Pregón de fiestas 18-VIII-2019

PREGÓN DE LA FIESTA Y FERIA DEL AJO

SAN MIGUEL DE LAS DUEÑAS (18 de agosto de 2019)

GENTES DE MI PUEBLO  Y OTRAS MÁS -ALLEGADAS O VENIDAS PARA LA FIESTA/FERIA DEL AJO-,  que hoy –desde hace años- retomamos, regustamos y pulimos. Cada vez con más ilusión y ganas.

A vosotros dedico este Pregón: para animar la fiesta, e incitaros a participar en ella.

Para comenzarlo, me arranco con el mismo tono y modos con que, el  27 de junio pasado, abría otra charla –“Popurrí de vivencias bercianas” le llamaba-  en la Semana cultural de un berciano pueblín,  de nombre San Facundo:  una muestra de que nada es pequeño si se hace bien.

              “Amigos –les decía yo aquella tarde:

           Que -en un país y tiempos como estos, atormrentado y convulso, desorientado y desvaídos, azorado y sin pulso- un pueblo insignificante celebre,  ya por segundo año, una Semana Cutural  me sabe a rareza y a milagro.

           Rareza lo es porque no es  lo corriente.

            “Rareza”,  sin embargo, es poco y prefiero decir “milagro”, porque -a mis ojos- milagroso es lo “fuera de lo común”.

          Y por este milagro que se da en los dos –el pueblo y el alcalde que lo está luchando- me congratulo en serio:  por todo lo moderno y de vanguardia que delata tan esbelta pequeñez  con  tan airoso/elevado toque de distinción”.

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          Como repetir aquí lo de allí sería plagio, doy un giro a las palabras y me veo aludiendo –antes de nada- a mis raíces y a vuestras raíces,  a lo que nos atañe más a fondo y nos distingue de otros. 

         Por eso, con el primer acento de mi Pregón, quisiera poner ante vuestros ojos un duo de contraste que titulo   CON RAICES O SIN RAICES. Que quiere decir,  que,  con raíces nos podremos llamar pueblo; y que, sin raíces, no pasaremos de ser  masa, rebaño e incluso –Dios no lo quiera porque sería lo peor- chusma o jauría. Plebeyismo y vulgaridad serían  nuestros apellidos. Y bien se sabe que ser plebeyos y vulgares envilece.

           Pero somos pueblo porque tenemos raíces,  y buenas  raíces. Todos sin distingos ni excepción lo somos, desde la Chana a los Eiros,  del  Gatinal  a la Venta o el Campo la Braña, Y como pueblo que somos, habremos de ser un haz, gavilla y manojo  de personas llamadas a una  misma suerte y abiertas a unos mismos afanes. Todos diferentes, pero todos  unidos y solidarios; todos sensibles al  peso de nuestra  identidad y solera,  sin  dejar de lado nunca la tarea que, como pueblo, tenemos. 

           Y porque somos “pueblo” y pueblo consciente y responsable, tenemos algo que no se puede olvidar ni  menospreciar, si nuestras raíces de pueblo queremos realzar: el convento de nuestras monjas.

         El convento define al pueblo y nos define a los que, al abrir los ojos a la vida, topamos con las agujas de sus torres y nos habituamos al toque de sus campanas. Y todavía más.  La sombra -el clima, mejor-  del convento, define también a los que,  al venir de fuera, de algún modo se sienten allegados a sus paredes, y –más que a su pared- al espíritu que lo impregna: que es darse a contemplar antes de hacer, para mejor vérselas uno con  las manos en la tarea. De eso precisamente nos queda indeleble la especie de “tic”, de mirar y ver antes de hacer, y no ser de los que censura el poeta  cuando, en una rima de las suyas, los titula “hartos dfe mirar sin ver” (cfr. A. MACHADO, Proverbios y Cantares, XI)

            Por el convento nacimos “pueblo” hace, nada menos, un millar de años y por el convento lo seguimos siendo: una seña y distinción que nos da empaque ante otros pueblos. No digamos envidia, pero de “señorío” sí que podemos alardear un poco sin ofender a nadie. 

          

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          VAYAMOS AL AQUÍ Y AHORA. En este pueblo y en esta circunstancia. Con nuestras raíces vivas e indiscutibles,a la vista de todos. Con lo que somos, pero no más, para no caer en pedanterías. EL AQUÍ Y EL AHORA  de la FIESTA Y  la FERIA DEL AJO EN SAN MIGUEL DE LAS DUEÑAS. 

LA FERIA DEL AJO EN PRIMER LUGAR.

Inspirada por don Celestino, en añoranza seguramente de las tierras de ajos en su pueblo de Villares; y gestionada y a punto por sus verdaderos artífices, Estevito y otros más, la feria del ajo en San Miguel, apenas nacida, ha  ido subiendo y cuajando hasta lograr  reunir en pleno agosto  -cuando las fiestas casi lo son todo-  el San Miguel y el  San Bernardo de antaño con el veraneo de ahora; tratando de hacer los honores a todo  y a todos sin menosprecio de nadie. Todo un logro, la verdad, placentero y jovial.

