"La Iglesia no vive 'de rentas' (...), vive del presente de Dios", señala en el consistorio Francisco invita a los nuevos cardenales a la "orquesta sinfónica y sinodal" de la Iglesia: "La diversidad es necesaria, es indispensable. Pero cada sonido debe contribuir al proyecto común"
"La Iglesia madre habla en todas las lenguas, que es una y es católica"
"Antes de ser “apóstoles”, antes de ser sacerdotes, obispos, cardenales, somos “partos, medos, elamitas”, etc., etc. Y esto debería reavivar en nosotros el asombro y el agradecimiento por haber recibido la gracia del Evangelio en nuestros respectivos pueblos de origen"
"Somos evangelizadores en la medida que conservamos en el corazón el asombro y la gratitud de haber sido evangelizados; más aún, de ser evangelizados, porque en realidad se trata de un don siempre actual, que requiere ser renovado continuamente en la memoria y en la fe"
"La Iglesia no vive “de rentas”, ni mucho menos de un patrimonio arqueológico, por valioso y noble que sea", sino que "la Iglesia —y cada bautizado— vive del presente de Dios, por la acción del Espíritu Santo"
"El Colegio Cardenalicio está llamado a asemejarse a una orquesta sinfónica, que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia. Digo también la 'sinodalidad' no sólo porque estamos en la vigilia de la primera Asamblea del Sínodo que tiene precisamente este tema, sino porque me parece que la metáfora de la orquesta puede iluminar bien el carácter sinodal de la Iglesia"
"Cada músico debe escuchar a los demás. Si uno sólo se escuchase a sí mismo, por más sublime que pudiera ser su sonido, no beneficiará a la sinfonía; y lo mismo sucedería si una sección de la orquesta no escuchase a las otras, sino que sonara como si estuviera sola, como si fuera el todo"
"El director de la orquesta (...) debe escuchar más que todos los demás y al mismo tiempo su tarea es ayudar a cada uno y a toda la orquesta a desarrollar al máximo su fidelidad creativa, fidelidad a la obra que se está ejecutando, pero creativa, capaz de darle un alma a esa partitura, de hacerla sonar en el aquí y ahora de una manera única"
"Somos evangelizadores en la medida que conservamos en el corazón el asombro y la gratitud de haber sido evangelizados; más aún, de ser evangelizados, porque en realidad se trata de un don siempre actual, que requiere ser renovado continuamente en la memoria y en la fe"
"La Iglesia no vive “de rentas”, ni mucho menos de un patrimonio arqueológico, por valioso y noble que sea", sino que "la Iglesia —y cada bautizado— vive del presente de Dios, por la acción del Espíritu Santo"
"El Colegio Cardenalicio está llamado a asemejarse a una orquesta sinfónica, que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia. Digo también la 'sinodalidad' no sólo porque estamos en la vigilia de la primera Asamblea del Sínodo que tiene precisamente este tema, sino porque me parece que la metáfora de la orquesta puede iluminar bien el carácter sinodal de la Iglesia"
"Cada músico debe escuchar a los demás. Si uno sólo se escuchase a sí mismo, por más sublime que pudiera ser su sonido, no beneficiará a la sinfonía; y lo mismo sucedería si una sección de la orquesta no escuchase a las otras, sino que sonara como si estuviera sola, como si fuera el todo"
"El director de la orquesta (...) debe escuchar más que todos los demás y al mismo tiempo su tarea es ayudar a cada uno y a toda la orquesta a desarrollar al máximo su fidelidad creativa, fidelidad a la obra que se está ejecutando, pero creativa, capaz de darle un alma a esa partitura, de hacerla sonar en el aquí y ahora de una manera única"
"El Colegio Cardenalicio está llamado a asemejarse a una orquesta sinfónica, que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia. Digo también la 'sinodalidad' no sólo porque estamos en la vigilia de la primera Asamblea del Sínodo que tiene precisamente este tema, sino porque me parece que la metáfora de la orquesta puede iluminar bien el carácter sinodal de la Iglesia"
