Teresa de Avila LLEVARÉ AL PORTAL MI IMPOTENCIA...

Cuando no se puede hacer más...

En mi tierra uno de los villancicos más típicos y conocidos és el que empieza así: "Qué li darem en el noi  de la Mare...?" Con esa pregunta retòrica de què es lo que le vamos a llevar de regalo al recien nacido, un regalo que le guste al Niño y a la Madre, se muestra la ingenuidad típica de Navidad, en donde los regalos se convierten en símbolos. Bueno, siempre que no se interponga la publicidad y las estructuras creadas en torno a un mundo más materilista que celebrativo.

Ayer, precisamente, cuando salia del Hospital de Campaña de Santa Anna después de ensayar  con "Los Hermanitos del Cordero" y los acogidos nuestro Belen viviente, me encontré en la entrada con un amigo de los que participan en nuestra Mesa de fraternidad. Las circunstancias de la vida le han llevado a vivir en la calle desde hace unos meses y por más que él se esfuerza -y yo con él- en buscar una solución, no la encontramos. Sólo puedo sentarme a su salo y acompañarle, a veces casi en silencio,  unidos en nuestras  dos impotencias. 

Un poco más allà, me encuentro con otro amigo que me habla de un "hijo" mío al que he acompañado semanalmente durante más de diez  años en la cárcel y por el que sufro diariamente desde que "desapareció" cuando parecía que ya estaba rehabilitado. Y por más que lo busco y los buscan, no logro dar con él. Algunos lo han visto vagando por las calles, demacrado y en un estado lamentable. Sé que no se atreve a volver... Y yo sigo esperando poder abrazarle como al hijo pródigo.

Llego a casa y en el Telediario me entero de la detención de uno al que intentamos ayudar hace tiempo y que volvió a recaer... 

Ante todo esto comento con mis "compañeros" de esfuerzos aparentemente valdíos, lo necesario que es hacer un simbólico "master" de fracasos para entregar nuestros esfuerzos y nuestro amor a los más necesitados. 

Es entonces cuando encuentro la respuesta a la pregunto del villancico: ¿Qué voy a llevar de regalo navideño a la Madre de Jesús para su recien nacido? Pues, ¡lo que tengo: MI IMPOTENCIA!. 

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