La viuda de Sarepta, Elías y la paz en Líbano/Fenicia

Había en Israel muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino sólo una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino sólo Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención (Cf Lc 4, 21-30)

En ese contexto, como una continuación de tema de ayer, quiero citar y comentar brevemente el “milagro” de Elías y la viuda de Sarepta, poblado del entorno de Sidón, una de las ciudades más importantes de Fenicia, famosa por el culto a los “baales” y a la “diosa madre”. De allí precisamente provenía Jezabel, la más perversa de todas las mujeres, según las historias de 1 y 2 Reyes, la reina sanguinaria, que mató a todos los profetas de Yahvé, dejando vivo sólo a Elías (cf. 1 Rey 16, 31; 18, 4. 13; 2 Rey 9, 7 etc.). Pues bien, esta viuda sidonia de Sarepta aparece como mujer buena, que hace un “milagro” con Elías, que a su vez le ayuda.
Estamos ante uno de los casos más conmovedores de convivencia entre israelitas y fenicios, en una zona donde hoy mismo (pasados casi tres mil años) siguen luchando soldados de un lado y de otro, “protegidos” (separados) por una franja de cascos azules de la ONU, dirigidos desde hace tres días por un General español (Alberto Asarta tomó ayer el mando de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano, 28 1 10).
Es buen momento para recordar estas historias, que Jesús también recordó, como hemos visto. Es buen momento para recordar que el Líbano (la vieja Fenicia) puedan dialogar viudas y activistas judíos (profetas, soldados…) al servicio de la paz.
Ésta es una zona donde la paz, hoy por hoy, sólo es posible con la ayuda de cascos azules. Serían necesarios otros “cascos”, otras viudas, otros profetas, para hacer posible la convivencia, en un tiempo de necesidad (de hambre) y de lucha, como era aquel, en un momento de duros enfrentamientos sociales, religiosos y políticos, como son los nuestroa. Santa Viuda de Sarepta, Santo Elías Tesbita ¿podéis iluminarnos, como iluminasteis a Jesús Nazareno, a pesar de otros defectos que podíais tener?.
Texto
Recordemos. Un profeta judío llamado Elías tiene que “huir” de su tierra (por causa del hambre) buscando comida en tierras de Sidón, hacia el norte de Fenicia, pues allí podía encontrarse algo más de comida… A pesar de ello, también la viuda de Sarepta era muy pobre. Entre ambos se entabla un idilio de humanidad:
Le fue dirigida la palabra de Yahvé a Elías diciendo: «Levántate y vete a Sarepta de Sidón y quédate allí, pues he ordenado a una mujer viuda de allí que te dé de comer». Se levantó y se fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad había allí una mujer viuda que recogía leña. La llamó Elías y dijo: «Tráeme, por favor, un poco de agua para mí en tu jarro para que pueda beber». Cuando ella iba a traérsela, le gritó: «Tráeme, por favor, un bocado de pan en tu mano». Ella dijo: «Vive Yahvé tu Dios, no tengo nada de pan cocido: sólo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la orza. Estoy recogiendo dos palos, entraré y lo prepararé para mí y para mi hijo, lo comeremos y moriremos».
Pero Elías le dijo: «No temas. Entra y haz como has dicho, pero primero haz una torta pequeña para mí y tráemela, y luego la harás para ti y para tu hijo. Porque así habla Yahvé, Dios de Israel: No se acabará la harina en la tinaja, no se agotará el aceite en la orza hasta el día en que Yahvé conceda lluvia sobre la haz de la tierra». Ella se fue e hizo según la palabra de Elías, y comieron ella, él y su hijo. No se acabó la harina en la tinaja ni se agotó el aceite en la orza, según la palabra que Yahvé había dicho por boca de Elías.
Después de estas cosas, el hijo de la dueña de la casa cayó enfermo, y la enfermedad fue tan recia que se quedó sin aliento. Entonces ella dijo a Elías: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¿Es que has venido a mí para recordar mis faltas y hacer morir a mi hijo?». Elías respondió: «Dame tu hijo». Él lo tomó de su regazo y subió a la habitación de arriba donde él vivía, y lo acostó en su lecho. Después clamó a Yahvé diciendo: «Yahvé, Dios mío, ¿es que también vas a hacer mal a la viuda en cuya casa me hospedo, haciendo morir a su hijo?». Se tendió tres veces sobre el niño, invocó a Yahvé y dijo: «Yahvé, Dios mío, que vuelva, por favor, el alma de este niño dentro de él». Yahvé escucho la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él y revivió. Tomó Elías al niño, lo bajó de la habitación de arriba de la casa y se lo dio a su madre. Dijo Elías: «Mira, tu hijo vive»… (1 Rey 17, 9-23).
Tema
Perseguido en Israel, Elías se refugia en una ciudad de Fenicia, en tiempo de hambre y pide a una viuda pobre que le alimente y ella, que es pagana, responde a su petición, ofreciéndole todo lo que tiene para vivir. Dios premia su generosidad y tanto la viuda como su hijo y Elías (a quien ella ha ofrecido una habitación en la parte superior de la casa) pueden mantenerse en medio de la hambruna. Más tarde, cuando ha pasado el hambre, el hijo de la viuda muere y Elías se lo “resucita”.