"Cada músico debe escuchar a los demás. Si uno sólo se escuchase a sí mismo, por más sublime que pudiera ser su sonido, no beneficiará a la sinfonía; y lo mismo sucedería si una sección de la orquesta no escuchase a las otras, sino que sonara como si estuviera sola, como si fuera el todo"
"El director de la orquesta (...) debe escuchar más que todos los demás y al mismo tiempo su tarea es ayudar a cada uno y a toda la orquesta a desarrollar al máximo su fidelidad creativa, fidelidad a la obra que se está ejecutando, pero creativa, capaz de darle un alma a esa partitura, de hacerla sonar en el aquí y ahora de una manera única"
"El director de la orquesta (...) debe escuchar más que todos los demás y al mismo tiempo su tarea es ayudar a cada uno y a toda la orquesta a desarrollar al máximo su fidelidad creativa, fidelidad a la obra que se está ejecutando, pero creativa, capaz de darle un alma a esa partitura, de hacerla sonar en el aquí y ahora de una manera única"
Una Iglesia "sinfónica y sinodal". Este fue el sueño, la "sorpresa" que el Papa Francisco regalo a los 21 nuevos cardenales, a quienes impuso la birreta cardenalicia en una soleada mañana en una abarrotada plaza de San Pedro. Entre ellos, al sol, tres españoles: José Cobo, arzobispo de Madrid; el rector mayor de los salesianos, Ángel Fernández Artime; y el obispo de Ajaccio, Francisco Javier Bustillo (que, por cierto, se llevó la ovación de la jornada).
La plaza de San Pedro brillaba como en sus mejores días, en vísperas de un Sínodo que, a buen seguro, cambiará el rostro de la Iglesia del presente y del futuro. Antes, Bergoglio se abrazará con Welby y Bartolomé, a quienes recibió esta mañana en el Vaticano.
Estuvo Francisco especialmente cariñoso en el saludo con su teólogo de cabecera (y actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe), Víctor Manuel Fernández, y con Cobo y Artime, a quien encargará en los próximos meses una nueva y enigmática misión, y escuchó atentamente las palabras de Robert Prevost.
En los saludos posteriores, el Papa sonrió con un "Ánimo y adelante" al cardenal Pizzaballa, y al argentino Rossi, al que recibió con un "Bravo". Los fieles aclamaron especialmente al cardenal colombiano Rueda Aparicio. La única ausencia, por cuestiones de edad (tiene 96 años) fue el neo cardenal Dri, a quien el Papa nominó purpurado en ausencia.
En su homilía, Francisco evocó el relato de Pentecostés, "el bautismo de la Iglesia", y la enumeración de los pueblos presentes en Jerusalén que, aseguró, "me hizo pensar en los cardenales, que gracias a Dios provienen de todas partes del mundo, de las naciones más diversas. Ese es el motivo por el cual elegí este pasaje bíblico". Que, añadió, contiene una "sorpresa".
"¿En qué consiste esta 'sorpresa'?", preguntó el Papa. "En el hecho de que normalmente nosotros pastores, cuando leemos el relato de Pentecostés nos identificamos con los Apóstoles (que eran todos 'galileos'). Es natural que sea así". Sin embargo, "la gente que estaba allí congregada había venido 'de todas las naciones del mundo', precisamente como los obispos y cardenales de nuestro tiempo".
Una suerte de "inversión de roles" que, en opinión del Papa, "revela una perspectiva interesante". "Se trata de que hagamos nuestra —y me incluyo también yo— la experiencia de esos judíos que por un don de Dios se encontraron siendo protagonistas del acontecimiento de Pentecostés" que ·"hizo nacer a la Iglesia una, santa, católica y apostólica", pues "la Iglesia madre habla en todas las lenguas, que es una y es católica".
Antes de ser cardenales somos miembros de un pueblo
De ahí la importancia de "pensar que, antes de ser “apóstoles”, antes de ser sacerdotes, obispos, cardenales, somos “partos, medos, elamitas”, etc., etc. Y esto debería reavivar en nosotros el asombro y el agradecimiento por haber recibido la gracia del Evangelio en nuestros respectivos pueblos de origen", trazó el Papa.
