Eucaristía 2. El hombre del cántaro, la Cena de los discípulos (Mc 14, 12-31)

Ofrecí ayer una síntesis de la eucaristía, retomando un motivo antiguo de mi libro Fiesta del Pan, Fiesta del Vino (Verbo Divino, Estella 2005), preparando así la fiesta del Corpus Christi, que celebraremos el próximo domingo (26 VI 2011). Siguiendo en esa línea, quiero estudiar, de un modo más preciso el sentido de la eucaristía en el evangelio de Marcos. Para los lectores que quieran leer mis aportaciones debo ofrecer ya unas breves notas introductorias:

a. Vuelvo al tema discutido de la fecha de Cena de Jesús y de su carácter pascual, que evoqué con cierta detención hace dos meses (los días 17, 19 y 20 de abril de este año).

b. Voy a fijarme sólo (básicamente) en el evangelio de Marcos que, con Pablo (1 Cor 11) ofrece el testimonio más antiguo y fiable de la Eucaristía cristiana.

c. El texto que voy a estudiar (Mc 14, 12-31) tiene varios niveles, de manera que sería bueno que los lectores comenzaran leyéndolo por sí mismos.


En los días próximos vendrán saliendo a luz los temas centrales de ese relato de la Última Cena en Marcos, todos ellos importantes para la Iglesia actual. Hoy me limito a comenzar situando ese motivo tema en el contexto de la redacción de Marcos. Quien quiera seguir sabiendo sobre el tema puede tomar alguno de los libros donde he venido exponiéndolo (además del Nuevo Comentario de Marcos, que saldrá Dios mediante a finales de este años 2011, en Verbo Divino). Buen día a todos.

INTRODUCCIÓN

A la liturgia pascual en casa de Simón Leproso (14, 3-9) sigue en Marcos la cena de pascua que los discípulos proponen a Jesús, ratificando la tradición judía (14, 12). Jesús acepta esa propuesta, pero sustituye la celebración de la Pascua antigua que le piden los discípulos que por una fiesta de solidaridad mesiánica, transformando los principios de la historia israelita (salvación nacional, comida del cordero) desde su propia experiencia de entrega mesiánica (mientras sus discípulos van a traicionarle).

Este pasaje, paralelo al anterior en muchos rasgos, expone la relación de Jesús con los Doce, a quienes él había escogido como signo de la plenitud escatológica de Israel (cf. 3, 14; 6, 7), y el sentido de su entrega por los demás, en una liturgia de pan y de vida (no de perfume, como en el caso anterior). Se trata de un texto complejo, que Marcos compone a partir de tradiciones varias, para formar con ellas un retrato espléndido de la transformación pascual, en el camino que va del anuncio del Reino (1, 14-15), pasando por las “multiplicaciones” (6, 35-44; 8, 1-12), a la esperanza del Hijo del Hombre (13, 26), con cuya que venida se iniciará el Gran Banquete.

− Historia. Éste es un texto que evoca un acontecimiento de la vida de Jesús, en el momento final de su camino, para indicar que él mantuvo su programa y esperanza de Reino, allí mismo, en Jerusalén (14, 25), celebrando con sus compañeros la fiesta judía, pero aceptando (y anunciando), al mismo tiempo, su posible muerte al servicio de ese Reino. Así recoge la historia de una celebración en la que Jesús, superando el símbolo del cordero tradicional de la pascua judía, puso en el centro de la mesa (y de su misma vida) el pan y el vino, que son los signos de su solidaridad y presencia (del recuerdo de su acción mesiánica).

− Iglesia cristiana. Éste es también un texto de fe pascual, que asume y formula la comprensión que la iglesia de Marcos (y antes la de Pablo: cf. 1 Cor 11, 23-25) ha tenido de la Cena de Jesús, centrada en los signos del pan y del vino que expresan su entrega y alianza a favor de los hombres (de muchos). Posiblemente, la formulación que ofrece Marcos sólo ha podido fijarse en un contexto helenista (judeo-helenista) que interpreta de un modo sacramental el cuerpo y la sangre de Jesús, que se vinculan al despliegue total de su vida (tal como aparece en las multiplicaciones). Quizá pudiera decirse que todo el evangelio de Marcos ha sido una preparación para entender esta eucaristía pascual (y al revés: esta eucaristía ha de entenderse a partir de todo lo anterior).


LEER EL TEXTO, DISTINGUIR SUS ELEMENTOS (MC 14, 12-31).

