la liberación. Seguí participando durante los diez años siguientes de manera ininterrumpida tratando los grandes temas de dicha teología: el método del ver-juzgar y actuar, la mediación socio-analítica, la opción por las personas y los colectivos empobrecidos, la hermenéutica bíblica liberadora, la praxis transformadora, el Dios liberador, Jesús de Nazaret el Cristo liberador, la espiritualidad de la liberación, las diferentes tendencias de la teología de la liberación. Otros temas que trabajamos juntos fueron los fundamentalismos y el diálogo entre religiones, la utopía el profetismo, etc.
Conservo los mejores recuerdos de aquellas convivencias, primero en el colegio de Jesús María, de Alicante, y luego en Pinito de Oro, de Alhama, que, dentro del rigor de las reflexiones, se caracterizaron por la vida comunitaria, la tonalidad lúdica y las fiestas nocturnas en la Sala de los Espejos. Seguro que mantenéis el mismo grato recuerdo que yo quienes participasteis en aquellas convivencias, transgrediendo, eso sí, las normas rígidas que nos imponía la madre Montse.
No quiero olvidarme de las comunidades juveniles, numerosas y muy activas, que, sensibles a los nuevos climas sociales y culturales y como respuesta a los desafíos del momento, enriquecieron la vida comunitaria con nuevas miradas, nuevas experiencias, nuevos análisis, nuevas vivencias religiosas más vinculadas a la problemática de la juventud. Recuerdo muy gratamente las convivencias compartidas con estas comunidades en los veranos tórridos de Sierra Espuña durante varios veranos con una metodología participativa a partir de sus propios testimonios de vida y de sus reflexiones siempre creativas. Me ayudaron a descubrir un mundo para mi desconocido. En dichas convivencias estuve acompañado por Gaspar Fernández, Encarna, Angélica y Angelita[2].
Presencia destacada en la formación, la vida y la práctica de las comunidades tiene la teología feminista. Han participado teólogas que contribuyeron a cuestionar el patriarcado tanto eclesial como político, a fomentar la conciencia feminista, a motivar la participación en los movimientos feministas y a incorporar en la reflexión teológica y en la vida comunitaria las principales categorías de la teoría de género.
¿Objetivo? Hacer una hermenéutica feminista-liberadora de los textos bíblicos, recuperar la genealogía de nuestras antepasadas olvidadas, hacer memoria histórica de las mujeres protagonistas. Y todo ello inseparable del compromiso en los movimientos feministas bajo la inspiración de la Ruah siguiendo “las huelas de Sofía”. En este empeño han acompañado a las comunidades las teólogas Margarita Pintos, María José Arana, Pepa Torres, Emma Martínez, Montserrat Escribano.
Ejemplaridad de vida: “no tener nada”
Quienes le conocimos de cerca y convivimos con él pudimos comprobar que era una persona sin doblez, transparente, sincero para con Dios y honesto con la realidad, una persona cabal. Lo que más valoramos en él fue su coherencia: vivió como pensó, pensó como vivió, y su vida austera. Practicó el imperativo ético evangélico: “no se puede servir a Dios y al dinero” en toda su radicalidad e hizo realidad el ideal de la mesa compartida con las personas empobrecidas. Cuando recuerdo su larga trayectoria casi nonagenaria, me viene a la memoria el poema de Pedro Casaldáliga que Gabriel conocía muy bien convirtió en guía de su vida:
“No tener nada,/ no llevar nada,/no poder nada,/Y, de pasada,/ no matar nada,/ no callar nada./ Solamente el Evangelio, como una faca afilada./ Y el llanto y la risa en la mirada./ Y la mano extendida y apretada./ Y la vida, a caballo dada./ Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada/ para testigos de la Revolución ya estallada./¡Y mais nada!”.
“Habla por el que no puede hablar y defiende la causa de los desvalidos”
Gabriel Abellán hizo realidad en su vida el verso del poeta cubano José Martí: “con los pobres de la tierra mi suerte yo quiero echar” y puso en práctica el imperativo ético-profético del libro bíblico de los Proverbios: “Habla por el que no puede hablar y defiende la causa de los desvalidos. Habla para juzgar con justicia y defiende la causa del humilde y del pobre” (Proverbios 31,8).
Gabriel ya no puede hablar. Nosotros, sí. Callar ante la injusticia nos convierte en cómplices. Levantar la voz en defensa de la justicia y la paz, de la solidaridad y la fraternidad-sororidad en un mundo estructuralmente injusto e insolidario y practicar la com-pasión con las víctimas constituye el imperativo ético irrenunciable que nos hace realmente humanos. Es la mejor demostración de nuestro compromiso liberador y la mejor manera de seguir su ejemplo. Gracias, Gabriel, por los años de amistad que nos has regalado. Tu familia, tus amigos y amigas, tus hermanos y hermanas de las comunidades, tus vecinos y vecinas no te olvidaremos. Descansa en paz.
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[1] El primer volumen de Hacia la comunidad, titulado La marginación, lugar social de los cristianos (Trotta, Madrid, 1993; 1998, 3ª ed.), está dedicado “A las comunidades de base de Murcia”. El segundo volumen, titulado Iglesia profética, Iglesia de los pobres (Trotta, 1994; 2003, 2ª ed.), lo dediqué “A Gabriel Abellán, a quien tanto debe esta obra”.
[2] Dediqué el volumen 5 de la Colección Hacia la comunidad: Por eso lo mataron. El horizonte ético de Jesús de Nazaret (Trotta, 1998; 2003, 2ª ed) “A los/as jóvenes con quienes he pasado dos maravillosas e inolvidables semanas en la Sierra Espuña de Murcia durante los veranos de 1995 y 1996, discutiendo "acaloradamente" -por el calor climático y por la pasión del debate- los temas de este libro, y cuyos nombres quiero recordar en agradecimiento por haberme acogido en su círculo de amistad y camaradería, a pesar de la abismal diferencia de edad: Angela, Angélica, Angelita (maestra de educadoras) Beatriz, Cari, Carmen, Carolina, Censi, Conchi, Cristina, David, Desirée, Elena, Encarna (educadora), Esther, Eva, Fina (la mejor cocinera), Gaspar (decano de educadores), Herminio (padre de educadores), Isabel, Jesús, José Eduardo, Luis, Luis Miguel, Maloles, María, María Ángeles, María Dolores (Hernández), María Dolores (Martínez), María Teresa, Mari Cruz, Mario, Maruja (maestra de concineras), Mercedes, Miguel, Miguel Ángel, Nacho, Nieves, Pablo, Pedro, Pepe, Perucha, Pili, Roberto, Salvador, Toni, Virginia y Yolanda. Gracias a vosotros y vosotras por los apasionados debates matutinos, los creativos trabajos de grupo verpertinos, las "puestas en común", las puestas de sol, las juergas nocturnas y los paseos al "Chorillo" al amanecer. Hoy ve la luz este libro del que vosotros y vosotras sois co-autores.