"La iglesia necesita una cananea como aquella, con su hija enferma" Pero ella dijo (Mt 15, 27). La mujer que convirtió a Jesús (y que convertirá su Iglesia)
La iglesia necesita una cananea como aquella, con su hija enferma. Estas dos mujeres cambiaron el dogma de Jesús, que era bueno, pero estaba equivocado (Mt 15, 21-28), una pidiendo por la otra, y las dos abriendo sus ojos para hacerle mesías verdadero, pasando del Antiguo Testamento de pequeña Ley de pueblo al mesianismo (cristianismo) universal de vida..
Estas dos mujeres son el signo de la transformación de la humanidad, una pidiendo por la otra, y las dos enseñando a Jesús, que sabía ya muchas cosas, pero no las principales. Conocía bien el Antiguo Testamento, sus promesas y dogmas, pero estas dos mujeres conocían mejor al Dios de la vida y la salud, una sufriendo, otra pidiendo por la otra, ambas paganas, las dos cananeas. Jesús había aprendido bien la doctrina de Juan el Bautista, pero le enseñaron mejor estas mujeres.
Ellas le cambiaron, por ellas fue quien fue, hizo lo que hizo. También hoy, año 2020, la Iglesia necesita unas mujeres como estas, capaces de cambiar sus "dogmas" cerrados de pueblo pequeño, para ser lo que ha de ser: Un camino universal de vida, empezando por las mujeres proscritas y sufrientes, que saben y enseñan con vida, como estas cananeas.
Ellas le cambiaron, por ellas fue quien fue, hizo lo que hizo. También hoy, año 2020, la Iglesia necesita unas mujeres como estas, capaces de cambiar sus "dogmas" cerrados de pueblo pequeño, para ser lo que ha de ser: Un camino universal de vida, empezando por las mujeres proscritas y sufrientes, que saben y enseñan con vida, como estas cananeas.
Ésta es la historia de una mujer que pide por la otra, se lo pide a Jesús con su argumento de vida, refutando y superando así los dos “dogmas” principales de la tradición israelita (actualmente de la Iglesia),
Es el tema y argumento de Mt 15, 21-28, el evangelio de este domingo 16.8.20. Jesús cambió por la experiencia y palabra de dos mujeres. La iglesia oficial apenas cambia desde hace siglos, a pesar de leer año tras año este evangelio y contestar después “palabra de Dios”. El argumento es muy sencillo. Primero lo presento, luego leo el texto y lo comento:
- El dogma de esta mujer con su hija (su amiga) es la vida. Todas las restantes religiones y verdades, con los imperios comerciales (Tiro, Sidón) y naciones o estados han de estar al servicio de la vida de las personas, y en especial de las sufrientes que son la encarnación (carne) de Dios, como dijo más tarde un cristiano llamado Ireneo.
- Jesús viene con dos dogmas. Uno es: “He sido enviado a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Según eso, Jesús mesíasl tiene un pueblo al que debe cuidar: Su buena nación, su iglesia, su patria, su raza, su economía… Los demás que se arreglen si pueden (como puedan) o que mueran. Esta mujer cananea refuta y supera con su vida y dolor este dogma, y Jesús lo admite, sabe perder y pierde ante ella.
- El segundo dogma es semejante al primero No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros. Es un dogma establecido en Israel por siglos. Así le han enseñado a Jesús, así debe cumplirlo, porque está mandado. Éste es el dogma de casi todos los pueblos del mundo, el pueblo de una Iglesia que ha dicho "extra ecclesia nulla es salus", fuera de ella no hay pan.
- La mujer en cambio tiene un dogma, que es mejor que el de Jesús, mejor que el de la Iglesia. Es el dogma de la niña cananea, una niña cualquiera. El dogma práctico de Jesús y de su Iglesia es que esa niña no muera de hambre, de falta de atención, de abandono. Que esa niña "cananea" (universal) pueda vivir, éste es el dogma de Dios, como estas mujeres paganas enseñaron a Jesús. "Gloria Dei vivens puer", la gloria de Dios es que la niña vida, como dirá más tarde Ireneo. Ante ese dato (dogma divino por ser humano) cesan todos los dogmas de Israel, las lecciones que había aprendido Jesucristo.