Éste es el texto completo, que habrá que empezar leyendo en su unidad


La investigación histórico-teológica sobre este pasaje y su historia de fondo resulta inabarcable, de manera que es casi imposible recogerla; por eso me limito a presentarla de un modo introductorio, comentando sólo sus aspectos principales, siguiendo el esquema del texto:

(1) La iniciativa parte de los discípulos, que quieren celebrar la pascua con Jesús (14, 12-17).

(2) Pero al comienzo de la cena, Jesús anuncia que uno de ellos va a entregarle, de modo que el encuentro de solidaridad se convierte en momento de traición (14, 17-21).

(3) A pesar de ello, Jesús les ofrece su cuerpo y sangre, como pan y vino, retomando así toda su historia anterior (14, 22-24).

(4) En ese contexto, ratifica su proyecto y promete a sus discípulos que tomará con ellos la próxima copa en el Reino (14, 25).

(5) Todo acaba con el anuncio de la negación y escándalo de sus discípulos (14, 26-31).


De este modo, lo que empieza siendo comida de pascua nacional se convierte en cena de entrega y traición (por parte de los discípulos) y de nueva solidaridad cristiana (por parte de Jesús).

Por un lado se rompe y fracasa el ideal israelita de los Doce, cerrado en un tipo de cena de triunfo nacional.

Por otro, culmina la entrega de Jesús, de forma que se cumple su mensaje de Reino, precisamente allí donde parece que fracasa.


((Los estudios actuales sobre la eucaristía están influidos, en sentido negativo o positivo, por H. Lietzmann, Messe und Herrenmahl, Marcus und Weber, Bonn 1926. En este campo han sido muy influyentes las diferencias confesionales. (a) Dentro de la tradición reformada, cf. J. Jeremias, La última Cena. Palabras de Jesús, Cristianad, Madrid 1980; F. J. Leenhardt, Ceci est mon corps. Explication de ces paroles de Jésus-Christ, Delachaux et N., Neuchâtel-Paris 1955; Id., Le sacrement de la sainte Cène, Delachaux et N., Neuchâtel-Paris 1948; W. Marxsen, Das Abendmahl als christologisches Problem, Güterloher V., Gütersloh 1963; E. Schweizer, Das Herrenmahl im N. T. Ein Forschungbericht, en Neotestamentica, Zwingli, Zürich 1963, 344-347. (b) Dentro de la tradición católica, cf. J. L. Espinel, La Eucaristía del Nuevo Testamento, San Esteban, Salamanca 1980; X. León Dufour, La fracción del pan. Culto y existencia en el N. T., Cristiandad, Madrid 1983); Jesús y Pablo ante la muerte, Cristiandad, Madrid 1982; E. Nodet y J. Taylor, The Origins of Christianity, Liturgical Press, Collegeville MI 1998; R. Pesch, Das Abendmahl und Jesu Todesverständnis, Herder, Freiburg-Basel-Wien 1978; H. Schürmann, ¿Cómo entendió y vivió Jesús su muerte?, Sígueme, Salamanca 1982; E. Tourón del Pie, Comer con Jesús. Su significación escatológica y eucarística, RET 55, (1995) 285-329; 429-486; La palabra escatológica de Jesús en la Última Cena (Mc 14, 25 par), en Fe i Teologia en la Historia. En Honor Ev. Vilanova, Fac. Teología, Barcelona (1998). He presentado extensamente el tema en Fiesta del pan, fiesta del vino. Mesa común y eucaristía, Verbo Divino, Estella 1998. Para situarlo en el contexto de la vida de Jesús, además de obras más significativas sobre vida de Jesús (Dunn, Sanders, Theissen…) y en los comentarios a Marcos)).


14, 12-17. PREPARACIÓN: LA INICIATIVA PARTE DE LOS DISCÍPULOS

12 Y el primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba la pascua, sus discípulos le preguntaron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? 13 Y envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidlo, 14 y allí donde entre decid al dueño de casa: El Maestro dice: ¿Dónde está mi estancia donde coma la pascua con mis discípulos? 15 Él os mostrará una habitación superior grande, alfombrada y dispuesta. Preparadla allí para nosotros. 16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, encontraron todo tal como Jesús les había dicho y prepararon la pascua. 17 Al atardecer llegó con los doce


a. Introducción.

Los discípulos quieren sacrificar (cf. ethyon: 14, 12) con Jesús la pascua, al modo tradicional. Son los Doce (14, 17) y representan la esperanza nacional israelita. No le preguntan si quiere celebrarla, sino dónde deben prepararla (ellos) para que él la coma. Desean que él celebre la pascua judía, según la costumbre. Pues bien, ellos lo proponen y Jesús lo acepta, al menos en un primer momento, para decirles después, en el centro de la celebración judía, que van a rechazarle, a pesar de que él les ofrece su propio pan y vino, es decir, su propia comida (14, 18-21.27-31).

