El Papa recuerda, en el Angelus, que el Reino de Jesús "es liberador, no tiene nada de opresivo" "Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre"
Jesús "no viene para dominar, sino para servir. No llega con los signos de poder, sino con el poder de los signos"
"Él, queridos hermanos y hermanas, nos libera del sometimiento del mal. Su Reino es liberador, no tiene nada de opresivo. Él trata a cada discípulo como amigo, no como súbdito"
"Debemos lidiar siempre con los límites y los defectos: todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve corrupto, falso, con la inclinación a cubrir la verdad. No se lleva una doble vida"
"La libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres. Pero la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto: es una realidad"
"Debemos lidiar siempre con los límites y los defectos: todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve corrupto, falso, con la inclinación a cubrir la verdad. No se lleva una doble vida"
"La libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres. Pero la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto: es una realidad"
"Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre". Como ya hiciera en la homilía de esta mañana, Francisco cambió el tono de la festividad de Cristo Rey. Y es que el trono de Jesús está entre los pobres, entre los que eligen servir, pero no ser serviles. Un trono de libertad y compromiso. Así lo quiso reiterar en el Angelus de este mediodía, que pese al frío romano congregó a miles de fieles en torno al balcón del palacio apostólico. Y lo hizo acompañado de dos jóvenes italianos, pues hoy se celebra la JMJ
"Sí, como dices, soy Rey", dijo Jesús a Pilato en la hora crucial. Así lo recordó Bergoglio: "El hecho es que la realeza de Jesús es muy diferente de la mundana", porque Jesús "no viene para dominar, sino para servir. No llega con los signos de poder, sino con el poder de los signos". "No se ha revestido de insignias valiosas, sino que está desnudo en la cruz. Y es precisamente en la inscripción puesta en la cruz que Jesús es definido como “rey”".
Un Rey para los otros
"Podríamos decir que no es rey como los otros, sino que es Rey para los otros", destacó. Un cambio de paradigma. "Jesús se demuestra, así, soberanamente libre del deseo de la fama y de la gloria terrena. Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos imitarle en esto? ¿Sabemos cómo gobernar sobre nuestra tendencia a ser continuamente buscados y aprobados, o hacemos todo para ser estimados por parte de los otros? En lo que hacemos, en particular en nuestro compromiso cristiano, ¿cuentan los aplausos o el servicio?"
¿Sabemos cómo gobernar sobre nuestra tendencia a ser continuamente buscados y aprobados, o hacemos todo para ser estimados por parte de los otros? En lo que hacemos, en particular en nuestro compromiso cristiano, ¿cuentan los aplausos o el servicio?
"Jesús no solo evita toda búsqueda de grandeza terrenal, sino que también hace libre y soberano el corazón de quien le sigue", prosiguió la reflexión papal. "Él, queridos hermanos y hermanas, nos libera del sometimiento del mal. Su Reino es liberador, no tiene nada de opresivo. Él trata a cada discípulo como amigo, no como súbdito".
La libertad nace de la verdad
Y es que, subrayó el Papa, "Cristo, aun estando por encima de todos los soberanos, no traza líneas de separación entre sí y los demás; desea más bien tener hermanos con los que compartir su alegría" y logra que "siguiéndolo no se pierde, sino que se adquiere dignidad. Porque Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre".
Y, de nuevo, la pregunta: "¿de dónde nace la libertad de Jesús?". El Papa responde: "La libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres. Pero la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto: es una realidad, es Él mismo que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones y de las falsedades que tenemos dentro".
"Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos. La vida del cristiano no es una actuación donde se puede llevar la máscara que más conviene. Porque cuando Jesús reina en el corazón, lo libera de la hipocresía, de las escapatorias, de las dobleces", culminó Francisco, haciendo frente al "desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua, opaca, triste".
"Debemos lidiar siempre con los límites y los defectos: todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve corrupto, falso, con la inclinación a cubrir la verdad. No se lleva una doble vida", finalizó. "Recordad, pecadores sí, corruptos no", señaló.
Tras el rezo del Angelus, y en los saludos, el Papa quiso "saludar de corazón a los chicos y chicas de esta diócesis y que todos los jóvenes se sienten protagonistas de la Iglesia. Y no se olviden: reinar es servir, como nos enseña nuestro rey". Y pidió a los jóvenes que saludaron a los presentes.
A su vez, saludó a todos los pescadores en el Día de la Pesca, animando a los sacerdotes a acompañar a estas personas en sus trabajos. Finalmente, también recordó a las víctimas del tráfico, y quiso "alentar las iniciativas de Naciones Unidas para un mayor control de las armas".
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