La madre del obispo auxiliar de Getafe, Jorja Perea, en proceso de beatificación Avendaño: “Mi madre tenía el Evangelio en la mano y en la boca”
El pasado mes de julio se abrió en la diócesis de Getafe el proceso de beatificación de Jorja Perea, la madre del recién ordenado obispo auxiliar de esa sede madrileña, José María Avendaño Perea
"Vivió 'una vida de devoción a Dios', 'a la Iglesia y a los demás, especialmente a los enfermos y necesitados, con los que compartía todo lo que tenía”, señala su hijo
Se había distinguido por su humildad, su hospitalidad, su alegría al escuchar, su perdón y su caridad. Y también por su profunda fe: "No sabía leer, pero conocía el Evangelio"
Se había distinguido por su humildad, su hospitalidad, su alegría al escuchar, su perdón y su caridad. Y también por su profunda fe: "No sabía leer, pero conocía el Evangelio"
Consagrado obispo auxiliar de Getafe el pasado sábado 26 de noviembre, José María Avendaño Perea, un sacerdote muy querido y reconocido en la diócesis madrileña, es posible que pronto pueda ver a su madre en los altares, una “historia especial” que sin embargo no todos conocen y que ha sido recuperada en estos días por el portal Katholisch.
Iniciado su proceso de beatificación el pasado mes de julio, “Jorja Perea nació en 1928 en el pequeño pueblo de Villanueva de Alcardete, cerca de Toledo. Perdió a sus padres a una edad muy temprana. A los 25 años se casó con su marido Cándido y tuvo cinco hijos. Sin embargo, dos de ellos murieron muy pronto: uno después de sólo dos días, el hijo Jesús a la edad de 17 años”, señala el digital alemán.
“Perea dedicó su vida, como tantas otras mujeres de su entorno y de su época, a trabajar en el campo y en el pueblo. Vivía una vida sencilla en un pequeño pueblo cerca de La Mancha, sin dinero ni prestigio. Desde el punto de vista de una persona ajena, su vida era como la de muchos otros: no era especialmente digna de mención”.
Una vida de devoción a Dios
“Sin embargo, esto es precisamente lo que debería hacer que Jorja Perea fuera bendecida. Vivió 'una vida de devoción a Dios', 'a la Iglesia y a los demás, especialmente a los enfermos y necesitados, con los que compartía todo lo que tenía”, señala su hijo, el obispo Avendaño.
Se había distinguido por su humildad, su hospitalidad, su alegría al escuchar, su perdón y su caridad. Y también por su profunda fe: "No sabía leer, pero conocía el Evangelio", señala su hijo. “Comenzaba cada día con la invocación del Espíritu Santo, el Ave María y la señal de la cruz para todos sus hijos. Tenía el Evangelio en la mano y en la boca". Ella siempre había dicho: "Habla bien de Dios y haz todo el bien que puedas", recuerda que le decía su madre. “Lo vivió incluso ante la muerte de dos de sus hijos. Nunca acusó a Dios: ‘Duele mucho la muerte de un hijo, pero tú lo sabes todo’", rezó.
“En 2015, una neumonía le provocó un derrame cerebral. Murió a la edad de 87 años. Poco después, la gente de la región empezó a acudir a ella con sus intenciones. En el curso de su proceso de beatificación, se están investigando algunos casos en los que personas se curaron inexplicablemente de enfermedades tras invocarla”, señala Katholisch.
En este sentido, subraya que el perfil de Jorja Perea “la convierte en una mujer totalmente del gusto del papa Francisco. En mayo, durante una canonización, pidió a los fieles que entendieran la santidad no sólo como un gesto heroico, sino como parte de la vida cotidiana. La santidad debe buscarse y abrazarse ‘en lo cotidiano, en el polvo de la calle, en las penurias de la vida concreta’".
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