14.2. San Valentín, cuatro estaciones del amor, cuatro caminos
Hace mucho tiempo, un día como hoy, 14.2.1968, salimos de Roma al alba, en una antigua moto, para visitar la tierra de San Valentín, recorriendo las cuatro estaciones del amor:
| X Pikaza Ibarrondo
1ª Estación: Puro invierno. Eros y Thanaros. Amor de Guerra. Anzio
Paramos muy de mañana en la ciudad del desembarco de los aliados, americanos, ingleses, polacos... (el 22 de enero de 1944), en la tierra Pontina, de largas playas y pantanos sin amor, con mucha guerra, antigua y nueva.
Recuerdo la plaza, me pareció muy triste. Luego fuimos a la playa, donde saltaron a tierra 40.000 marines aliados, gritando consignas, desafiando al Duce, mientras les saludaban miles miles de chicas amorosas desde la ciudad.
Preguntamos al mar, y el agua quieta no supo decirnos nada de la Inmensa Guerra de millones de muertos, desde Dunkerke a Leningrado, pero las olas nos hablaron del odio de las gentes y los pueblos y de los miles de chicas “amorosas” que no tenían más remedio que sonreír a los soldados de turno. El pescador nos dijo que extrañó que muchos fuerannegros: "¡Habíamos pensados que los americanos eran todos blancos!".
Nos siguió hablando pescador anciano y nos dijo, con la sabiduría del que ha visto rodar la rueda: «Tutto una pazia», si, todo una locura, y nosotros, los pobres de la costa, que no tenemos más oficio que sobrevivir y no creemos en nada, nos dejamos querer o manejar por Mussolini y después por los Americanos, que en el fondo da lo mismo, todos quieren mandar, nadie nos quiere. L’amore non non e possibile, ragazzi.
Así nos dijo, el amor es imposible. Desembarcaron aquel día 40.000, yo los vi, con estos ojos..., fue hace 54 años, casi ayer, y aquí cerca, en la ciudad y en los alrededores, en camino abierto hacia Roma,les esperaban 40.000 prosti..., bueno ya sabéis, hombres y mujeres, todos se vendían por dinero, por unos chocolates americanos. Tenían hambre ¿sabéis? La chicas de la gran palude estaban hambrientas y las compraron, y ellas se dejaron, no eran como Goretti, ahí cerca, en Nettuno- Goretti, con solo 12 años era una mujer, éstas y éstos... Así siguió hablando, mientras montábamos en la motoneta hacia la ciudad con nombre de Dios. Queda la preguna abierta: ¿Por qué lucharon los aliados en Anzio? Por violencia y poder, por dinero... por amor.
2ª Estación: Primavera, Nettuno. Amor por violación: Goretti, a los 12 años
Seguimos en Vespa por la orilla de la playa y muy pronto llegamos a Nettuno. Recuerdo que entonces no se hablaba de guerra de sexos, ni de raptos de muchachas..., pero sí de violaciones de muchachas.
Los dos amigos Peñita y un servidor, devotos estudiantes de Biblia y Teología, habíamos leído la vida de Santa María Goretti (1890-1902), una adolescente de 12 años, a la que mató Alejandro, su vecino, porque no quiso ser violado. La canonizó Pio XII, 24 de junio de 1950. Yo era casi niño y lo recuerdo. Las mujeres del pueblo lloraron, cuando el cura en misa les contó la historia.
Así entramos, curiosos y devotos, en la Basílica de Nettuno, con nombre de Dios e imagen de niña santa. Miramos, rezamos… y salimos con una sensación de cariño por Goretti y de disgusto por la vida. 40.000 paludanas se vendieron a 40.000 marines en una guerra de locura... Pero ella no se dejó vencer de esa manera, vendiendo lo suyo más íntimo, prefirió morir.
Era una historia fuerte. Una mujer nos dijo que había miles y miles de gorettis, adolescentes violadas por falsos amigos, parientes y bandidos. La mayoría se casan después (se casaban, ese era el método). Algunos resistían, las mejores como la niña Goretti se dejaban matar antes de ser violadas y perder su virginidad, antes de perder el verdadero amor.
Nos dijeron que Goretti había venido de otra tierra, de Ancona, donde no se violaba a las niñas. Por eso, no se dejó violar por Alessandro, el joven de la palude inmensa, foco de enfermedad y de muerte, al sur de Roma.
No sé por qué, nos pareció un pueblo sórdido, ese es el recuerdo que tengo. Quizá fuera por el viento de arena, o por la gente (¡el año 68!), o por la imagen de Alessandro, el violador y asesino, convertido más tarde en jardinero y monje terciario de un convento capuchino, devoto de la niña la que un día había asesinado. Nos enseñaron la casa, vimos a la gente. Todo parecía igual, como el año 1902, cuando la mató aquel violador, uno más, entre los miles y miles que seguía habiendo como nos dijo la mujer anciana, dándonos consejos morales: «Mai cosí», nunca con violencia, ragazzos.
Salimos sin decirnos nada, con la Vespa, por la gran llanura antes pantanosa, desecada por los piamonteses y vénetos de Mussolini. Todavía se olía el hedor de la palude, de la violencia sin fin de los hombres que se creen machos.
3ª Estación, verano: Circeo, Mujer-Circe que violaba y mataba a los hombres
Italia es un prodigio de cultura y mito. Sin decirnos nada seguimos y llegamos a Circeo, la ciudad y roca de la Circe, mujer famosa de la Odisea, que fascinaba, encantaba, violaba y mataba a todos sus amantes forzados, menos a Ulises, el astuto, que no se dejó fascinar por ella.