- Jesús traía bien sabidoslos dogmas de la Biblia de Israel, de la enseñanza del Bautista, y quiere recorrer con ello su camino de Mesías: Sólo hay salvación para los buenos, los nuestros, los hijos de la casa. Pero viene una mujer cananea y le enseña con el argumento de su vida (¡pero ella dijo!) que la casa de Dios es la casa de todos...y Jesús aprende y se convierte al evangelio de la vida universal, del pan de los llamados "perros", pues todos son hijos de Dios
- Una mujer con la niña enferma cambia la vida de Jesús... y él es capaz de cambiar, de rehacer (superar) sus dogmas anteriores… Precisamente eso, el hecho de cambiar ante la llamada concreta de la vida, indica que es “mesías”, presencia salvadora de Dios.
- Éste es un evangelio social… para judíos y cananeos, para hispanos y americanos, para todos los hombres y mujeres de la tierra… El primer y único dogma es la vida para esta niña, para todos los niños del mundo. Es el dogma de esta mujer, al servicio de la vida.
- Es un dogma que la Iglesia “católica” tiene dificultad en aprender, porque ella sigue poniendo sus verdades de hombres por encima de la vida, y en especial de la vida de las mujeres… Un mal copista de Pablo dijo "que las mujeres callen en la Iglesia" (1 Cor 14, 34), pero esta mujer no hizo caso y levantó su voz ante Jesús y Jesús le escuchó y respondió "grande es tu ve, dirige tú mi iglesia".
- Da la impresión de que un tipo de Iglesia lleva siglos sin “escuchar” de verdad a las mujeres como éstas, para mantener así sus dogmas "machos" (perdónese la expresión, dogmas de hombres) por encima de todo, pase lo que pase. Pero esta mujer cananea de Mt 15 fue la maestra de Jesús, la que le hizo cambiar su visión del mesianismo, de la vida. Hoy necesitamos mujeres como aquellas, que cambien la forma de vida de la Iglesia, cerrada en un tipo de dogma sacral de varones
- Este evangelio de Mt 15 es una lectura necesaria para tiempos de “pandemia”: El “dogma” primero, aceptado por Jesús (por encima de todos los dogmas y principios de Israel y de la Iglesia posterior) es que la niña viva. Éste es el dogma que se pone de rodillas para pedirle a Jesús que aprenda, que cambie.
- Y Jesús cambió...por la fe de esta mujeres, de mujeres como esas que desde la base de la vida enseñan a Jesús a ser Mesías, y a la Iglesia a ser comunidad de vida, para todos.
Texto y comentario.
‒ En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
‒ Y he aquí que una mujer cananea, saliendo de aquellos lugares, se puso a gritarle: Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija está duramente oprimida por un demonio. 23 ‒ Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Despídela, pues nos sigue gritando.
‒ Él contestó: No he sido enviado, sino las ovejas perdidas de la casa de Israel.
‒ Pero ella, llegando, se postró ante él, diciendo: Señor: ¡Socórreme!
‒ Él le contestó: No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.
‒ Pero ella dijo: Tienes razón, Señor; pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
‒ Y entonces Jesús respondiendo le dijo: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas, En aquel momento quedó curada su hija (Mt 15, 21‒28) [1]
De un modo lógico, asumiendo las tradiciones de su pueblo, como Hijo del David nacional, en la línea del primer envío misionero de sus discípulos (10, 6), Jesús responde a la mujer diciendo que Dios le ha enviado solamente a las ovejas perdidas (15, 24) de la casa de Israel, y que no es bueno echar el pan de los hijos a los perritos. Supone así que los israelitas son hijos queridos de Dios; los gentiles, en cambio, son perros, en la línea de 7, 6: “No echéis lo santo a los perros… (en el sentido de perros asilvestrados)”.
Pues bien, esta mujer cananea acepta ese lenguaje, y pide a Jesús sólo las sobras, pues también a los perritos (kynariois) kahora en el sentido de perros pequeños, caseros) se les dejan las migajas que caen de la mesa de los hijos. Ante esa palabra, de un modo sorprendente, Jesús se deja convencer, descubriendo y aceptando la gran fe de esta mujer.
– Esta mujer saluda a Jesús llamándole: Señor, Hijo de David (15, 21-22).El título que le concede (Hijo de David) le arraiga en la historia mesiánica de Israel, desde una perspectiva pagana. Es como si los paganos empezaran reconociendo el mesianismo judío, pero con un matiz muy novedoso, presentando a ese Mesías, Hijo de David, como sanador universal. Dos ciegos judíos le habían pedido que tuviera compasión de ellos (Mt 9, 27), llamándole también “Hijo de David” pero ellos eran en principio judíos. Ahora, en cambio, es una mujer cananea la que le pide que se apiade de ella (15, 22 porque su hija (es decir, la humanidad pagana) se encuentra enferma, suponiendo así que ante la enfermedad no hay diferencia entre judíos y gentiles. De esa forma, una mujer pagana (cananea, de los enemigos de Israel) interpreta el mesianismo de Jesús en línea de misericordia sanadora.
