Sudán se echa a las calles

(AE)
Algo parece moverse en Sudán, después de que se haya completado una semana entera de protestas callejeras que no parecen disminuir a pesar de la gran presencia de policías y antidisturbios, algunos de ellos infiltrados entre los manifestantes y organizadores de las revueltas. Esta vez, sin embargo, parece no tratarse de grupos aislados de opositores y de estudiantes, ya que las duras circunstancias económicas que vive el país – con una hiperinflación del 40% que devalúa la libra sudanesa y subidas generalizadas en los combustibles al eliminarse los subsidios estatales – las están pagando especialmente los que menos tienen.

La decisión del Sudán del Sur de cerrar el grifo de las prospecciones petrolíferas que pasaban por el Norte y que presuntamente no eran abonadas por Jartúm al Sur ha hecho que el régimen financiero del Sudán comience a tambalearse y las mencionadas subidas de combustibles y otros productos dan la impresión de que el país está cayendo en barrena. Ahora los estudiantes no están solos, ya que la población en general parece más motivada a apoyar sus causas. La palabra más generalizada is kifaiia (ya basta), la cual simboliza la hartura a la que ha llegado la gente después de 23 años de islamismo, con un presidente internacionalmente hipotecado al estar acusado de crímenes contra la humanidad y otros cargos en el Tribunal Internacional de La Haya.

Mientras que la “primavera árabe” egipcia parece haber tenido como consecuencia final un presidente procedente de la cofradía de los Hermanos Musulmanes que han vivido durante decenas de años en la clandestinidad y que probablemente dirigirán el país hacia una vuelta a las tradiciones religiosas más conservadoras, paradójicamente en Sudán esta revuelta popular quiere precisamente quitarse el yugo de un régimen islamista y de represión política y religiosa llevada a cabo por Omar El-Bashir y alcanzar los ideales de libertad y democracia. Bajo la impunidad de este régimen se han llevado a cabo asesinatos individuales y colectivos por razones políticas, tribales o religiosas, se han llevado a cabo reclutamientos forzosos de jóvenes para grupos paramilitares, se han creado o comprado milicias en zonas estratégicas y se ha controlado sistemáticamente toda expresión de disensión o de oposición a un régimen cuyo 50% de presupuesto se sigue dedicando a defensa y seguridad.

En Octubre de 1964, una situación parecida, con una presión masiva por parte de los ciudadanos en las calles, hizo que el general Ibrahim Abboud dejara la presidencia. En los años 80, la gente volvió a manifestarse en contra de la dictadura del Gaafar al Nimeiri... incluso en la terrible Security y en sectores del ejército se rumorean grietas que hablan de que algo se desmorona dentro del férreo régimen.

Toda una generación de sudaneses nunca ha conocido otra cosa que Al-Bashir, ya sea apoyado por el Frente Islámico Nacional al principio o por el Partido Nacional del Congreso. Para muchos de ellos, el tiempo ha llegado para un cambio claro no sólo de liderato sino de estructuras y parece que la cosa va a más. El tiempo dirá si esta revuelta es la decisiva o no.
Volver arriba