Había junto a la plaza un reformatorio y convento de mercedarios, comimos algo, hablamos y seguimos en la moto hasta la montaña sobre el mar, con las murallas ciclópeas, bloques inmensos de cientos de toneladas, para defender a la gente de los viajeros del mar, o de Ulises, o de la Circe… No supimos. El caso que no sentamos a contemplar el azul. No había marines de USA, ni violadores… sólo el viento en las ramas de los pinos y la imagen mítica (¿rea?) de la mujer violadora.
Peña estudiaba antropología bíblica, y me dio un discurso sobre las mujeres violadoras, que engañan, entontecen, abusan y matan… Me habló ya entonces de la violencia psicológica, del “gran dominio” de las mujeres, que son las más fuertes del mundo, las dominadoras. Yo leía y traducía aquellos días 3 Esdras, un apócrifo famoso donde se habla de los tres poderes de la tierra: el Rey, el Vino y las Mujeres… Ya, la política, la droga con dinero, y las mujeres… el mito de las mujeres marinas de Italia o serranas de Castilla, seductoras.
Hablamos y hablamos, hasta reírnos de nosotros mismos. No, no queríamos resolver el tema de la Circes (Sirenas de mar y de tierra, Lamias, Esfinge, Harpias…) y de toda la fauna y flora de mujeres violadores, la otra cara de Santa María Goretti. Dejamos el tema, era insoluble. Teníamos que llegar a Terracina, la última etapa del Trayecto de Amor por el Lacio.
4ª estación: El otolo de la vida, Terracina: San Valentín, amigo de los enamorados
Habíamos decidido llegar a Terracina, por su historia (ciudad romana), por la naturaleza (playa y monte) y por el amor. Era la ciudad de San Valentín, obispo amigo de los enamorados.
Peña, que era el intelectual, había leído en un libro que había varios San Valentines antiguos, y que la relación entre San Valentín y el Amor Enamorado era un invento de los anglosajones, que se estaba extendiendo por Argentina… Yo no lo había oído, por eso quise aprender.
No sé si la historia que voy a contar es apócrifa o tiene fondo real. Sea como fuere, allí nos la contaron con auténtica. Llegamos a la Catedral, entramos y rezamos a San Valentín, obispo de la ciudad, en la época de Diocleciano. Hablamos con un cura/sacristán dispuesto a regalarnos su tiempo y nos contó su historia (la de Valentín), como si él mismo le hubiera conocido, como si hubiera sido su amigo de infancia.
Algunos decían que había sido obispo de Terni, que está cerca, pero eso no era cierto. La tradición auténtica decía que había sido obispo de Terracina, y así nos quiso contar (casi predicar) su historia, como buen cicerone, de los de antes que hubiera turismo de masas:
a. Era obispo y bueno (non come quiesti di oggi, me dijo el sacristán), quería a la gente… Un vescovo/obispo como hay que ser, amigo del amor, amigo de los enamorados… No quería que nadie violara, ni sedujera a los niños y niñas… Quería el amor para todos, cristianos y no cristianos. Su obispado era una oficina (uffizio) de buenos amores.
b. No tenía nada, ni casa… Vivía en un barracón. Pero le daban muchísimo dinero, para que ayudara a los enamorados. Con ese dinero y con su amor de obispo atendía a todos los chicos y chicas que tenían dificultades, sobre todo económica, para casarse. Ya sabéis, nos dijo el cura, una muchacha sin dote no se puede casar, termina siendo put…anna.
c. Y San Valentino no quería que hubiera muchachas violadas, ni utilizadas sexualmente, ni manejadas por otro…. Por eso les daba dinero, y hablaba con los chico, y les decía que no hicieran la guerra como en Ancio, ni violaran como en Nettuno…
d. El sacristán no paraba…. No iban turistas como hoy, pasados cincuenta años, y así quería instruirnos…. y decía, repitiendo San Valentino quería a la muchachas y les decía que no fueran “circes” ni sirenas, como las antiguas… Que quisiera mucho a los chicos, que se enamoraran y vivieran así enamoradas toda la vida.
e. Un idilio de amor, era eran San Valentino, de Terracina, un buen obispo, como los de antes, que no tenía palacio episcopal (como el de ahora), ni catedral, pero que quería a la gente, de un modo directo, sobre todo a los chichos y chicas.
f. Todo fue hermoso hasta que un día el prefecto romano recibió una carta del emperador Diocleciano, donde se mandaba matar a los obispos que fueran buenos, es decir, que no aceptaran las leyes romanas… Y vinieron todos los violentos de la ciudad, las circes, los violadores, los del negocio de los lupanares, los de la trata de blancos y blancas… y llevaron a San Valentín a la roca que hay sobre la ciudad y lo despeñaron.
g. Y dicen que los novios iban allí, al lugar del martirio de San Valentín… para rezar…. Y nos terminó diciendo que los yanquis, que no creen en los milagros del amor, han inventado eso del día de San Valentino…. para ganar dinero, vender más, pero que el amor de verdad, como el San Valentín es distinto…
Moraleja
Fue una hermosa excuesión por las cuatro estaciones del amor,
-- que no es guerra o "derrota" de 40.000 marines y paludanas (Anzio),
-- ni violación asesina de hombres(Nettuno),
-- ni seducción destructora de mujeres(Circeo),
-- sino servicio simple y directo, para bien de los enamorados... a psar de que los político de turno (entonces Diocleciano) intentan impedirlo. Un obispo amoroso llamado Valentín, ese era el milagro.
Han pasado muchos años, pero recuerdo aquel día de San Valentín como uno de los buenos de mi vida.