"Llevamos más de una década luchando para que la víctima del Gaztelueta se convierta en superviviente" Juan Cuatrecasas: "Quiero que el Vaticano deshaga aquel burofax de Ladaria y restablezca el buen nombre de un niño, ya adulto, que fue abusado"
"Llevamos más de diez años de lucha familiar para lograr que la víctima de pederastia del Colegio Gaztelueta se convierta en superviviente, para cerrar el círculo de perversidad que ellos abrieron, primero el delincuente, numerario del Opus Dei y profesor de religión, y después quienes le encubrieron, pretendiendo además convertir al verdugo en víctima"
"A estas alturas solo quiero que el Vaticano deshaga aquel burofax de Ladaria y restablezca el buen nombre de un niño, ya adulto, que fue abusado y que desde luego se depuren las responsabilidades de quienes trucaron aquella investigación de un modo aberrante e indigno"
"No creemos que el Opus y su colegio den muestras de principios, esos de los que tanto presumen y que guardan en el fondo del baúl empolvados y llenos de telarañas. No tenemos a estas alturas ninguna fe en ellos. Adolecen, como ha quedado demostrado, de credibilidad"
"No creemos que el Opus y su colegio den muestras de principios, esos de los que tanto presumen y que guardan en el fondo del baúl empolvados y llenos de telarañas. No tenemos a estas alturas ninguna fe en ellos. Adolecen, como ha quedado demostrado, de credibilidad"
Pese a los continuos ataques recibidos desde que, hace unos meses, el Papa decidiera reabrir el caso canónico de los abusos a Juan Cuatrecasas (hijo) en el colegio Gaztelueta, del Opus Dei, al considerar que no se había actuado bien, la familia ve "con esperanza y con ganas de colaborar" en esta nueva etapa, una vez el caso, a nivel civil, ya está cerrado con la condena al profesor por pederastia.
"A estas alturas solo quiero que el Vaticano deshaga aquel burofax de Ladaria y restablezca el buen nombre de un niño, ya adulto, que fue abusado y que desde luego se depuren las responsabilidades de quienes trucaron aquella investigación de un modo aberrante e indigno", nos cuenta el 'padre coraje' de este caso, mientras el hijo, ya adulto, intenta rehacer su vida, aunque tenga que ver cómo intereses espúreos resucitan, una y otra vez, unas supuestas dudas que, para la Justicia (y, según parece, para el Papa Francisco), no son tales: él fue una víctima y su abusador, un pederasta condenado en sentencia firme. Hablamos con Juan Cuatrecasas.
¿Cómo ha recibido la familia la noticia del compromiso del Papa Francisco de abrir una investigación y un procedimiento canónico posterior, con las garantías jurídicas suficientes que desechen aquella investigación de Silverio Nieto, que fue instruida de un modo cuanto menos de más que dudosa condición?
Con esperanza, mucha esperanza y ganas de colaborar para que este sea un primer paso que favorezca a todos y todas, quienes siendo niños y niñas fueron agredidos sexualmente por un adulto.
Llevamos más de diez años de lucha familiar para lograr que la víctima de pederastia del Colegio Gaztelueta se convierta en superviviente, para cerrar el círculo de perversidad que ellos abrieron, primero el delincuente, numerario del Opus Dei y profesor de religión, y después quienes le encubrieron, pretendiendo además convertir al verdugo en víctima.
Más de una década en el transcurso de la que hemos recibido infinidad de ataques y actitudes negacionistas. De hecho y aunque ya en modo más residual y tras una sentencia condenatoria en firme contra el pederasta y la inadmisión a trámite de un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional por parte de abogados que le representaban a tal fin y que forman parte de un conocido despacho de abogados madrileño, seguimos presenciando los intentos histéricos mediáticos de faltar al respeto de la víctima y superviviente y de su familia, con un supuesto dictamen de parte caducado como un yogur y revelador primero de los nervios que tienen ante el hecho de que la verdad fluye y acaba imponiéndose destruyendo tanta mentira y tergiversación y después de que bajo pueden caer.
