No todos celebraremos Navidad reunidos en fiesta familiar. Quienes buscan compañía para Nochebuena, a falta de familia, encontrarán amigos, compañeros de trabajo, e incluso cenar en un restaurante rodeado de desconocidos. Hay quienes, al verse solos, prefieren ‘huirle’ a la Nochebuena yéndose a dormir temprano.

Sin embargo, hay quienes hemos elegido, libremente, pasar muy despiertos y conscientes, la soledad silente de la noche de Navidad en un lugar apartado. Quienes puedan hacerlo, -aún están a tiempo de prepararla-; y quienes por fuerza mayor no puedan salir de su habitación, también están llamados a vivir una experiencia profunda y plena. 

La Navidad, como experiencia de fe, se puede vivir mediante diversas prácticas; no existe un modo único de hacerlo. Hay quienes la viven en medio de los regalos, de una buena cena y de la alegría festiva de quienes le rodean; hay quienes la celebran, ante todo, religiosamente, participando en las bellas liturgias, con cantos navideños, oraciones y villancicos, alrededor del pesebre; y hay quienes combinan estas dos, -que es lo que suele suceder en los hogares católicos-. 

Pero también hay quienes buscan experimentar ‘el nacimiento del Verbo en el hondón del alma’, como lo llamaba el Maestro Eckhart; es el propósito de estar abiertos a una experiencia mística, haciendo un camino interior. Si no lo ha hecho antes, permítame hacerle algunas sencillas sugerencias:

Disponga el lugar para una experiencia profunda

Quienes válidamente suelen centrarse en el modo externo de celebrar la Navidad, decoran con muchas luces, colores y sonidos los ambientes para la Navidad. En nuestro caso, no se preocupe por la decoración, el ambiente ha de ser sobrio.

Solo disponga un rincón, -o por el contrario-, el centro de su sala, con una silla, cojín en el suelo o lo que necesite para sentarse cómodamente sin que lo induzca al sueño.

Disponga de un cirio encendido, y si lo prefiere, algo de incienso.

Ambiente previamente con sonidos de canto gregoriano o música sacra que de una atmósfera de paz orante.

Conviene haber descansado previamente para estar muy atento y despierto.

Las acciones de la Navidad

Algunos creen que en Nochebuena ‘hay que hacer algo’; de allí la pretensión de llenarnos de tareas, correteando preparando una cosa y la otra, hasta sentir angustia por ‘no hacer nada’. Sin embargo, para nuestra práctica, la pasividad es la mejor tarea, como decía san Juan de la Cruz. 

Decida que en esta Nochebuena ‘no hará nada’. Al igual que el parto en el que María da a luz a Jesús, como ella, solo tendrá que esperar a que ‘Él emerja’ desde su profundidad.
A una mujer en ‘trabajo de parto’, solo se le pide que respire y relaje sus entrañas, que el niño vendrá.

Para meditar, puede tomar del texto del evangelio de la Misa de Aurora: “y María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”. Es un texto formidable para acompañar y ponernos en el lugar de María, como Madre y Maestra de Meditación.

En concreto, siéntese -ojalá en el suelo-, cómodamente, y simplemente sea consciente de su cuerpo, porque Dios se manifiesta en la carne esta Noche; respire con serenidad y profundidad, siendo consciente del ‘soplo del Espíritu’, que hizo posible la encarnación del Hijo de Dios; fije su mirada en la luz que ha encendido frente a usted, porque esta noche oscura es clara como el mediodía. 

Puede atar a su expiración la expresión ‘Ven Señor’; una y otra vez, hasta que su alma se quede en silencio.

Cuando experimente cansancio, alterne esta sentada con unos minutos de ‘paseo meditativo’, con las manos en postura de oración, como lo hacen los monjes caminando por los pasillos del monasterio. Pasos cortos, serenos, a ritmo respiratorio, también repitiendo ‘Ven Señor’.

Las emociones de la Navidad

Cuando la Nochebuena se vive con otros, damos y recibimos colmados de sentimientos, emociones, deseos y hasta frustraciones, y por ello se predispone a ‘sentir algo especial’.