(Las palabras de la cananea "pero ella dicho" son el título de un libro famoso de una teóloga llamada Schüssler Fiorenza)
‒ La hija de la cananea y el pan de los “hijos”(15, 22.26). El texto empieza oponiendo dos tipos de “hijos”: por un lado la hija de la cananea (15, 22); por otro los hijos (15, 26) de los israelitas, como hijos especiales del mismo Dios. Esta madre no es una “griega” en general, aunque de nación siro-fenicia (cf. Mc 7, 26), sino cananea, de la raza de aquellos enemigos que los libros antiguos habían mandado exterminar (Mt 15, 22; cf. Ex 23, 23-33; 34, 11-16; Dt 7, 1-6; 20, 17; Js 24, 11). Pues bien, como veremos, tras un diálogo de maduración, en vez de dejar que mueran (de matar) a las hijas de las cananeas, para que los buenos israelitas no se casen y perviertan con ellas (como seguía mandando la legislación de Esdras-Nehemías), Jesús cura a esa hija cananea, con lo que eso implica en la historia de Israel, invirtiendo la historia anterior de rechazo de los cananeos (y especialmente de las cananeas)[2].
‒ No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos(15, 26). Este pasaje distingue entre perros (los de fuera) e hijos (los de dentro, los buenos judíos y/o cristianos). La tradición del Antiguo Testamento y del judaísmo se refiere casi siempre a los perros de un modo negativo, de manera que llamarle a un hombre «perro» era un insulto (cf. 1 Sam 17, 43; Is 56, 10-11).
Quizá esta visión negativa se debe a que en el entorno de la Biblia los perros eran generalmente asilvestrados, de tipo carroñero y no domésticos: merodeaban al exterior de las ciudades (cf. Ap 22, 15) y se alimentaban de carnes impuras e incluso de cadáveres humanos (cf. Ex 22, 30; 1 Rey 4, 11). Por otra parte, en Mt 7, 6, ellos se asocian a los cerdos, y en otros pasajes se vinculan a los herejes o enemigos (cf. 2 Ped 2, 22; Flp 3, 2; Ap 22, 15 etc.), aunque hay textos como Tob 6, 1 y 11, 4 que ofrecen una visión más positiva de ellos.
De todas formas, como indicando el cambio que aquí va a producirse, tanto en Mt 15, 26 como Mc 7, 27, al responder a la mujer, Jesús no habla ya de perros salvajes o asilvestrados (con kyôn), sino de perritos caseros (kynaria), integrados de algún modo en la familia, comiendo bajo la mesa de los amos. Pues bien, la mujer se “agarra” a ese matiz de los perros de casa, respondiendo a Jesús que también ellos, los gentiles, pueden integrarse en la casa de Israel, comiendo bajo la mesa de los amos.
‒ Una discusión hiriente(15, 25-26). La respuesta de Jesús resulta sin duda ofensiva (a pesar de que hable de perritos, no de perros), y hay que tomarla al pie de la letra, aunque es posible que no haya sido pronunciada por él, sino que responda a la “teología” de algunos judeo-cristianos que se oponen a la apertura de Jesús y de la iglesia a los paganos (en la línea de 7, 6, donde se habla de perros como tales, con kyon, no de perritos, con kynaria; cf. también 10, 6). Pero con esto no se reduce el problema sino que se agrande, pues el mismo tema y frase muestra que había cristianos opuestos de un modo humillante a la apertura de la Iglesia a los paganos, partiendo de la vida y mensaje de Jesús. Sólo desde ese fondo se entiende esta historia, como he puesto de relieve en ComMc 7, 24-30.
Según ella, en principio, el mismo Jesús quería centrar su mensaje en Israel, de manera que la apertura a los gentiles podría realizarse sólo en un momento escatológico, al fin de los tiempos (cf. 8, 11-13). Pero la fe de esta mujer gentil que, en la línea del centurión pagano de 8, 10, eleva ante Jesús la necesidad concreta (la dolencia) de su hija, le ha hecho cambiar. Éste no es un cambio de doctrina en general, sino de práctica.