Ellos se mueven por el odio, la soberbia y supongo que también por el miedo a que otras realidades silenciadas salgan a la luz. Hasta cuatro veces las instituciones judiciales presentes en nuestro Estado de Derecho, juzgado de instrucción de Getxo, Audiencia Provincial de Bizkaia, Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional han dado la razón a nuestro hijo, aparte de las valoraciones periciales facultativas de parte y no de parte y los criterios de todas las personas que han escuchado el testimonio del chico durante todos estos años. No se me plantea de recibo que aún haya medios y personas, ya digo residuales, que sigan re victimizando a un superviviente de violencia sexual contra la infancia.
Denominarle “acusador” en vez de víctima y superviviente, como ha hecho ese individuo de la Universidad de Navarra, me parece sin entrar en más análisis de su bochornoso informe, un hecho cuasi delictivo que deberá tener consecuencias contra su insolencia. No ya por la salud de la víctima del Caso Gaztelueta sino por todas las víctimas porque entiendo que actitudes repulsivas así afectan directa o indirectamente al buen desenvolvimiento de las denuncias. Hay que acabar con la impunidad con el impulso unido de todos y todas y para ello es preciso también quebrar el silencio. Es el momento de armarse de acompañamiento facultativo, de empatías y acudir a las instancias previstas para denunciar, con independencia de que fueran casos prescritos. Desde luego debo mencionar con mayúsculas al Defensor del Pueblo.
Hay que acabar con la impunidad con el impulso unido de todos y todas y para ello es preciso también quebrar el silencio. Es el momento de armarse de acompañamiento facultativo, de empatías y acudir a las instancias previstas para denunciar, con independencia de que fueran casos prescritos. Desde luego debo mencionar con mayúsculas al Defensor del Pueblo.
¿Cómo contempla todo lo que estos días se está divulgando en algunos medios sobre temas como la presunta laicidad del pederasta numerario del Opus Dei?
Primero veo necesario guardar respeto a quienes están investigando. Al Delegado Apostolico encargado del caso por Francisco y a su equipo. No es de recibo inmiscuirse más de la cuenta, algo que por cierto ellos, los del crucifijo de cristal, los rigoristas, hacen sin rubor siempre que pueden. Hay que dejar que la justicia canónica haga su trabajo del mejor modo posible. Prudencia y respeto, por lo tanto. Dicho esto, somos conscientes del debate surgido sobre la laicidad. Y es un tema controvertido pero no por ello el que más nos preocupa y ocupa.
Más relevante vemos restablecer el buen nombre de la víctima y superviviente, ya que a día de hoy, oficialmente la Congregación para la Doctrina de la Fe con aquel burofax enviado sólo al colegio y a la otra parte, la víctima del Caso Gaztelueta, mantiene que el buen nombre a restablecer es el de un pederasta condenado en firme por vía penal. Algo no ya chocante, sino que deja en evidencia al Vaticano. Para ayudar a la reparación de nuestro hijo es necesario que ese paso se dé.
También es preciso investigar a quienes urdieron aquel plan para intentar anular el testimonio de la víctima y depurar responsabilidades porque no ofreció ni de lejos la garantía mínima de transparencia e imparcialidad que debe presidir cualquier investigación jurídica, sea canónica o de cualquier otra índole. Debemos entre todos y todas colaborar para que elementos así no tengan influencia directa o indirecta con la justicia porque desvirtúan el espíritu que debe presidir sin ambages el devenir de las denuncias. Ser cristiano en el fondo coincide con ser humanista, más allá incluso de la fe y lo que hicieron Silverio Nieto y más arriba el Cardenal Muller, nada tiene que ver con ser cristiano y presumir de ello. Fue el gran Leonardo quien dijo aquello de Quien no castiga el mal, ordena que se haga.
Lo del debate sobre la condición laica de Chema Martinez Sanz, nosotros siempre hemos mantenido que un numerario del Opus Dei no reúne de facto todas las características y perfiles de laicidad, porque su vida es muy similar a la de cualquier hermano o religioso de otras órdenes y congregaciones, por ejemplo en votos, y además es cuanto menos muy liviano el análisis de vincular a una persona de vida cuasi monacal con un perfil laico. Quienes manejan los cánones canónicos deben dar su opinión. Repito, como parte en este proceso canónico, que quiero insistir se abre por vez primera, no se reabre como se ha dicho por ahí, vamos a ser muy respetuosos con el trabajo de los encargados de hacerlo.