Ésta es, sin duda, una historia popular, que recoge y reelabora recuerdos antiguos en los que se evoca la figura de Elías no sólo como profeta de Israel (en línea política dura, en contra de sus reyes, Ajab y Jezabel), sino como hombre de Dios y sanador, por encima de las fronteras de Israel. En ese contexto, al Dios de Elías no le importa ya el triunfo del yahvismo, ni la pureza religiosa de Israel (como en los textos de la tradición más dura de 1 Rey18), sino la vida de los hombres y mujeres, y en especial la de las viudas y los huérfanos, dentro o fuera de las fronteras de la nación escogida. La viuda de Sarepta no es yahvista, ni Elías quiere “convertirla”, y sin embargo recibe la ayuda de Elías. Por su parte, Elías aparece como profeta de Dios al servicio de los necesitados, y no como mensajero de Dios para el rey.En ese contexto se entienden los tres milagros que evoca el relato.
(a) En la base está el milagro de generosidad de la viuda no israelita, que concede al profeta la comida que ella y su hijo necesitan, ofreciéndole para vivir la habitación superior de la casa. En este contexto quiero incluir el comentario de Gonzalo Haya: "He ordenado a una mujer viuda de allí que te dé de comer». Si le preguntáramos a esa mujes si Dios le había hablado, ella diría que no. Si nos preguntan a nosotros si Dios nos ha hablado alguna vez, diríamos también que no. El profeta sabe que sí, que Dios le habló y nos habla también a nosotros. Cuando aquella mujer sintió compasión por Eliseo, un extranjer inmigrante, esa era la voz de Dios. Dios está en nosotros y nos habla desde dentro de nosotros.
(b) En el centro hay un milagro de abundancia del profeta, a favor de la viuda y de su hijo: “el cántaro de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará…”; que la viuda y su hijo puedan comer en tiempo de carestía, éste es el don de Dios, ésta la religión. En este contexto quiero seguir añadiendo el comentario de G. Haya: "Xabier comenta que Eliseo fue exigente con el yahvismo de Israel, pero no trató de convertir a la viuda. Cada uno dentro de su religiçon escucha la voz de Dios, porque la religión sólo es un amplificador del Dios que está dentro de nosotros". Del yahvismo exigente de Elías (que pide fidelidad estricta a los israelitas) hablaré otro día, recordando que se trata de una "fidelidad a la justicia de Dios" (viña de Nabot). A los de fuera, a la pobre viuda... Elías no le pide que se convierta a la religión de Israel, sino sólo que sea "fiel a la humanidad", que acoja al extranjero... Elías sabe recibir el "favor" de la mujer... y al mismo tiempo se muestra generoso con ella hasta el extremo. En este "juego" de generosidades, entre una viuda pobre y un profeta perseguido y emigrantes, se despliega todo el misterio y el don de la religión del Dios auténtico, que es dios de israelitaas y sidonios, de Elías y Jezabel (si se convierte).
(c) Hay, finalmente, un milagro de vida: que el hijo de la viuda extranjeros pueda vivir, viva, como signo de bendición y presencia de Dios, precisamente en el momento en que va a comenzar el juicio del Carmelo (1 Rey 18), que, en otro sentido, va en contra de los cultos extranjeros. Éste es el "milagro": que el niño viva, que la viuda tenga esperanza... no que se conviertan a la religión de Israel. Éste es el milagro, el diálogo entre pueblos... de manera que los cascos azules queden sin trabajo, como un recuerdo de tiempos "bárbaros", como son los nuestros (Eso es lo que he querido indicar con la imagen de dos hombres sin casco, queriendo hablar, mientras todos los cascos azules quedan sembrados en el campo, como un signo de esperanza).
Lo que une a todos es la “humanidad”
La humanidad de la viuda que acoge a los extranjeros… desde su pobreza. La humanidad de Elías que sabe ayudar a la viuda. Uno y otro pueden ser ejemplo de concordia, desde sus diversas perspectivas. En este mismo contexto se sitúa el “milagro” de Jesús con la hija de la mujer fenicia (en este caso del entorno de Tiro, más cerca de Galilea) en Mc 7.
Así vemos que Elías que, dentro de Israel aparece como defensor del más duro yahvismo, viene a mostrarse fuera de Israel como defensor de viudas y necesitados. En ese contexto se sitúan sus milagros (multiplicar la comida, resucitar a los muertos…), fundados en la fe de una mujer extranjera, que es capaz de dar al profeta lo que ella tiene (para sí y para su hijo). Esta fe y generosidad de la mujer (que no es israelita) ofrece uno de los signos religiosos y humanos más profundos de la Biblia Judía.
Para situar el tema, cf. A. González Núñez, Profetas, sacerdotes y reyes en el Antiguo Israel, Casa de la Biblia, Madrid 1962. Cf. también M. Alvarez Barredo, Las narraciones sobre Elías y Eliseo en los libros de los Reyes: Formación y Teología, Carthaginensia, 12 (1996) 1-124; La iniciativa de Dios. Estudio literario y teológico de Jueces 9-21, Instituto T. Franciscano, Murcia 2004; L. Bronner, The Stories of Elijah and Elisah als polemic against Baal Wohsip, Brill, Leiden 1968; G. Fohrer, Elia (ATANT 31), Zürich 1957; A. J. Hauser y R. Gregory, From Carmel to Horeb. Elijah in Crisis (JSOT SuppSer 85), Sheffield 1990; G. Hentschel, Die Elijaerzählungen (Erfurt ThSt 33), Leipzig 197O; S. Otto, Jehu, Elia und Elisa. Die Erzählung von der Jehu-Revolution und die Komposition der Elia-Elisa-Erzählungen (BWANT152), Stuttgart 2001; H. H. Rowley, Elijah in Mount Carmel, BJRL 43 (1960) 190-216; O. Steck, Uberlieferung und Zeitgeschichte in der Elia-Erzählungen (WMANT 26), Neukirchen 1968; J. Vermeylen, Elie le prophète, Leuven 1988. Sobre la visión teológica vinculada a Elías cf. J. Briend, Dieu dans l'Ecriture (LD 10), Cerf, Paris 1992, 13-40.