El arzobispo preside este 11 de marzo una eucaristía para orar por los difuntos Benavent, a las víctimas del incendio en Valencia: "Queremos ayudaros a llevar la cruz desde el consuelo de la fe"
"En circunstancias como ésta, se manifiesta también lo mejor que hay en el corazón del ser humano: el testimonio de quienes han arriesgado su vida para salvar la de los demás; la solidaridad de asociaciones e instituciones"
"Si fuéramos conscientes de lo que es esencial en la vida de las personas, seguramente muchas cosas a las que damos importancia, no nos parecerían tan imprescindibles y, por el contrario, valoraríamos más lo que de verdad importa"
| Enrique Benavent Vidal. Arzobispo de Valencia
(Archivalencia)- Hace unas semanas hemos vivido en la ciudad de Valencia un acontecimiento trágico que a todos nos ha afectado en lo más profundo de nuestro corazón: 10 personas perdieron la vida en el incendio que devastó en poco tiempo unas viviendas del barrio de Campanar, otras sufrieron heridas y muchos han perdido su hogar.
La mayoría de las víctimas mortales habían sido bautizadas en la Iglesia Católica y sus familias han decidido despedirse de ellas celebrando sus funerales según los ritos de la liturgia de difuntos de la Iglesia. Por ello, el lunes 11 de marzo celebraremos en la catedral una eucaristía, para orar por los difuntos, pedir a Dios que conceda a sus familias la fortaleza necesaria para afrontar esta situación dramática y mostrar, de este modo, la cercanía y la solidaridad de todos los cristianos con ellos. Aunque no podamos evitar la cruz que están viviendo, les queremos ayudar a llevarla desde el consuelo de la fe y la esperanza cristiana.
En circunstancias como ésta, se manifiesta también lo mejor que hay en el corazón del ser humano: el testimonio de quienes han arriesgado su vida para salvar la de los demás; la solidaridad de asociaciones e instituciones presentes en nuestra ciudad que han abierto sus locales para acoger a los afectados y ofrecerles lo que necesitaban en los primeros momentos; la profesionalidad de los cuerpos de seguridad y de todos los servidores públicos que no se han limitado a realizar su trabajo, sino que lo han hecho con un auténtico espíritu de servicio y entrega; y la unidad que han mostrado las autoridades políticas de nuestra sociedad en esta situación. Por todo esto debemos dar gracias a Dios.
Los cristianos no podemos olvidarnos de estos acontecimientos sin hacer una reflexión sobre lo que hemos vivido. Nos deberíamos preguntar si los valores sobre los que construimos nuestra existencia son los verdaderamente importantes. Si fuéramos conscientes de lo que es esencial en la vida de las personas, seguramente muchas cosas a las que damos importancia, no nos parecerían tan imprescindibles y, por el contrario, valoraríamos más lo que de verdad importa; no actuaríamos tantas veces pensando en nuestro interés, perdonaríamos más, nos relacionaríamos como verdaderos hermanos, no habría divisiones por cosas secundarias, y nuestro mundo sería mejor. Que estos acontecimientos nos muevan a ser fermento de fraternidad en nuestro mundo.
En momentos como este, los creyentes no podemos dejar de mirar a Cristo, e invitar a todos a dirigirle una mirada de fe y amor. En el Crucificado descubrimos a un Dios que se ha hecho solidario con nosotros hasta el punto de hacer suyo el sufrimiento de toda la humanidad. La fe nos hace descubrir que nuestros hermanos que han sufrido y están sufriendo por este acontecimiento están unidos a Cristo: del mismo modo que en la cruz Cristo ha hecho suyas las cruces de la humanidad, ellos han hecho suya la cruz del Señor. Por ello, esperamos que los que han perdido la vida ahora estarán unidos a Cristo participando del gozo de su resurrección.
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