¿Cuál es su opinión sobre los silencios del Opus Dei y el colegio Gaztelueta en este caso de pederastia?
Pues que se retratan en público. Es indigno para ellos y para todo el colectivo que identifican mantener un silencio tan repulsivo. La gente de la calle no deja de transmitirnos que este proceder les parece terrible. Incluso algunas personas que se identifican como miembros del Opus Dei se posicionan del lado de la víctima si bien su subordinación y disciplina al grupo les impide declarar en público como dolientes y empáticos con la causa de mi hijo.
No es lógico que un director del colegio haya mentido hasta la extenuación, que también profesores del centro lo hayan hecho incluso todos ellos en sede judicial y que el AMPA desde el minuto uno se haya posicionado en favor de un pederasta, y tras la sentencia de condena en firme, al menos eso, no se hayan interesado, también al menos eso, por la situación de la víctima en unos hechos probados que se perpetraron entre las paredes de SU colegio.
Los primeros interesados en reconocer mala gestión y negligencias varias, deberían ser ellos. Creo que fue Sartre quien estableció que la conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe. Tal vez para esta legión de seres, a los que me cuesta, créame, llamar humanos, y no solo a mi, la conciencia es un juguete manejable en función de las circunstancias.
¿Tiene usted la visión personal de que el Opus y Gaztelueta pedirán perdón y reconocerán, repararán, a la víctima del Caso Gaztelueta?
A estas alturas solo quiero que el Vaticano deshaga aquel burofax de Ladaria y restablezca el buen nombre de un niño, ya adulto, que fue abusado y que desde luego se depuren las responsabilidades de quienes trucaron aquella investigación de un modo aberrante e indigno.
Lo que hagan Gaztelueta y el Opus Dei, aparte de seguir cuestionando a una víctima de pederastia reconocida en firme por la justicia ordinaria, francamente nos importa más bien poco. Oportunidades han tenido y se las hemos dado, por cierto desde el primer instante cuando mi hijo expresó que había sido víctima de acoso y de abusos sexuales y en vez de ir a una comisaría de la Ertzaintza fuimos a relatar los delitos al colegio y no hicieron nada al respecto más que incumplir los protocolos de actuación del Gobierno Vasco y poner el nombre de la víctima en boca de todos, sin respetar su identidad.
Todo lo que hicieran, llega muy tarde, su actuación positiva caducó hace tiempo. Hoy en día todo el mundo sabe la verdad, la jurídica por supuesto, pero también la otra, la verdad pura y dura, viven en su pecera y tienen goteras en su concepto de realidad. Para desgracia de ellos, ha quedado demostrado y con creces pese a sus intentos de tergiversar y destruir lo real.
No creemos que el Opus y su colegio den muestras de principios, esos de los que tanto presumen y que guardan en el fondo del baúl empolvados y llenos de telarañas. No tenemos a estas alturas ninguna fe en ellos. Adolecen, como ha quedado demostrado, de credibilidad.
¿Sigue creyendo que el modelo del Defensor del Pueblo es el más idóneo para investigar e informar sobre la pederastia eclesiástica?
No solo me reafirmo en ello. Todo lo que se logre instaurar legalmente o reformar mediante esta investigación y ese informe presentado en el futuro próximo por Ángel Gabilondo en el Congreso de Diputados repercutirá además en el resto de ámbitos sociales donde se han perpetrado este tipo de delitos contra infancia y adolescencia. La labor que está haciendo la oficina del Defensor del Pueblo es enorme, me consta y creo que fraguará en positivo.
Gente muy empática y profesional que trabajan con absoluta seriedad, primero con absoluto respeto a los y las que acuden a dar cuenta de sus realidades y reivindicaciones y después con una visión muy clara de los objetivos a lograr basados en verdad, justicia, reconocimiento, reparación y acompañamiento. Y vuelvo a dar nuestro apoyo incondicional a todas y todos animándoles porque es su momento, el instante para que reforzados por facultativos y con la ayuda que precisen, hagan brillar la luz de la verdad. Lo que se necesite, aquí me tienen, aquí nos tienen. Más allá que con las palabras, también con el corazón y el alma.
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