Pide a los estudiantes de La Macerata "seguir decididamente el camino del diálogo" Francisco: "Invertir en formación, en escuelas, en universidades es la mejor inversión para el futuro de un país"
"En la universidad se encuentran dos universos: el del mundo, el del conocimiento, y el del hombre"
“Cada persona individual es un universo, que sólo Dios conoce plenamente, con incomparable respeto”
“Es importante encontrar una armonía humana, no pensar en la universidad como una fábrica de macrocéfalos que no saben qué hacer con sus manos o su corazón...”
“Es importante encontrar una armonía humana, no pensar en la universidad como una fábrica de macrocéfalos que no saben qué hacer con sus manos o su corazón...”
(Alina Tufani, Vatican News).- “La universidad es -o al menos debería ser- el lugar donde la mente se abre a los horizontes del conocimiento, a los horizontes de la vida, del mundo, de la historia”. Lo dijo el Papa al recibir, este mediodía, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a unos 150 alumnos y docentes de la Universidad de Macerata, una de las más antiguas de Europa.
La amistad entre Occidente y Oriente, el encuentro entre diferentes culturas, el drama de la guerra, el fenómeno de la migración y la paz, temas tocados por el rector en su saludo y presentación de la universidad, fueron los temas que inspiraron al Santo Padre en su reflexión sobre la importancia de la universidad en la formación de los jóvenes, no sólo por la apertura de horizontes sino de su propia persona, como parte del universo.
Los universos de la universidad
“En la universidad, por tanto, se encuentran dos universos: el del mundo, el del conocimiento, y el del hombre; no el hombre en general, que no existe, sino esa persona, ese joven, con su historia y su personalidad, sus sueños y sus cualidades intelectuales, morales y espirituales...”, subrayó el Papa al puntualizar que cada estudiante que cruza el umbral de la universidad es, en sí mismo, un universo.
En este contexto, el Pontífice enfatizó que el reto de la universidad es reunir estos dos horizontes, el del mundo y el personal, para que dialoguen, y de este diálogo surja el crecimiento de la humanidad. Pero, además, el Santo Padre recalcó la importancia de que en ese crecimiento del propio alumno debe madurar no solo el conocimiento, la capacidad de pensar y actuar, sino también la libertad y la participación “crítica y creativa” en la vida social y civil, con su propia competencia cultural y profesional.
“Cada persona individual es un universo, que sólo Dios conoce plenamente, con incomparable respeto”, aseguró el Pontífice.
Inversión para el futuro
Francisco recordó las reflexiones de San John Henry Newman sobre la universidad, donde escribe que en el ambiente universitario el joven "forma un hábito mental que dura toda la vida, cuyos atributos son la libertad, la equidad, la calma, la moderación y la sabiduría".
“Este crecimiento humano de las personas – señaló el Santo Padre - sólo puede tener un impacto positivo en la sociedad. Por tanto, invertir en formación, en escuelas, en universidades es la mejor inversión para el futuro de un país. Lo sabemos, lo oímos repetir a menudo, pero no siempre tomamos decisiones coherentes”.
En efecto, el Papa cuestionó que esta idea de universidad está muy distante de la que surgió con la Ilustración, más preocupada por inculcar conocimientos, “llenando la cabeza de cosas...”, sin “intervenir toda la persona, sus afectos y su forma de sentir”, sino sólo su “forma de pensar y de actuar”.
“Es importante encontrar una armonía humana, no pensar en la universidad como una fábrica de macrocéfalos que no saben qué hacer con sus manos o su corazón...”, criticó el Santo Padre.
Mateo Ricci: “Ciudadano de las personas”
El Papa retomó el tema de la interculturalidad señalado por el rector de la Universidad de Macerata para enfatizar que el encuentro entre diferentes culturas, no es una cuestión automática: “No basta con reunir a profesores y estudiantes de distintos orígenes. Tenemos que desarrollar una cultura del encuentro. Y la universidad es sin duda un lugar privilegiado para hacerlo”.
Al concluir, Francisco recordó que Macerata fue la cuna de un gran "campeón" de esta cultura, el padre Matteo Ricci: Es grande, no sólo por las cosas que ha hecho y escrito, es grande porque es un hombre de encuentros, un hombre de la cultura del encuentro, un hombre que ha ido más allá de ser extranjero, se ha convertido en un ciudadano del mundo porque es un ‘ciudadano de las personas’, porque esta es la cultura del encuentro”.
De allí su exhortación a los alumnos y docentes universitarios a no sólo “preservar su memoria y promover estudios sobre él, sino también para intentar actualizar su ejemplo de diálogo intercultural: “¡Cuánta necesidad hay hoy en día, a todos los niveles, de seguir decididamente este camino, el del diálogo!, concluyó el Papa.
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