Marcos sitúa por tanto la cena de despedida de Jesús en el trasfondo de la historia (tradición) israelita, como sus Doce discípulos han deseado. Alguien pudiera suponer que, al celebrar esta pascua judía, Jesús se contradice: ha rechazado la sacralidad del Templo (11, 12-26) y, sin embargo, asume el rito pascual del cordero, íntimamente vinculado con el templo (donde se sacrifican los corderos para la cena pascual).

Se diría que así vuelve a las leyes nacionales, antes impugnadas (7, 1-23), celebrando ahora la comida ritual más importante de la historia y ley judía, conforme a normas de separación sacral (no caben en ella leprosos, gentiles, publicanos...). Pues bien, según veremos, será precisamente aquí donde se expresará la novedad radical del evangelio, el nuevo comienzo mesiánico.

((Ésta será, por tanto, una cena de fracaso (de los Doce) y de cumplimiento mesiánico (de Jesús).

(a) Fracaso, pues precisamente allí donde tenía que haber culminado, termina (pierde su sentido) el mesianismo israelita de los Doce, que acaban rechazando a Jesús, y no cumplen la tarea que él les había encomendado (cf. 3, 13-19).

(b) Cumplimento mesiánico, porque Jesús permanece fiel, y de esa forma entregará su vida, ofreciendo su pan y vino (su cuerpo y su sangre) a los mismos que le traicionan. Según eso, el evangelio se mantiene pero de otra manera, porque la misión universal no empezará en Jerusalén sino en Galilea (14, 28), no por los Doce en cuanto grupo sino a través de los "discípulos y Roca" a quienes las mujeres de la tumba vacía deben ofrecer su anuncio (16, 7). De todas formas, el paso por Jerusalén no ha sido inútil, pues Jesús ha debido pronunciar allí el gran discurso sobre el fin del templo y el anuncio del evangelio a todas las naciones (Mc 13, 10). La subida a Jerusalén ha sido necesaria, no para quedarse allí (las estructuras israelitas han fracasado), sino para iniciar el nuevo camino de pascua en Galilea. Desde ese fondo seguiremos leyendo el texto.


Al celebrar la pascua con los doce (14, 17) parece que Jesús ratifica las tradiciones nacionales. Estos Doce (signo del nuevo Israel que está naciendo) forman su familia. Algunos de sus participantes (incluso Judas) podrían pensar que llega finalmente el momento de la identificación mesiánico/nacional del grupo: Jesús se mostrará judío fiel a su nación, cumpliendo lo que en este momento se espera de un buen israelita. Pues bien, Jesús hará lo contrario, ratificando con su signo la superación del judaísmo de la vieja pascua)).

b La cena que quieren los discípulos


Lógicamente, la iniciativa ha partido de los Doce que siguen moviéndose a nivel israelita de comidas puras y de templo: Quieren celebrar así la solidaridad “eterna” de Israel, tanto en perspectiva de recuerdo (se identifican con los liberados de Egipto) como de compromiso actual: todos los judíos se vinculan en un cuerpo, especialmente aquellos que comparten la pascua del cordero. Pues bien, esa pascua judía del cordero introduce una profunda disonancia en la trama teológica de Marcos (expresada en 14, 3-9; como seguiremos indicando.

Como parece normal, los discípulos quieren sacrificar la pascua al modo judío, es decir, formando con Jesús una comunidad limpia, de puros observantes de la Ley nacional, como si Jesús no hubiera traído ninguna novedad.

Pues bien, ellos proponen y, de manera sorprendente, Jesús acepta, pero no para hacer lo que ellos quieren, sino algo muy distinto, en línea histórica y teológico.


Marcos ha querido resaltar de esa manera la novedad de Jesús frente a la pascua judía y lo hará, mostrando en ese escena, con traición y negaciones, el fracaso del mesianismo israelita de los Doce y de la función intra-judía de los discípulos (a quienes Jesús había elegido para “ser-con-él” y proclamar el reino; cf. 3, 13-19). Ellos le rechazan en el centro de la “pascua” que quieren ofrecerle en Jerusalén. Por eso, la misión universal de Jesús se iniciará de otra manera, no en Jerusalén sino en Galilea (Mc 14, 28; 16, 7-8), fundándose en la Cena de entrega Jesús y no en la pascua nacional judía que sus discípulos buscaban.

b. UNA INICIATIVA DE LOS DISCÍPULOS QUE QUIEREN DEFINIR LA TAREA DE JESÚS

Este comienzo de la Cena (14, 12-17) guarda cierta semejanza con el de la entrada en Jerusalén (cf. 11, 1-6), aunque allí la iniciativa había partido de Jesús, mientras que en nuestro pasaje ella comienza con los discípulos. Sea como fuere, en ambos casos, Jesús envía a dos de esos discípulos, para que preparen lo que debe hacerse (en un caso la entrada en la ciudad, aquí la cena).

