"Un hombre bueno, un cristiano bueno, un sacerdote bueno" Fallece José Díaz Ortiz, el otro puntal, junto a Enrique de Castro, de San Carlos Borromeo
Con tan solo catorce días de diferencia han fallecido los dos sacerdotes. Si Enrique De Castro era un volcán en erupción, él era un hermoso remanso de paz
En su larga vida ejerció de múltiples formas, en diferentes circunstancias y lugares, su bondad natural, que también era bondad religiosa. Pero gran parte de su tiempo, la bondad la ejerció y enseñó en la parroquia de San Carlos Borromeo
"Fueron perseguidos, en nombre de Dios para más escarnio, por defender la justicia y seguir a Jesús de Nazaret"
"Fueron perseguidos, en nombre de Dios para más escarnio, por defender la justicia y seguir a Jesús de Nazaret"
| Jesús L. Sotillo. Sacerdote. Miembro del Foro "Curas de Madrid y Mas"
Ha muerto José Díaz Ortiz, Pepe Díaz, Pepito, como le llamaban cariñosamente algunos compañeros sacerdotes. Fue durante años el otro puntal, junto a Enrique de Castro, de la Parroquia San Carlos Carlos Borromeo, de Madrid. Con tan solo catorce dias de diferencia han fallecido los dos. Si Enrique era un volcán en erupción, él era un hermoso remanso de paz.
Ha muerto, Pepe, un hombre bueno, un cristiano bueno, un sacerdote bueno. Porque "bueno" es el adjetivo que mejor le define. Pepe habría sido bueno aunque jamás hubiera conocido y leído los evangelios. Pepe fue bueno porque era bueno desde su nacimiento. El conocimiento de Jesús de Nazaret, de su vida y su mensaje le dio motivos para ser lo que ya era, bueno, inmensamente bueno.
Aquella peculiar comunidad cristiana
Para él, "ser cristiano" y "ser bueno" eran expresiones sinónimas, así lo creía, así lo vivió y así lo enseñó, aunque haya quienes con desfachatez separan sin ruborizarse una y otra cosa. En su larga vida ejerció de múltiples formas, en diferentes circunstancias y lugares, su bondad natural, que también era bondad religiosa. Pero gran parte de su tiempo, la bondad la ejerció y enseñó en la parroquia de San Carlos Borromeo, junto a Enrique de Castro y la asombrosa gente que forma esa peculiar comunidad cristiana.
Y ejerciéndo y enseñándo la bondad, acogiendo y auxiliando a los pobres y marginados, a los sufrientes de cualquier naturaleza, continuó en San Carlos cuando autoridades eclesiásticas mezquinas de la diocesis de Madrid, queriendo degradarla, le quitaron el título de "Parroquia" y le dieron el de "Centro de Pastoral", porque no allí no se cumplía toda la normativa dogmática, litúrgica y canónica oficial de la Iglesia católica. ¡¡¡Qué enorme vergüenza para esta!!! Y qué bienaventuranza para Pepe y el resto de la comunidad de San Carlos, porque fueron perseguidos, en nombre de Dios para más escarnio, por defender la justicia y seguir a Jesús de Nazaret.
Un testigo de Dios
Ya casi no podía andar. Desde hacía varios años vivía de modo permanente en la Residencia Sacerdotal de la Congregación de San Pedro Apóstol, en la calle de San Bernardo. Pero, aunque a penas veía ni oía y se caía con frecuencia, seguía yendo a San Carlos en cuanto le daba de sí lo más mínimo su cuerpo lleno de achaques. "Para echar una mano", decía. Yo le veía deambular por los pasillos de la Residencia, pequeñito y encorvado, pero siempre dispuesto a regalarte su inconfundible sonrisa.
En el Foro "Curas de Madrid", hoy Foro "Curas de Madrid y Más", tuvimos la fortuna de contar con su presencia desde sus inicios y hasta que ya no pudo venir a nuestros coloquios. Escuchábamos su voz, cálida y sin altibajos, con devoción. No era la de un palabrero cínico e hipócrita. Sino la de un testigo del Dios padre bueno en quien creía, y la de un seguidor de Jesús de Nazaret, de quien aprendió a decir sin fingimiento "venid a mí los que estéis cansados y agobiados y yo os aliviaré".
Pepe fue alivio y ejemplo para muchos. Descanse en paz el buen Pepe, grande, muy grande, aunque fuera de tamaño pequeño.
Gloria y alabanza para él y mi más sentido pésame para Javi Baeza y para el resto de la santa comunidad de San Carlos Borromeo.