LA FERIA DEL AJO ES aquí un alarde que nos  ha puesto  alas; una figuración muy plástica y viva de algo que ya es  nuestro y nos da orgullo; un reto y desafío que nos propyulsa y distingue sin por eso hacernos más, pero que, al ser nuestro, como que nos gusta más.

LA FERIA DEL AJO ES aquí un aliciente que nos achucha estos días y estas horas, con la virtud principal –en los 15 años o más que ya tiene de  vida- de acoplar calendarios para no perderse la cita que nos reclama presencia sin excusas

LA FERIA DEL AJO ES aquí una ola  o crecida veraaniega de aire fresco,  que nos entona y alivia al cambiar el trajín de los días por  el redoble de un tambor o el retintín de unas  castañuelas

LA FERIA DEL AJO ES aquí lo que en todas partes es una feria: fecha de solaz y jolgorio; con los que compran y los que venden  trapicheando amigablemente; y hecha, de paso, para divertirse riendo un chiste o trasegando el vaso de buen vino con un pincho de pulpo “a feira”, tortilla o queso

LA FERIA DEL AJO ES aquí  lo mismo que somos nosotros y a nosotros nos gusta ser: hombres y mujeres/mujeres y hombres para quienes  el ajo brinda  -a parte de las eminentes saludables virtudes- ese sabor y olor,  que –tal vez por su áspera fragancia- lo hace amigable compañero de casi todos los guisos.

Es posiblemente por todo eso que la FERIA DEL AJO “tiene gancho” popular y para por ser ya, en tan poco tiempo, otra de nuestras señas de identidad y un toque de distinción.

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 Y AHORA LA FIESTA. 

Entre los gratos momentos que nos depara  la vida –aunque los haya también de pena y dolor-,  el de la fiesta del pueblo es de los más esperados y soñados.  Esos días, lo malo parece diluirse; lo desvaído  parece teñirse de rosa; y hasta el gris o el negro –que no son en realidad color-, como por arte de magia, parecen vestirse de buenos colores…

ANTES, la fiesta era el roscón amasado en casa; el gallo de corral engordado  para este día; el tamborilero y su flauta moviendo  las calles;  el estreno de unos pantalones, una falda o blusa de flores y los zapatos nuevos a veces… 

Las fiestas eran también el adios a la guerra entre lo viejo y olo nuevo; entre el futuro y el pasado; entre la paz y las peleas o entre el amor y el odio, la verdad o la mentira, la alegría y la tristeza…Las fiestas eran un paréntesis anual:  se aparcaban los males y -esos días- era distinto el sabor de los pueblos.

Hoy son otra cosa las fiestas, pero, en el fondo, lo mismo:  alas para volar; alicientes para vivir; aire fresco con el que respirar mejor; solaz y jolgorio; y –por qué no también!- áspera fragancia que,  aunque a veces pìque, casi siempre hace bien.

Encanta ver a la gente  vestida de fiesta,

Porque la fiesta es poesía, y no de ficción o quimera, sino de luz y entusiasmo; porque sabe trovar rimas de ilusión y belleza donde la prosa o el poivo de los caminos pone de ordinario huellas de pisadas duras o gestos  de pocos amigos

Porque la fiesta es alegría y, al serlo, se hace portavoz de    las amables maneras hasta para los que tienen por hábito y norma de vida no reír ni cantar.

Pero,  sobre todo, porque la fiesta es camaradería y encuentro. Y,   al decir “encuentro”, por ello no entiendo  mirarse de reojo,  saludarse por cumplir o decir “buenos días” o “adiós” como quien sopla el aire.    El “encuentro” es compartir unos con otros una sonrisa, un saludo, o eso que vale todavía más: hacer de la convivencia una reluciente forma de vivir.

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Y ya  una frase para cerrar.  Si de poesía y de poetas hemos de ir para completar el pregón, vayamos a uno de postín y que no es de ficción, porque sus rimas llevan siempre  llamadas a los hombres y mujeres que quieren ser más.

Antonio Machado se llama el poeta que voy a citar, el poeta que, por dolerle la España de entonces, buscaba  con su verso y rimas hacer mejor a la gente que los recitaba. La rima que escojo es la que dice: “Despacito y buena letra:  el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”. 

Enemigo de la “chapuza” -nacional o popular- que  nos ha distinguido a peor  tantas veces, no tan sólo a pasar invita la rima, sino a pasar  con holgura los listones, o,  como se reza el castizo,  sin dejar pelos en la gatera de la mediocridad que degrada sin dar de nobleza un ápice.

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           Y POR FIN. 

            Si este Pregón lo hubiera entonado en una iglesia, lo terminaría diciendo Amén o  que así sea.  Como no es en la iglesia sino al aire libre, lo terminaré diciendo sencillamente: A POR ELLO UN AÑO MÁS  Y MAÑANA ES OTRO DÍA.

           A PASARLO BIEN TODOS SIN OFENDER A NADIE. HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE.

           ¡VIVAN –POR TODO ESTO- LA FIESTA Y LA FERIA DEL AJO, DE SAN MIGUEL DE LAS DUEÑAS!!!

     A dieciocho días del mes de agosto de dos mil diecinueve.

SANTIAGO PANIZO ORALLO

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