En ambos casos, Jesús ofrece un signo: antes un asno atado, ahora un hombre con cántaro. Estos detalles suelen ser corrientes en las narraciones populares, y así aparecen al comienzo de las dos escenas. En nuestro caso, el hombre del cántaro (14, 13) puede referirse a un disminuido psíquico (pues los varones “normales” no solían ir a la fuente por agua o a un hombre de sexualidad “ambigua” (se decía que sólo los homosexuales realizaban trabajos de mujeres como éste). Sea como fuere, Jesús ofrece el signo del hombre del cántaro (que servirá) para poner de relieve el carácter concreto de la escena y de todo lo que sigue.


((Sobre el "aguador" como un posible Homosexual:http://palabraprofeticaicr.blogspot.com/2010/08/el-pequeno-hoyo-palabra-profetica.html ))




(a) Os saldrá al encuentro un aguador (un hombre con cántaro)... Seguidlo
Se trata de un hombre que lleva un cántaro de agua [anthropos… keramion hydatos bastazon] (cf. Markus, Mark II). Éste es un hecho insólito, ya que eran mujeres las que solían llevar el agua en recipientes en cántaros, jarras o tinajas. Además, el cántaro/ánfora es signo femenino, tanto en Grecia (Pandora) como en todo el oriente. El Antiguo Testamento vincula la traída de agua en cántaros con mujeres (Gn 24, 11-21; Ex 2, 16; 1 Sm 9, 11), aunque en algunos casos se habla de varones (por ejemplo, Dt 29, 10-11; Jos 9, 21-27). Por otras parte, los artistas griegos y romanos presentan regularmente a esclavos portando jarras de vino o de agua (como muestra el signo del Acuario...). Sea como fuere, el signo es extraño: no esperaríamos a un hombre con cántaro a la entrada de Jerusalén. Menos podemos entender el hecho de que sea ese hombre del cántaro el que se acerque a los discípulos, como ofreciéndoles un servicio... Ciertamente, puede tratarse de un esclavo empleado en tareas domésticas... Pero es un esclavo atento a los discípulos de Jesús, hombre que sale a su encuentro y les ofrece un "servicio" especial, que parece de mujeres... Este aguador, esclavo del agua, hombre no diferenciado (hombre o mujer, quizá homosexual) será el que guía a los discípulos de Jesús. doméstico o un aguador. La teoría de que los discípulos siguen al hombre.

b. El aguador les lleva a la casa. Los discípulos deben seguir al aguador, entrando en la casa a la que lleva el agua (como un criado, un servidor, un hombre-mujer, un homosexual)... de manera que ya en la casa podrán preguntarle a su dueño (oikodespotê) por la estancia donde el Maestro celebrará la pascua con sus discípulos. “Estancia” se dice en griego katalyma que puede significar la habitación principal de la casa (lo que parece más seguro) o también un tipo de albergue o sala para huéspedes, como a veces se ha pensado partiendo de Lc 2, 7 (donde se supone que en el albergue de Belén no había lugar para recibir a los padres de Jesús).


(b) El dueño de la casa les mostrará el anagaion, que es la habitación superior, que suele dedicarse para comidas y celebraciones especiales, como ésta de pascua. La tradición ha venido interpretando esa estancia como cenáculo o lugar para el banquete, lo cual no es falso, pero quizá restringe el sentido de la palabra, que significa, en sentido extenso, una habitación especial, que no se emplea para usos normales (cocinar, comer cada día, dormir), sino para ocasiones más significativas, como ésta de pascua (aunque no sólo para celebrar comidas). Por eso se dice que está alfombrada y preparada, como habitación de fiesta.



Las dos señales (la del asno y del hombre con cántaro) son importantes, pero hay diferencias reveladoras.

(a) En 11, 1-6, en los hombres del asno, la iniciativa parte de Jesús, pues él mismo quiere entrar en Jerusalén montado sobre un asno; además, en este caso, Marcos no identifica a los discípulos con los Doce, aunque es probable que se refiera a ellos.

(b) Por el contrario, en 14, 12-17 son los discípulos los que toman la iniciativa, aunque después la asuma Jesús, aludiendo al "hombre del cántaro", al esclavo o siervo del agua, al marginado...; además, ellos aparecen bien determinados, como los Doce. Desde ese fondo se entiende lo que seguirá.