No se preocupe, no es necesario. Bastará estar sosegado.

Sentado, respirando y abierto a la espera, puede que emerjan emociones, acompañadas de imágenes y vinculadas a personas y relaciones; es normal, pero no contraiga su mente y su corazón en ellas, por el contrario, abra su mirada interior y déjelas pasar, como cuando al mirar por la ventana de casa vemos pasar el tráfico vehicular… déjelos pasar, no los retenga, ni pretenda irse en alguno de ellos.

Somos seres con memoria y capacidad afectiva, es normal que emerja todo esto, por lo tanto, ‘hace parte del inventario’ de vivir la búsqueda de un mayor silencio.

Le ayudará fijarse en la respiración, y en las sensaciones de su cuerpo; pero sobre todo darse cuenta del silencio sagrado que le envuelve por doquier y que viene con gran poder sobre su usted en esta Nochebuena. 

El gozo del nacimiento

La alegría que suele acompañar las reuniones navideñas no son la meta en nuestro caso. 
Siguiendo la práctica que realizamos, del sosiego se suele pasar al silencio sereno, desde este estadio pacífico, simplemente nos abrimos dóciles al gozo que se nos conceda. El gozo es una experiencia del Espíritu, que no es igual a la alegría psicológica. El gozo suele estar unido a la paz divina. Porque esta noche nace el ‘Príncipe de la Paz’.

Repita continuamente el ejercicio sin quedarse anclado en una emoción que aparezca, y más bien sea amorosamente generoso ampliando la mirada de su corazón a todo lo que le rodea y a cuantos quepan en ella.

Pase de creer que está solo a darse cuenta que realmente está acompañando a la humanidad, que suele vivir de diversas maneras esta Nochebuena. 

La importancia de esta Pascua

Cuando la Navidad se vive demasiado en lo exterior, y no hay un anclaje en una experiencia del hondón del alma, al amanecer solo queda la resaca. En cambio, para nuestra práctica no ponemos una meta, simplemente somos dóciles a la Luz, a la Paz y al Gozo que se nos conceda.

Continúe la práctica hasta el amanecer, si le es posible. De lo contrario, si es imperiosa la necesidad de ir a dormir, es la oportunidad de vivir una experiencia orante mientras duerme.

Vaya al lecho y descanse en una postura cómoda, ojalá el cuerpo extendido, con los brazos paralelos al cuerpo, y boca arriba.

Entre en el sueño a ritmo respiratorio, y repitiendo una y otra vez su oración ‘Ven Señor’… 

El paso de la noche no es manipulable. La humildad es la mejor disposición: manténgase abierto al ‘paso’ que se le conceda. En esa noche a María se le concedió el nacimiento del Verbo en la carne humana.

Libérese de la idea y del deseo de inmediatez al pretender ‘sentir algo’ o ‘atrapar algo’; solo viva este paso, esta pascua, como quien cruza la calle.

Navidad es todo el día

El Día de Navidad suele ser muy tranquilo. Las familias descansan; se reúnen a acompañar sus niños y a intercambiar impresiones, además de sentarse frente a la tele. Por nuestra parte procuraremos extender la práctica de la noche a lo largo de día, con nuestros deberes.

Sugiero meditar el texto del evangelio del día: el prólogo de san Juan; es a la vez tan enigmático, como revelador, tan místico como consolador, tan conocido como novedoso.
Aproveche para escribir y describir su experiencia en su diario espiritual o como carta a un ser querido. También puede enviarnos un mensaje a redcontemplar@salmos.co y de este modo confirmaremos la experiencia compartida con la red de monjes urbanos que crece cada día.

Sepa que miles de personas estuvimos juntos haciendo esta práctica en todo el mundo. Muchos ya han participado previamente en la entrega de regalos y alimentos a familias necesitadas, como parte de esta celebración, porque nuestra práctica no es egoísta, simplemente, es otro modo de unirnos a la humanidad. Celebramos el nacimiento del Verbo en el hondón del alma.

¡Feliz Pascua de Navidad!