Los extraterrestres ya están aquí

(AE)
No, no he tenido un encuentro en la tercera fase ni me he encontrado por mis periplos del Norte de Uganda ninguna criatura alienígena. Tampoco estoy haciendo una

crítica de la última película de los Hombres de Negro ya que en donde estoy no la han puesto (primero habrá que abrir donde estoy un cine público)

Esta entrada de hoy se refiere a una de las imágenes que se me ha quedado de mi última estancia en España. Llevo desde el año 1989 fuera de mi tierra. Desde entonces, creo que el periodo de tiempo más largo que he pasado allí han sido 3 meses... todo el resto han sido visitas puntuales, cortas y vuelta al trabajo. Por un lado, es cierto que viviendo uno fuera del terruño se desconecta de lo que se está cociendo en su tierra. En los últimos años, con los adelantos del acceso a internet, este desfase es claramente mucho menos acusado pero aún y así, lo hay. Recuerdo que cada una de mis visitas a España ha sido como una “cata sociológica”, que comenzaba ya con el lenguaje: cada vez descubría palabras y expresiones nuevas que, debido a la evolución natural del lenguaje o a influencias foráneas, formaban ya parte del vocabulario normal de la calle. Recuerdo haber tenido que aprender frases que yo en mi infancia y juventud nunca oí (o por lo menos así me pareció), como por ejemplo “estar en la pomada”, “yo a mi bola”, “¡tú mismo!”. Aparte de esto, los cambios en muchos más campos han sido más que notables. El hecho de que uno pueda visitar el país de uno de manera regular y con estancias cortas te permite conservar una distancia y una capacidad de análisis que quizá no estaría ahí si me encontrara constantemente inmerso en la realidad de mi país.

Pues bien, una de las imágenes que se me ha quedado de esta última estancia ha sido la de toda una nueva generación de personas (sobre todo jóvenes) que es incapaz de seguir una conversación. El móvil parece que se ha convertido en el último ídolo que es adorado por todo el mundo. Ni que decir tiene su utilidad para tener a todo el mundo localizado no importa dónde se encuentre y para muchas otras cosas... pero lo que veo es que está creando a marchas forzadas una gran dependencia psicológica que el tiempo demostrará cuán perniciosa es. El problema principal para mí no es que la gente ahora mismo se sienta vulnerable cuando por olvido se han dejado el móvil en casa, sino que está haciendo que la dependencia mental sea cada vez mayor... uno se sienta con otra persona y se la ve nerviosa, pendiente del último pitido indicando que ha llegado un “whatsapp”, de un mensajito de texto o del último tuit... por otro lado parece que el único fin de un viaje es hacer cuantas más fotos mejor para poder subirlas al album de facebook o de tuenti...

Lo que pasa a fin de cuentas es que la realidad virtual pasa a ser la realidad “real” porque de lo que de verdad están pendientes es del mensaje o la respuesta que está por llegar. A uno no le hace falta grandes dotes de introspección para ver que la persona “ya no está allí contigo”, bueno, lo está físicamente pero no mentalmente. El entorno vital de la persona ha pasado a ser ahora la realidad virtual. Y esto no ha hecho más que comenzar...

Pareciera que, como si de una película de ciencia ficción se tratara, aquí no han hecho falta que vengan los hombres de negro a eliminar a los alienígenas que están escondidos o mimetizados por doquier... La abducción masiva de terrícolas ha tenido ya lugar: han bastado unos cuantos aparatos infinitamente más pequeños que un platillo volante para hacer que un grupo inmenso de gente sea sutilmente sustraída de su realidad cotidiana, se aísle de su entorno y acabe narcotizada en un limbo cuyas fronteras vienen definidas por una pantallita y un teclado.

Hasta el momento, esta ola de abducciones no ha llegado todavía a África, entre otras cosas porque los teléfonos que todavía se siguen utilizando aquí son todavía muy básicos y no contienen todas las aplicaciones que disfruta el mercado occidental, pero todo se andará. Veo que en todos los países desarrollados el lanzamiento del más completo Iphone o el último grito en teléfonos móviles es ya de por sí noticia destacada en la portada en los periódicos. Desde mi perspectiva africana me es incomprensible entender cuál es la verdadera relevancia de tales historias, como si se tratara de hitos históricos para nuestro día a día, pero bueno, así son las cosas... parece como si los extraterrestres tuvieran también hechos sus deberes en lo que a las últimas nociones de márketing globalizado respecta.

Intento no contagiarme de tal epidemia, intento poner medios que eviten que me convierta en un ser abducido más, pero reconozco que la batalla va a ser encarnizada. Por el momento, sigo disfrutando de la compañía, de la discusión y de las ocurrencias de personas que no saben en absoluto lo que es un whatsup ni un tuit ni tienen pajolera idea de las aplicaciones del Iphone. Intento que el contacto personal, el calor del corazón y los muchos valores que veo aquí sean los que predominen en mi vida.

En esta película de ciencia ficción que es cada vez menos ficción y más realidad, hasta el punto que le tengo miedo a los “avances” de occidente. A esta “atrasada” África sólo le pido una cosa: que me ayude en la tarea de seguir siendo un ser humano y me libre de los alienígenas que me acosan.
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