‒ Una conversión esencial en clave de evangelio (15, 27-28). Jesús había comenzado aceptando el ritmo “canónico” de la historia de la salvación: En primer lugar se encuentran los judíos, luego los gentiles; primero hay que alimentar y curar a los hijos y después, cuando esos hijos estén saciados, podrán alimentarse los perros, es decir, los de fuera. Ésa era la visión normal de la mayoría de los judíos de aquel tiempo, y la visión que seguimos teniendo todavía gran parte de los “cristianos”: Primero ha de haber pan para nosotros, los de casa (compatriotas…). Sólo después podrán alimentarse los de fuera. Jesús sigue manteniendo en principio (en teoría) esa visión, pero la experiencia (la necesidad) de esta mujer hace que el mismo Jesús cambie (=se convierta).
Ella comienza aceptando el argumento, pero lo invierte y completa, diciendo que ha llegado la hora de que coman los gentiles, aunque sea de las sobras de los hijos, poniendo el ejemplo de los perritos que habitan en la casa de sus amos, comiendo bajo su mesa. De esa manera, ella convence a Jesús, a quien ha comenzado tratando con reverencia (Sí, Señor), retomando la imagen de los “perrillos”, para invertirla.
Éste es un momento de inflexión esencial en el evangelio, un cambio que Mateo ha tomado de Marcos, introduciendo algunos rasgos que radicalizan su sentido, para aplicarlo a la nueva misión cristiana de su tiempo, en Antioquía, hacia el año 85 dC. Éste no es pues un texto del pasado, sino una respuesta esencial para los nuevos problemas de la iglesia:
‒ Este pasaje invierte la relación de Jesús con los cananeos, con lo que ello implica de revisión de las tradiciones vinculadas al Deuteronomista (que mandaban exterminar a los cananeos) y del Cronista (con Esdras y Nehemías) que había prohibido los matrimonios mixtos con las cananeas. Ciertamente, en un primer momento, este pasaje acepta el símbolo de los perros, que han de quedar fuera de la comunidad (cf. 7, 6; Ap 22, 15). Pero, en un segundo momento, nos sitúa ante los perritos que habitan en la casa, de manera que forman parte de la familia de los amos, superando así al final la misma división entre amos/hijos y perros.
‒ Este pasaje insiste en la prioridad concreta de la visión de una mujer (¡cananea!), con su necesidad (¡su hija está enferma), por encima de las tradiciones dogmáticas antiguas propias de la teología de la identidad de Israel. De es forma se revela el Dios que ayuda a los necesitados, no sólo a los hebreos cautivos en Egipto (en el tiempo del Éxodo), sino también a las mujeres cananeas con sus hijas.
(Texto tomado de X. Pikaza, El Evangelio de Mateo, Verbo Divino, Estella 2017).
[1] En clave histórico-crítica, cf. J.-F. Baudoz, Les miettes de la table, Gabalda, Paris 1995 ; A. Dermience, La péricopede la Cananéenne (Matt. 15:21-28): rédaction et théologie: ETL 58/1 (1982) 25-49; J. M. Derrett, Law in the NT: The Syro-Phoenician Woman and the Centurion of Capernaum, NT 15 (1973) 161-186; J. Alonso, Cuestión sinóptica y universalidad del mensaje cristiano en el pasaje evangélico de la mujer cananea: CulBib 20 (1963) 274-279; R. Focant, Mc 7, 24-31par. Mt 15, 21-29. Critique des sources et/ou étude narrative, en Id. (ed.), The Synoptic Gospels: Source Criticism and the New Literary Criticism, BETL 110, Leuven 1993, 39-75; G. Jackson, Have Mercy on Me: The Story of the Canaanite Woman in Matthew 15:21-28: JSNT. Sup 228; Sheffield 2002; S. Légasse, L'épisode de la Cananéenne d'après Mt. 15, 21-28: BLE 73 (1972) 21-40; P. Pokorny, From a Puppy to a Child: Some Problems of Contemporary Biblical Exegesis: NTS 41 (1995) 321-337; E. A. Russell, The Canaanite Woman and the Gospels (Mt 15.21-28: cf. Mk 7, 24-30): StBib II (1978) 263-300.
[2] Cf. La mujer en la Biblia Judía, Clie, Viladecavalls 2013 y La Familia en la Biblia, Verbo Divino, Estella 2014.