"Un puente a la salvación" ¿Cuál es el lugar de los místicos y de la mística en el Año Jubilar?

Ricardo Moreno
Ricardo Moreno

"Año 2025. Los cristianos se unen al jubileo. Se han programado celebraciones jubilares. ¿En qué lugar del calendario pondremos el jubileo de los místicos o de la mística?"

"En la cultura racionalista del hacer y del lograr, el místico aún sigue siendo incomprensible. El místico no es el que hace ni el que logra, sino en el que acontece plenamente la Realidad. Mezclado entre las multitudes, su presencia pasa desapercibida. Pero su mirada lo considera todo…"

"Es hora de ser místicos. Es un deber; es un puente a la salvación de todos; es el puente a la supervivencia de todo y de todos. Porque el cristiano, y todo humano, de este siglo XXI, si no es místico dejará de ser cristiano y de ser humano"

Año 2025. Los cristianos se unen al jubileo. Se han programado celebraciones jubilares. ¿En qué lugar del calendario pondremos el jubileo de los místicos o de la mística? En la cultura racionalista del hacer y del lograr, el místico aún sigue siendo incomprensible. El místico no es el que hace ni el que logra, sino en el que acontece plenamente la Realidad. Mezclado entre las multitudes, su presencia pasa desapercibida. Pero su mirada lo considera todo.

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No es un ser extraño, ni hace cosas extrañas; sigue participando de los acontecimientos de su sociedad, bebiendo de su cultura y asumiendo sus responsabilidades. Pero sabe qué lugar tienen estas en el horizonte de sentido en el que tiempo y eternidad convergen. Su mirada es sempiterna.

SEMPITERNO...

El tiempo pasa; con celeridad para muchos, con lentitud para otros, sin conciencia para tantos. El espacio son lugares; funcionales para muchos, importantes para otros, indiferentes para quienes viven afanados. Los objetos inundan los espacios; deseables para muchos, escasos para otros, prácticos para las multitudes. Pero para el místico cada instante es un suspiro de eternidad, cada lugar es como el ojo de una aguja para enhebrarse con la realidad, cada objeto un símbolo de quien lo creó. Su mirada es transparente

Las personas caminan por las aceras; van y vienen para muchos, infundiendo temor para otros, sin rostro para tantos. Los acontecimientos se desencadenan; sin sentido para muchos, secretamente manipulados, para otros, angustiantes para quienes no tienen esperanza. El sufriente yace ahí tendido; inexistente para muchos, incómodo para otros, despertando sentimientos de culpa para algunos. Pero para el místico cada persona es un prójimo, cada acontecimiento es una posibilidad de plenitud, cada sufriente una cristofanía. Su mirada está divinizada.

Los creyentes van al templo; muchos para orar a su Dios, otros para cumplir con un deber religioso, tantos aún no saben para qué. Personas consagradas entregan sus vidas, muchos en la espera final de ser recompensados por su Dios, otros por fidelidad a su compromiso, algunos todavía buscan el por qué. Buscadores espirituales intentan lugares sagrados, muchos porque aún intuyen algo en la religión tradicional, otros porque son jalonados a lo desconocido, algunos buscando ayuda para discernir. Pero para el místico su cuerpo es el templo, su consagración es plena en la sencillez de su cotidianidad, su búsqueda espiritual mantiene sanamente el vínculo con su tradición religiosa. Su mirada es contemplativa.

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La ecología se posesiona en el horizonte; como una moda para muchos, como un deber para otros, como algo interesante para algunos. La casa es común; así lo creen muchos, otros no lo saben, algunos se niegan a que lo sea. Estamos en el cosmos; es naturaleza para muchos, es creación para otros, son recursos para multitudes. Pero para el místico la ecología es integral porque abarca su propia persona unida a los demás, a Dios y al cosmos, se ilumina en sus saberes por la ecosofía y la casa es común porque se convierte en continua posibilidad de experiencia plena de la Vida. Su mirada es cosmoteándrica.

Es hora de pasar la época en que los místicos son considerados solo como tales por experiencias con fenómenos extraordinarios, como sucedió en el pasado. Es hora de descubrir nuestra vocación a la mística. Es hora de entrenarnos para la experiencia en que descubro que no estoy separado de los demás, sino que somos Uno. Es hora de salir al encuentro del cosmos, redescubriéndonos hechos de lo mismo que el cosmos, y que por tanto somos cosmos. Es hora de aprender a contemplar a Dios en la propia existencia, en el cosmos, en los otros y en su plenitud. Mira y contempla.

Es hora de ser místicos. Es un deber; es un puente a la salvación de todos; es el puente a la supervivencia de todo y de todos. Porque el cristiano, y todo humano, de este siglo XXI, si no es místico dejará de ser cristiano y de ser humano. La mirada del místico es la mirada que hemos esperado tener.

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