"Creo que esto es muy importante y no debemos olvidarlo", porque "allí, en la historia de nuestro pueblo, yo diría en la “carne” de nuestro pueblo, el Espíritu Santo ha obrado el prodigio de la comunicación del misterio de Jesucristo muerto y resucitado", que "ha llegado hasta nosotros “en nuestras lenguas”, a través de los labios y los gestos de nuestros abuelos y de nuestros padres, de los catequistas, de los sacerdotes, de los religiosos. Cada uno de nosotros puede recordar voces y rostros concretos. La fe es transmitida “en dialecto” por las madres y las abuelas".
Evangelizadores evangelizados
Y es que, subrayó Francisco, "somos evangelizadores en la medida que conservamos en el corazón el asombro y la gratitud de haber sido evangelizados; más aún, de ser evangelizados, porque en realidad se trata de un don siempre actual, que requiere ser renovado continuamente en la memoria y en la fe". "Evangelizadores y evangelizados, no funcionarios", improvisó.
"Hermanos y hermanas, queridos cardenales, Pentecostés —como el bautismo de cada uno de nosotros— no es un hecho del pasado, es un acto creativo que Dios renueva continuamente", recalcó el Papa, quien insistió en que "la Iglesia —y cada uno de sus miembros— vive de este misterio siempre actual. No vive “de rentas”, ni mucho menos de un patrimonio arqueológico, por valioso y noble que sea", sino que "la Iglesia —y cada bautizado— vive del presente de Dios, por la acción del Espíritu Santo".
Y, dirigiéndose a los nuevos purpurados, clamó: "Ustedes, neocardenales, han venido de diversas partes del mundo y el mismo Espíritu Santo que fecundó la evangelización de sus pueblos ahora renueva en ustedes su vocación y misión en la Iglesia y para la Iglesia". Una "sorpresa" de la que surge "una consencuencia", que el Papa expresó "con una imagen, la de la orquesta".
"El Colegio Cardenalicio está llamado a asemejarse a una orquesta sinfónica, que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia. Digo también la 'sinodalidad' no sólo porque estamos en la vigilia de la primera Asamblea del Sínodo que tiene precisamente este tema, sino porque me parece que la metáfora de la orquesta puede iluminar bien el carácter sinodal de la Iglesia" recalcó Bergoglio.
Y es que, en una orquesta, "la sinfonía cobra vida de la sabia composición de sonidos de los diferentes instrumentos". "Cada uno brinda su aporte, a veces solo, a veces unido a algún otro, a veces con todo el conjunto. La diversidad es necesaria, es indispensable. Pero cada sonido debe contribuir al proyecto común".
Orquesta de escucha recíproca
Y "para eso es fundamental la escucha recíproca. Cada músico debe escuchar a los demás. Si uno sólo se escuchase a sí mismo, por más sublime que pudiera ser su sonido, no beneficiará a la sinfonía; y lo mismo sucedería si una sección de la orquesta no escuchase a las otras, sino que sonara como si estuviera sola, como si fuera el todo", recordó. "Y el director de la orquesta está al servicio de esta especie de milagro que representa cada ejecución de una sinfonía. Él debe escuchar más que todos los demás y al mismo tiempo su tarea es ayudar a cada uno y a toda la orquesta a desarrollar al máximo su fidelidad creativa, fidelidad a la obra que se está ejecutando, pero creativa, capaz de darle un alma a esa partitura, de hacerla sonar en el aquí y ahora de una manera única".
"Queridos hermanos y hermanas, nos hace bien reflejarnos en la imagen de la orquesta, para aprender cada vez mejor a ser Iglesia sinfónica y sinodal. La propongo particularmente a ustedes, miembros del Colegio Cardenalicio, en la reconfortante confianza de que tenemos como maestro al Espíritu Santo, maestro interior de cada uno y maestro del caminar juntos. Él crea la variedad y la unidad, Él es la misma armonía", finalizó el Pontífice.