AL INVITAR A JESÚS A LA PASCUA, SUS DISCÍPULOS SIGUEN INTERPRETANDO SU VIDA Y OBRA A PARTIR DE LAS TRADICIONES NACIONALES DE ISRAEL,

como hacía Roca/Pedro en 8, 31-33, como los zebedeos en 10, 35-40 o incluso como el mismo Judas, cuando acude a los sacerdotes (14, 10-11). Ese “retorno” a una tradición pascual de ese tipo implica una disonancia, porque el Jesús de Marcos ha superado o roto muchas tradiciones judías (cf. 2, 23-3, 6), diciendo incluso que la higuera de Israel se encuentra seca, de forma que nadie puede alimentarse de ella (11, 12-14), y añadiendo que los sacrificios han perdido su sentido (11, 15-18), de manera que incluso el templo va a ser destruido (cf. Mc 13, 2).

Por eso, desde la perspectiva de Marcos debemos preguntarnos: ¿Qué sentido tiene volver a lo pasado y ya caduco, celebrando la pascua judía con corderos sacrificados en un templo que debe ser destruido? ¿No estaremos ante un deseo de retomar algo que estaba previamente superado? En ese contexto, se debe insistir en el hecho de que la iniciativa ha partido de los discípulos, que quieren reintroducir el camino mesiánico de Jesús dentro del ceremonial judío, con lo que eso significa de cumplimiento de la ley y de aceptación de las tradiciones nacionales, controladas y definidas por sacerdotes y escribas.


Estamos ante una paradoja que a menudo suele pasar inadvertida.

Por un lado, Jesus acaba de anunciar el fin del templo, superando de esa forma la separación entre judíos y otros pueblos.

Por otro lado, los Doce desean reintroducirle en el espacio ritual-ceremonial-familiar que ese templo suscitaba de un modo especial en la pascua. Así se muestra ya con claridad la tensión que ha surgido entre Jesús y los Doce, pues, según veremos, ellos caminan hacia metas diferentes. Los discípulos quieren invitarle a la vieja pascua judía, centrándole en la fuerte sacralidad nacional, simbolizada en el cordero sacrificado.

Jesús parece aceptar lo que sus discípulos le piden, pero de hecho romperá el nivel de la pascua nacional israelita. Por eso, como veremos, en medio de la cena, él desenmascara a sus compañeros e invitadores (a sus propios discípulos), a quienes desautoriza de manera hiriente, para así manifestar, sobre el mismo fondo de la vieja pascua (marcada por la traición y rechazo de los discípulos), la nueva fiesta de su fidelidad, su entrega a favor de un tipo de vida distinto, es decir, del Reino.

Es como si ellos quisieran empujar a Jesús, haciendo ya que se defina y se resitúe en el contexto de la tradición judía, pero Jesús empieza a mostrar que las cosas han de verse de manera diferente, y así lo puede mostrar ya el signo del hombre con un cántaro de agua, un servidor que realiza un trabajo que entonces se tomaba como propio de mujeres (14, 13). Todo nos permite suponer que ese “portador de agua” ha recibido aquí un carácter simbólico, apareciendo como premonición de lo que debe suceder en pascua: hay que aprender a mirar hacia las cosas y personas de manera diferente. Este hombre “afeminado”, del cántaro de agua, un siervo que realiza tareas secundarias, aparece así como guía de la cena familiar que Jesús celebrará con los Doce, es decir, con aquellos discípulos suyos que quieren que retorne a la “sacralidad judía”. Van sus discípulos, encuentran al hombre del cántaro y llegan hasta el dueño de casa que prepara la sala de la fiesta (el anagaion: 14, 15). Después, entrada ya la tarde, viene a cenar él con sus discípulos (14, 14), cuidadosamente presentados como los Doce (14, 17).


Esta cena constituye la última oportunidad para los Doce en cuanto tales. Sabemos que Jesús les ha elegido (3, 14.16) como señal del Israel escatológico. Ellos han podido conocer (con otros seguidores) el sentido más profundo de las parábolas del reino (4, 10) y han proclamado en Israel el mensaje mesiánico (6, 7). Jesús ha querido hacerles servidores de los otros (9, 35) y por eso les ha instruido en la enseñanza más secreta de su entrega por el reino (10, 32). Le han acompañado en la intimidad de los últimos días (11, 11), aunque sabemos ya que uno de ellos ha decidido traicionarle (14, 10). Pues bien, desde ese contexto, se nos dice que ellos “invitan” a Jesús y que Jesús acepta.
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