"Dios escucha siempre el grito del pobre, somos nosotros los que mantenemos las distancias, por timidez, flojera o incredulidad" Francisco, a los migrantes libios: "No los olvido jamás, siento sus gritos y rezo por ustedes"
"Están expuestos a una violencia inhumana y pido a la comunidad internacional que ofrezca soluciones para la gestión de los flujos migratorios en todo el Mediterráneo... cuánto sufren aquellos que son mandados de vuelta"
"Bartimeo no usa muchas palabras. Dice lo esencial y se confía en el amor de Dios, que puede hacer volver a florecer su vida cumpliendo aquello que es imposible a los hombres"
"(Jesús) no se molesta en absoluto por la voz de Bartimeo, es más, constata que está llena de fe, una fe que no teme en insistir, en llamar al corazón de Dios, a pesar de las incomprensiones y las reprimendas"
Reivindica la labor de los misioneros que "pagan en primera persona con su vida, no por proselitismo, sino por testimonio del Evangelio en nuestras vidas"
"(Jesús) no se molesta en absoluto por la voz de Bartimeo, es más, constata que está llena de fe, una fe que no teme en insistir, en llamar al corazón de Dios, a pesar de las incomprensiones y las reprimendas"
Reivindica la labor de los misioneros que "pagan en primera persona con su vida, no por proselitismo, sino por testimonio del Evangelio en nuestras vidas"
"Expreso mi cercanía a los miles de migrantes, refugiados y otros necesitados de protección en Libia. No los olvido jamás. Siento sus gritos y rezo por ustedes". El Papa clamó por regular la protección y el asilo para todos aquellos que se lanzan al Mediterráneo buscando una nueva vida, huyendo de la guerra y la violencia, o encontrando, en muchas ocasiones, incomprensión, mentes cerradas. Ciegos y sordos ante el clamor de los que sufren.
"Cuando la fe es viva, la oración es sentida: no mendiga centavos, no se reduce a las necesidades del momento. A Jesús, que todo puede, se le pide todo". El Papa Francisco presidió el Ángelus de este domingo, ante cada vez más fieles, reflexionando sobre el Evangelio del ciego Bartimeo, y sobre los ciegos que, dentro y fuera de la Iglesia, siguen sin querer ver.
Y, también, sobre cómo captar la atención de Dios. "Bartimeo había perdido la vista, pero no la voz", recordó Francisco, apuntando a los gritos del ciego al paso de Jesús."Jesús escucha y se detiene de inmediato", porque "Dios escucha siempre el grito del pobre, y no se molesta en absoluto por la voz de Bartimeo, es más, constata que está llena de fe, una fe que no teme en insistir, en llamar al corazón de Dios, a pesar de las incomprensiones y las reprimendas".
Tu fe te ha salvado
"Y aquí se encuentra la raíz del milagro. De hecho, Jesús le dice: «Tu fe te ha salvado»", insistió Bergoglio, apuntado que "la fe de Bartimeo trasluce de su oración. No es una oración tímida y convencional".
"No le pide una dádiva como hace con los viandantes. A Aquel que puede todo pide todo: 'ten piedad de mí, de todo aquello que soy'", subrayó el Papa." No pide una gracia, sino que se presenta a si mismo: pide misericordia para su persona, para su vida. No es una simple petición, pero es muy bella, porque invoca a la piedad, ósea a la compasión, a la misericordia de Dios, a su ternura".
Confiar en el amor de Dios
"Bartimeo no usa muchas palabras. Dice lo esencial y se confía en el amor de Dios, que puede hacer volver a florecer su vida cumpliendo aquello que es imposible a los hombres", resaltó el Santo Padre. Y es que "a ceguera era la punta del iceberg, pero en su corazón había otras heridas, humillaciones, sueños rotos, errores, remordimientos".
Como el ciego curado por Jesús, el Papa invitó a preguntarnos "¿cómo es mi oración?". "¿Es valiente, tiene la insistencia buena de aquella de Bartimeo, sabe “aferrar” al Señor mientras pasa, o se conforma en hacerle un saludo formal de vez en cuando, cuando me acuerdo? Y también: ¿mi oración es “sustanciosa”, descubre el corazón delante del Señor? ¿Le presento la historia y los rostros de mi vida? O es anémica, superficial, ¿hecha de rituales sin afecto y sin corazón?".
"Cuando la fe es viva, la oración es sentida: no mendiga centavos, no se reduce a las necesidades del momento. A Jesús, que todo puede, se le pide todo. El está impaciente en derramar su gracia y su alegría en nuestros corazones, pero lamentablemente somos nosotros los que mantenemos las distancias, por timidez, flojera o incredulidad", concluyó el Pontífice. "Tengamos coraje en la oración", recalcó, recordando una situación vivida en "mi otra diócesis", Buenos Aires, con una madre rezando con confianza ciega por la curación de su hija.
Libia y el Mediterráneo
Al término del rezo, el Papa quiso reivindicar la labor de miles de misioneros en todo el mundo en esta Jornada del Domund, que "en primera línea se ocupan de llevar el Evangelio, no por proselitismo, sino por testimonio del Evangelio en nuestras vidas, y que aveces pagan con sus vidas. Un aplauso para ellos", y a los que sufren en Libia. "Expreso mi cercanía a los miles de migrantes, refugiados y otros necesitados de protección en Libia. No los olvido jamás. Siento sus gritos y rezo por ustedes".
"Están expuestos a una violencia inhumana y pido a la comunidad internacional que ofrezca soluciones para la gestión de los flujos migratorios en todo el Mediterráneo... cuánto sufren aquellos que son mandados de vuelta"
"Es necesario poner fin y poner medidas de salvamento dignas, recorridos regulares de migración y acceso al asilo. Sintámonos todos responsables de estos hermanos y hermanas, que desde hace muchos años son víctimas de esta gravísima situación".
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